Barack Obama habló ayer ante el Congreso de los Estados Unidos sobre el proyecto de reforma de la atención en salud. Por su indudable importancia en el debate global sobre el tema, en “Punts de Vista” recogemos y traducimos en tres entradas consecutivas los principales argumentos esgrimidos.
Cuando hablé aquí el invierno pasado, esta nación se enfrentaba a la peor crisis económica desde la Gran Depresión. Estábamos perdiendo un promedio de 700.000 empleos por mes. El crédito estaba congelado. Y nuestro sistema financiero estaba al borde del colapso. Como les dirá cualquier estadounidense que todavía está buscando trabajo o una manera de pagar sus cuentas, no estamos en absoluto fuera de peligro. La recuperación total está a muchos meses de distancia. Y no voy a cejar hasta que los norteamericanos que buscan trabajo pueden encontrarlo, hasta que las empresas que buscan capitales y crédito puedan prosperar, hasta que todos los propietarios responsables pueden permanecer en sus hogares. Ese es nuestro objetivo final. Pero gracias a las medidas audaces y decisivas que hemos tomado desde enero, puedo estar aquí con confianza y decir que hemos apartado a la economía del borde del abismo. (…)
Pero no hemos venido aquí sólo para hablar de la crisis. Hemos venido a construir un futuro. Así que esta noche, vuelvo a hablar con todos ustedes sobre un tema que es central para ese futuro y esa es la cuestión de la atención de salud.
Yo no soy el primer presidente en asumir esta causa, pero estoy decidido a ser el último. Ahora hace casi un siglo que Theodore Roosevelt intentó reformar el sistema de salud. Y desde entonces, casi todos los presidentes y el Congreso, ya sea demócrata o republicano, han intentado abordar este desafío de alguna manera. John Dingell Sr., en 1943, presentó un proyecto de ley para la reforma integral de la salud. Sesenta y cinco años más tarde, su hijo sigue presentando ese mismo proyecto de ley al comienzo de cada período de sesiones.
Nuestra incapacidad colectiva para hacer frente a este reto año tras año, década tras década, nos ha llevado a un punto de ruptura. Todo el mundo entiende las dificultades extraordinarias que tienen las personas no aseguradas, las que viven cada día sólo a un paso de la quiebra por accidente o enfermedad. No se trata de personas acogidas a los servicios de bienestar. Se trata de estadounidenses de clase media. Algunos no pueden obtener seguro en el trabajo. Otros son trabajadores por cuenta propia, y no pueden permitirse un seguro porque le cuesta tres veces más que la cobertura que recibe de su empleador. Y a muchos otros americanos que están dispuestos y pueden pagar se les sigue negando a causa de enfermedades previas o de condiciones que las compañías de seguros deciden que cubrirlas suponen demasiado riesgo o coste.
Somos la única democracia avanzada en la Tierra, la única nación rica que permite que millones de sus habitantes sufran todas estas dificultades. En la actualidad hay más de 30 millones de ciudadanos estadounidenses que no pueden obtener cobertura. En sólo dos años, uno de cada tres norteamericanos se ha quedado sin cobertura de salud en algún momento. Y cada día, 14.000 estadounidenses pierden su cobertura. En otras palabras, le puede pasar a cualquiera.
Pero el problema del sistema de atención de salud no es sólo un problema de los no asegurados. Los que carecen de seguro nunca han tenido menos seguridad ni estabilidad. Más y más americanos se preocupan porque si pierden su trabajo, o cambian de trabajo, perderán también su seguro de salud. Cada vez más estadounidenses pagan sus primas, sólo para descubrir cuando enferman que su compañía de seguros ha reducido su cobertura, o no quiere pagar el costo total de la atención. Sucede todos los días.
Un hombre de Illinois perdió su cobertura en medio de la quimioterapia debido a que su asegurador descubrió que no había informado de unos cálculos biliares que ni siquiera sabía que tenía. Se demoró su tratamiento, y murió. Otra mujer de Texas estaba a punto de conseguir una doble mastectomía cuando su compañía de seguros canceló su póliza porque se le olvidó declarar que había tenido acné. Cuando ha podido recuperar su seguro, el cáncer de mama en más del doble de tamaño. Estos casos son descorazonadores, son un error, y nadie debe ser tratado de esa manera en los Estados Unidos de América.
