Ha hecho bien la superiora del convento de Santa Lucía de Zaragoza al denunciar que algún desaprensivo les había “limpiado” un armario en el que guardaban sus ahorros. Poca cosa: Un millón y medio de euros en billetes “bin laden”, o sea, de esos de 500 que todo el mundo dice que existen pero que pocos han visto…
No se trata de unos ahorrillos “tacita a tacita” o “rosquilla a rosquilla”, sino que seguramente buena parte puede proceder de las ventas de los dibujos y óleos que pinta con arte indiscutible sor Isabel Guerra, la “monja pintora”, y que al parecer pueden llegar a cotizarse por los 50.000 euros… Seguramente desde la sala de exposiciones donde colocaba toda su mercancía le debían entregar en bolsas de plástico que pasaban ya directamente al armario del cenobio.
Que las monjas han venido a este mundo a sufrir lo confirma el hecho de que además de ser víctimas del robo, van a tener también que justificar muy bien de dónde les viene la fortuna… lo cual puede constituir un problema legal si no se hicieron las oportunas declaraciones y pagos a Hacienda y las monjas no justifican la procedencia de tamaña fortuna en una comunidad que ha hecho voto de pobreza.. El dinero “negro” debe ser pecado, pero lo peor es que todo eso puede acabar con más de una “sor-presa” (perdonen el chiste tan malo, pero no he podido evitarlo, son peores los que las comparan con el Julián de las calzas altas por el método de custodia para su “cash”).
En fin, que un disgusto muy grande, con posibilidades de que no quede ahí la cosa. Incluso puede llegar a ser que las mismas monjas se pregunten si no hubiera sido mucho mejor dedicar el dinero correspondiente a pagar impuestos (en una faceta de ciudadanía bastante desconocida en una parte del mundo religioso), a las obras de caridad que se les suponen e incluso, con trabajos y remiendos en el convento, aliviar los rigores de la crisis a las personas en paro que viven por Zaragoza y alrededores, donde la tasa de desempleo, la marginación y la pobreza también van en aumento.
Guillermo Urbizu preguntó a la monja pintora, en una amplia entrevista, cómo es la vida cotidiana de una monja artista, y la respuesta es soprendente, sobre todo en su parte final, visto lo que ahora se ha descubierto:
“Es igual que la de las que no pintan. Igual. La que pinta -en este caso yo- hace el mismo horario que sus hermanas. Mientras ellas trabajan en nuestros talleres de restauración de documentos o en la encuadernación de libros, yo pinto. La vida de la pintora es exactamente igual. Sobre todo en cuanto a las horas dedicadas al oficio divino en nuestro coro, siempre con la mayor solemnidad posible, como es el carisma del Cister. La liturgia de alabanza es nuestra obligación primera y nuestro compromiso primero ante Dios y la Iglesia. Eso lleva en nuestra jornada muchas horas. Primero de preparación, pues un coro -aunque no se trate de un coro profesional (no por tener vocación religiosa vas a tener una gran voz)- tiene que preparar las celebraciones, y hay que mantener un aceptable nivel en el canto. Esto nos lleva desde las 5 de la mañana -que es cuando nos levantamos- hasta las 9,15, entre maitines, laudes y Santa Misa. Y sobre las 9,30 comienza nuestra jornada de trabajo. En ese equilibrio -que pide San Benito al monje- del “ora et labora”, de forma muy adecuada y sabia. Porque también el trabajo es una liturgia, y una oración, y una acción de gracias, que te da la posibilidad de vivir de ese trabajo de tus manos. El monje vive así, no es el mendicante que iba de puerta en puerta. Es la pobreza más actual. Los pobres de hoy somos los que vivimos del trabajo de nuestras manos. No se trata de miserias medievales. Se trata de la pobreza normal”.
Bueno, añadiría de mi cosecha, la “pobreza normal” de quien tiene en un armario del cenobio, envuelto en bolsas de plástico, por lo menos, un millón y medio de euros…
Blanca
9 Març 2011 at 14:22
Siempre me he preguntado qué hacen en el convento con el dineral que ganan con todo, ¿lo donan? ¿Invierten? No logro entender lo de Isabel Guerra y sus ingresos.
Saludos!
procuradores en puente genil
9 Març 2011 at 14:30
eran los ahorros de la madre superiora, pensaba irse a las vegas el año que viene, jajaja, en fin, no logro entender que hacen con tanta pasta…
Esther
9 Març 2011 at 14:43
Buenísima reflexión, Àngels. Un abrazo.
Antonio Rodriguez
9 Març 2011 at 15:46
Seguro que lo hacían por un noble fin. Seguro que tenían intención de dedicar el dinero defradaudo a Hacienda a los más desfavorecidos.
Es que somos unos mal pensados.
Salud, República y Socialismo.
Monjas a la Carrera
9 Març 2011 at 17:01
Las pobres… ” Dicen que el dinero lo da todo. No es verdad. Se puede comprar alimento, pero no el apetito; medicinas, pero no la salud; un lecho cómodo, pero no el sueño; conocimientos, pero no la inteligencia; apariencias, pero no el bienestar; diversión, pero no el placer; conocidos, pero no la amistad; sirvientes, pero no fidelidad; cabellos canos, pero no el honor; días tranquilos, pero no la paz; Con dinero se puede comprar la cáscara de todo, pero no el grano. Eso no lo da el dinero. ”
Arne Garborg
RGAlmazán
9 Març 2011 at 17:09
Pobriñas. Cómo eres. No querras que tengan el millón y medio en monedas de 10cts. Es pobre normal y no mísera.
Quizá alguien debería explicarle a la monjita y a la tesorera del cenobio que Hacienda tendríamos que serlo todos, incluidos los religiosos, aunque su reino dicen que no es de este mundo.
Salud y República
SOR MALUCA
9 Març 2011 at 17:39
Lo del dinero negro es lo suyo, a parte de hacer juego con sus vestimentas, a caso declaran los cepillados que dan en las misas y fuera de ellas a todo el qu pueden?, ja ja ja
Lo raro es que hayan presentado denuncia, dicho popular! quien roba a un gorron tiene 1000 años de perdon!!!!
María
9 Març 2011 at 21:02
Lo que hay es mucha poca vergüenza dentro de la santa iglesia católica apostólica romana (SICAR)
Siguen queriendo que comulguemos con ruedas de molino, creamos en ella o no.
Saludos
Ciberculturalia
9 Març 2011 at 22:14
Ahora dicen que no, que sólo eran 400.000 euros. En fin… tema para una película. Estupenda reflexión la tuya. En lugar de evadir impuestos ocultando el dinero, sus beneficios podrían haberlos distribuido entre los más desamparados.
Al margen de todo, Isabel Guerra es una buena pintora. Sin duda.
Besos