Hace una semana Jorge Cadima escribió sobre la banca de los USA como una gran “lavadora” de dinero, y recordaba las multas sin precedentes impuestas por el Departamento de Justicia de EE.UU. a dos gigantes de la banca, el HSBC de los USA y el UBS inglés. En el primer caso, por lavado de dinero y transacciones ilegales. En el segundo, por la manipulación del Libor y Euribor a su favor. Escribía también el periodista Matt Taibi, en la revista Rolling Stone (13/12/12), que los cargos contra el HSBC, considerado por Forbes el tercer banco más grande del mundo, incluyen “el lavado de miles de millones de dólares de los cárteles de la droga colombianos y mexicanos (entre otros) y la violación de numerosas leyes bancarias”. Pero el comportamiento del HSBC sólo pone de manifiesto, una vez más, la irreprimible naturaleza del escorpión: El periodista recordaba que el banco británico fue fundado en Hong Kong en 1865, en las postrimerías de la Guerra del Opio, cuando las potencias imperialistas occidentales obligaron a China a aceptar el comercio libre del opio en su territorio y ofrecer numerosas “concesiones” coloniales, incluyendo el territorio de Hong Kong. En otro momento, también Le Monde Diplomatique, nos explicaba que el HSBC fue el banco de los ingleses que comerciaban en la región cuando el opio representaba el 70% del comercio marítimo entre la India (también colonia británica) y China. Y haciendo un saldo en el tiempo y retornando a temas más cercanos por lo que a la actualidad española se refiere, conviene recordar, que el HSBC fue también el banco de Gescartera, según se reconoció en un informe enviado a la juez Teresa Palacios, y Rodrigo Rato, a través de la empresa Muinmo, fue (no se sabe si sigue siendo) uno de sus clientes especiales. Alguien los crea y ellos….
Con todos estos antecedentes no es extraño que también en el caso del HSBC la multa forme parte del acuerdo por el que no tendrá que acudir ante los tribunales. El servicio de noticias financieras del New York Times explicaba: “Las autoridades estatales y federales han decidido no presentar cargos contra el HSBC […] no [se] podía poner en peligro uno de los bancos más grandes del mundo y, en definitiva desestabilizar el sistema financiero global”. Con lo cual, el chantaje que “justifica” la inyección de miles de millones de dinero público para salvar a los bancos en quiebra sirve también para no llevar a juicio el lavado de dinero del narcotráfico.
The Economist, el gran defensor del sistema financiero anglosajón, bromeaba: “too big to jail” (demasiado grande para ir a la cárcel), jugando con “demasiado grande para caer”. Sin embargo, la noticia de The Economist suscitaba la sospecha de que la causa principal de las multas no es la droga: hablaba también de transferencias financieras ilegales con Irán, Sudán, Libia y Myanmar, insinuando “los riesgos de caer en el lado equivocado de la política exterior de los Estados Unidos”. Sea o no posible demostrar la función de la política exterior, lo cierto es que entre 2006 y 2008, cuatro bancos de Estados Unidos pagaron un total de 111,6 millones de dólares para evitar ser procesados, y naturalmente, ninguno de ellos lo fue. La justicia es también mercancía que puede comprarse quien tiene dinero. Y para eso, nada mejor que ser un gran banco “too big to fail in jail”.
Pero yendo algo más a la raíz del problema, parece de hecho existir una estrecha relación, que ya viene de sus orígenes, entre las grandes redes de delincuencia organizada en la estructura global del imperialismo: por ejemplo, en Afganistán, uno de los resultados evidentes es que desde que se produjo la ocupación de las tropas comandadas por los USA, la producción de opio se ha más que duplicado en relación a 1995. Y en su columna de opinión, Filipe Diniz se pregunta si en el marco general de la financiarización de la economía y la crisis del capitalismo, el capital bancario puede prescindir de una actividad que representa más del 1% del PIB mundial, y cuyo origen criminal, en el fondo, tampoco está tan lejos de la de origen “legítima” capital… (Y si les parece algo duro el salto, revisen los orígenes del HSBC). Lo cual sólo querría decir que ya estamos llegando a una nueva fase del capitalismo: la de la socialización de la delincuencia organizada, en diferentes niveles e intensidades.
Ante cuestiones tan hondas y de tanto peso, meter mano sin escrupulos (ni conciencia) en los fondos de formación para parados (caso Pallarols), dejar sin casa a quienes ya la han prácticamente pagado con los usuarios intereses hipotecarios, privatizar la sanidad para que saquen tajada los más desaprensivos, o entrar a saco y sin escrúpulos en la burla de los derechos humanos mientras la gente vive en la desigualdad creciente que enferma y la empuja incluso al suicidio, son sólo los indeseables brotes, más marrones que verdes, de un tronco sistémico ya putrefacto.