Luego está el problema del aumento de los costos. Gastamos una vez y media más por persona en salud que cualquier otro país, pero no estamos más saludables. Esta es una de las razones por las que las primas de seguros han aumentado tres veces más rápido que los salarios. Es por eso que muchos pequeños empresarios están obligando a sus empleados a pagar más por el seguro, o están disminuyendo su cobertura o la suprimen. Es por eso que muchos aspirantes a empresarios no pueden permitirse el lujo de abrir un negocio, y por qué las empresas estadounidenses que compiten a nivel internacional como los fabricantes de automóviles están en una desventaja enorme. Y es por eso que los que tenemos un seguro de salud también estamos pagando un impuesto oculto y creciente para aquellos que no lo tienen- cerca de 1000 dólares anuales que se pagan por emergencias y las atenciones gratuitas.
Por último, nuestro sistema de atención de salud es una carga insostenible para los contribuyentes. Cuando los costos de salud crecen a ese ritmo, ejercen mayor presión sobre programas como Medicare y Medicaid. Si no hacemos nada para frenar la escalada de los precios, será mayor el gasto en Medicare y Medicaid que en el resto de programas del gobierno. En pocas palabras, nuestro problema de salud es nuestro problema de déficit. (…)
Hay personas de izquierda que creen que la única manera de arreglar el sistema es a través de un sistema de pagador único como en Canadá, limitando fuertemente el mercado de seguros privados y con cobertura universal desde el gobierno. A la derecha, hay quienes sostienen que se debe poner fin al sistema de seguros de empresa y dejar que cada persona compre un seguro de salud por su cuenta. (…)
Nuestros esfuerzos globales han sido apoyados por una coalición sin precedentes de médicos y enfermeras, hospitales, grupos de ancianos e incluso compañías farmacéuticas, muchas de las cuales se oponían a la reforma en el pasado. Y hay un acuerdo en esta sala al 80% sobre lo que hay que hacer, que nos acerca más a la meta de la reforma de lo que hemos estado siempre. Pero hemos visto también en estos últimos meses un espectáculo partidista que sólo incrementa el desapego que muchos estadounidenses sienten hacia su gobierno. En lugar de un debate honesto, hemos visto tácticas de miedo. Algunos se muestran inflexibles en campos ideológicos que no ofrecen ninguna esperanza de compromiso. Demasiados han utilizado la reforma como una oportunidad para anotar puntos a corto plazo de tipo político, incluso a costa de privar al país de una oportunidad para resolver un reto a largo plazo. Y ha reinado la confusión sobre esta tormenta de acusaciones y réplicas.
Bueno, el tiempo de las disputas ha terminado. El tiempo de los juegos ha pasado. Ahora es momento para la acción. Ahora es cuando tenemos que aportar las mejores ideas de ambas partes, y mostrar al pueblo estadounidense que todavía podemos hacer lo que nos mandataron. El plan que estoy anunciando hoy cumple tres objetivos básicos:
Proporciona más seguridad y estabilidad a los que tienen seguro de salud. Proporcionará cobertura a los que no la tienen. Y el crecimiento de los costes sanitarios será menor para nuestras familias, nuestras empresas y nuestro gobierno. (…) Éstos son los detalles que cada americano tiene que saber acerca de este plan:
En primer lugar, si se encuentran entre los cientos de millones de estadounidenses que ya tienen seguro de salud a través de su trabajo, Medicare, Medicaid, o el VA, nada en este plan requerirá que usted o su empresario cambien de cobertura o de médico. Permítanme repetir esto: no hay nada en nuestro plan que cambie lo que usted tiene.
Lo que este plan va a hacer es que su seguro mejore en su beneficio. Bajo este plan, las compañías de seguros no podrán negarle cobertura a causa de una condición preexistente. Tan pronto como que yo firme este proyecto de ley, será ilegal que las compañías de seguros le nieguen cobertura cuando enferme o cuando más lo necesite. Ya no podrán poner un límite arbitrario a la cantidad de cobertura que usted puede recibir en un año determinado o toda una vida. Y vamos a poner un límite a cuánto pueden cobrar adicionales, porque en los Estados Unidos de América, nadie debería ir a la quiebra porque enferma. Y las compañías de seguros deberán cubrir, sin costo adicional, chequeos de rutina y cuidados preventivos, como mamografías y colonoscopias, porque no hay razón para contraer enfermedades como el cáncer de mama o el cáncer de colon cuando se pueden prevenir. Eso tiene sentido, se ahorra dinero y salva vidas.
Eso es lo que los estadounidenses que tienen seguro de salud puede esperar de este plan – más seguridad y estabilidad. (…)