El resultado era previsible, pero la expectación fue máxima. El Bundestag votó claramente a favor de la ratificación del Pacto Fiscal europeo: necesitándose 414 votos, de los 608 votos emitidos finalmente 491 fueron a favor y 111 en contra, contándose 6 abstenciones. El único grupo que votó como tal en contra fue La Izquierda (Die Linke), cuyos parlamentarios se manifestaron junto a los movimientos sociales frente al Bundestag antes del pleno. Una vez aprobado, el trámite siguió su recorrido hasta el Bundesrat, la Cámara Alta, donde fue aprobado sin sorpresas con el voto de 65 de los 69 representantes de los estados federados (Länder). Ya sólo queda que el Presidente de la República firme la ley, pero Joachim Gauck ha declarado que esperará al fallo del Tribunal Constitucional, ante el cual La Izquierda ha presentado un recurso de inconstitucionalidad.
Como es sabido, el Pacto Fiscal supone una medida disciplinaria para los estados firmantes, a los que sustrae su soberanía nacional –los parlamentos dejan de tener el control de los presupuestos del estado– y priva, anclando la medida en su constitución, de llevar a cabo medidas expansivas, convirtiendo las políticas keynesianas, como han apuntado ya numerosos analistas, en un delito: el Tribunal de Justicia de la Unión Europea puede penalizar a los países infractores con multas de hasta un 0’1% de su Producto Interior Bruto. El Pacto Fiscal bloquea, por lo tanto, todas las salidas a la crisis menos una: la austeridad presupuestaria, que para el ciudadano de a pie consiste, no hace falta decirlo, en nuevos recortes de prestaciones sociales y falta de inversiones públicas. En el caso de Alemania, obligará a la República Federal a ahorrar 25 mil millones de euros anuales, la misma suma que los presupuestos del estado destinan a las ayudas para los parados de larga duración (Hartz-IV) para su reincorporación al mercado laboral. No cuesta imaginar por lo tanto de dónde se sacarán esos 25 mil millones de euros. Pero el viernes se ratificó en el Bundestag algo más que el Pacto Fiscal: su aprobación da viso de legitimidad a la interesada leyenda de que la actual crisis se originó en el endeudamiento estatal y sirve a las inquietantes tendencias antidemocráticas de las élites europeas, al traspasar las decisiones de los parlamentos electos –los cuales, debido a las injustas leyes electorales vigentes o a los privilegios legales de los diputados, presentaban ya serias deficiencias democráticas– a un cuerpo de tecnócratas.
La aprobación en la mayor economía de Europa podría haberse frustrado de haber votado socialdemócratas y verdes en su contra, pero ambos partidos se alinearon con la coalición gubernamental. Este paso, pocas horas después de haber calificado la Cumbre de la Unión Europea de «fracaso estrepitoso», por utilizar las palabras exactas del socialdemócrata Carsten Schneider,[1] se justifica, según ambos, por las contrapartidas que habrían arrancado al gobierno, a saber: la promesa de un impuesto a las transacciones financieras –que los conservadores habían aceptado ya tiempo atrás y que, en cualquier caso, no generarán más de 2.000 millones anuales en Alemania– y unas medidas de estímulo al crecimiento. Creyendo haberle sonsacado estas tímidas propuestas al gobierno, en el tira y afloja socialdemócratas y verdes han caído en realidad justamente, como les ocurre a los gatos ensoberbecidos por su propia astucia imaginada, en el saco que Angela Merkel había dispuesto para ellos, al punto que en el debate parlamentario que precedió a la aprobación los diputados de la coalición conservadora-liberal pudieron permitirse, para el pasmo de la supuesta oposición, ironizar sin traba alguna sobre cómo la Agenda 2010 –aprobada por el gobierno rojiverde de Schröder– allanó el camino de las actuales medidas, como hizo Volker Kauder (CDU), o el súbito interés de los verdes por el crecimiento, al que tradicionalmente se oponían como fuerza ecologista, como hizo Philip Rösler (FDP).[2]
En los días precedentes Los Verdes doblegaron rápidamente a una débil oposición interna, mientras que el Partido socialdemócrata alemán (SPD) podría haber hecho costado al menos a la propuesta de François Hollande de renegociar el Pacto Fiscal, pero prefirió hacer política nacional en el peor y más estrecho de miras sentido del término, lo que, unido al trato de leproso que recibe actualmente el PASOK griego por parte de sus colegas europeos, demuestra el estado de cosas que reina en la Internacional Socialista. Con su “sí” al Pacto Fiscal, socialdemócratas y verdes se «han vendido por un panecillo» y convertido, así, en «el perrillo faldero de la señora Merkel», según las duras palabras de la presidenta de La Izquierda Katja Kipping en una rueda de prensa que tuvo lugar unos días antes en la Karl-Liebknecht-Haus.[3] Un mes antes la prensa había invocado el «espíritu de agosto de 1914: la patriótica unión sagrada –escribe Rafael Poch– que llevó a los socialdemócratas alemanes a abandonar el internacionalismo y votar disciplinadamente a favor de los créditos de guerra que condujeron a los obreros, franceses y alemanes, a las trincheras de la primera guerra mundial. Lo contrario habría sido traicionar al káiser. La analogía sería grotesca si Die Welt no hubiera utilizado anteayer el término “traición a la patria”. Si el SPD se convierte en abanderado de Hollande, “rozaría la traición a la patria”, decía el diario.» [4] No hubo tal cosa: la oposición rojiverde sigue apostando a la baja para no perder la oportunidad de formar coalición con los conservadores en el 2013.
El debate, en una jornada que muchos diarios calificaron de histórica,[5] fue tenso. Entre las continuas impertinencias del resto de diputados que trataban de interrumpir su discurso, la diputada de La Izquierda Sahra Wagenknecht, que había llevado su rechazo al Pacto Fiscal incluso a la prensa británica, habló de «putsch contra la Ley Fundamental» y se dirigió al resto de diputados acusándolos de actuar «como marionetas, los titiriteros son los bancos y acuerdan tratados donde los ciudadanos son utilizados como fichas para rescatar la fortuna de los más ricos y mantener en marcha el casino de los mercados financieros. […] La Europa actual […] es un proyecto de destrucción de la democracia y la justicia social […] un proyecto del Deutsche Bank, Goldman Sachs y Morgan Stanley para el saqueo de los contribuyentes europeos.» [6] Por su parte, Gregor Gysi recordó en su intervención que, si de lo se trata es de fines recaudatorios, pueden aumentarse los tipos impositivos a las rentas más elevadas o preparar una iniciativa europea para acabar con los paraísos fiscales, maneras de obtener dinero que ni siquiera se contemplan en una sociedad donde, a fuer de repetirla los medios de comunicación, se está instalando en la conciencia de la población el nacionalismo económico mediante la metáfora cognitiva de la hacendosa y ahorradora “ama de casa suaba”. Una analogía falsa, según Katja Kipping, «pues los suabos no son conocidos solamente por su frugalidad, sino también por sus casas unifamiliares», una referencia indirecta a la casa común europea de la que habló Alexis Tsipras en Berlín, en la que no existe un propietario, sino que todos son inquilinos con los mismos derechos y deberes. [7]
Lo vivido en el parlamento alemán el pasado viernes con la demagogia populista en torno a la “traición a la patria” que lo precedió y el ensalzamiento de los más rancios valores patrios que terminó con el sí (“Ja”) al Pacto Fiscal recuerda tanto a la fábula de Heinrich Heine,[8] que no puede concebirse mejor manera de acabar este artículo que citando al gran poeta alemán:
El comité de los asnos era
dirigido por viejos orejudos;
llevaban las cabezas adornadas
con escarapelas negro, rojo y oro.
Había un pequeño partido caballar
pero no se atrevía a intervenir;
tenía miedo del alborotode los feroces viejos orejudos.
Pero cuando uno recomendó
la candidatura del caballo,
un viejo orejudo le interrumpió
gritándole: “¡Eres un traidor!”[…]
Así habló el patriota. En la sala
los asnos lo aclamaron.
Todos ellos eran nacionales
y con los cascos patearon.
NOTAS: [1] “Abstimmung zum Fiskalpakt: Merkels Eurokurs auf Talfahrt”, taz, 29 de junio de 2012. [2] “Live-Ticker zum Nachlesen: Auch Bundesrat verabschiedet ESM und Fiskalpakt mit breiter Mehrheit”, Tagesspiegel, 29 de junio de 2012. [3] Katja Kipping, “Den Fiskalpakt stoppen”, 25 de junio de 2012. [4] Rafael Poch, “Los socialdemócratas alemanes tienen la clave del pulso europeo”, La Vanguardia, 12 de mayo de 2012. [5] “Historischer Tag mit Hindernissen: Bundestag steht hinter ESM”, taz, 29 de junio de 2012. [6] Sahra Wagenknecht, “Das ist ein kalter Putsch gegen das Grundgesetz”, discurso ante el Bundestag, 29 de junio de 2012. [7] Katja Kipping, “Sparsam stirbt am schnellsten”, der Freitag, 28 de junio de 2012. [8] Heinrich Heine, “El asno electo”, en Radikal. Una antología (Madrid, Hiperión, 2008), p. 155-161. Traducción de Jesús Munárriz.
Àngel Ferrero es miembro del Comité de Redacción de SinPermiso.
GallardeteWord
2 Juliol 2012 at 13:23
Querida Angels, ahora creo que se entenderá mejor mi post sobre las primeras declaraciones de Almunia tras el acuerdo de la reunión del eurogrupo del pasado 29/06. Hubo quien lo consideró “equivocado” .Con tu permiso pongo el enlace, aunque esté exactamente dentro del tema de este post tuyo. Gracias anticipada,Angels. Besos.
http://gallardete.wordpress.com/2012/06/29/cargos_toxicos-poltronas-en-la-burbuja_bruselas/
GallardeteWord
2 Juliol 2012 at 13:25
Ay, mis lapsus! :)) quería decir “NO esté exactamente dentro del tema”.
Abrazos a tod@s
angelsmcastells
2 Juliol 2012 at 13:29
No te preocupes, Gallardete, se entendía tu comentario como se entiende tu post :)))… Por cierto, un buen análisis también el de Angel Ferrero, poniendo las cosas en su sitio… aunque sean así de tristes…