En La voz debida he encontrado un texto de Jean Ziegler especialmente oportuno en estos días y que merece difusión. Este sabio anciano suizo me recuerda en muchos sentidos José Saramago: ambos nos advirtieron reiteradamente de nuestra ceguera y el orden caníbal que nos des-gobierna. En setiembre del 2010, Ziegler concedió esta entrevista al presentar en España su libro El odio a Occidente (Península). La pueden leer entera siguiendo el link, pero destaco de sus palabras lo que tienen que ver con la salud y quienes impiden que sea una realidad universal en una sociedad más amable, de mayor equidad y menores desigualdades, a la manera que defiende y difunde Dempeus per la salut pública:
“Cada cinco segundos muere un niño de menos de 6 años; 37.000 personas fallecen de hambre cada día y más de mil millones (casi una sexta parte de la humanidad) sufre malnutrición permanente. Y mientras tanto, las 500 mayores multinacionales controlaron el año pasado el 53% del PIB mundial. Esta oligarquía del capital financiero organizado tiene un poder como jamás lo tuvo un papa, un rey o un emperador. Creo que la ceguera y la arrogancia de los occidentales es total.”.
Y citando ya directamente su libro, Ziegler desvelaba y desmontaba los crímenes de la deuda con estas palabras:
“El sur financia al norte. Los pobres financian a los ricos. Los pueblos de los países más pobres se matan trabajando para financiar el desarrollo de los países ricos. Los trabajadores de los países ricos se matan trabajando para financiar el nivel de vida de sus riquísimas oligarquías. ¿Cómo ocurre esto?
En 2003, las ayudas públicas al desarrollo de los países industriales del Norte a los 122 países del tercer mundo ascendieron a 54.000 millones de dólares. Ese mismo año, estos últimos países transfirieron a los bancos y oligarquías del Norte 436.000 millones de dólares en concepto de intereses de la deuda. Esto supone 8,1 veces más que lo recibido en ‘ayudas’ al desarrollo. ‘Ayudas’ que no son tales… Esta es la ‘violencia estructural’ que habita en el sistema. No hacen falta ametralladoras, napalm, carros blindados para dominar y someter a los pueblos y a las personas. Para eso, ya está la deuda. Y si la deuda no fuera suficiente y la población se rebelara, pues, están los mercenarios, los golpes de estado, las desapariciones, los asesinatos, las ametralladoras, el napalm y los carros blindados. La deuda es provechosa para los miembros de las clases dominantes extranjeras y los miembros de las clases dominantes autóctonas. Estos últimos, al mismo tiempo, comprados y compradores.
Así funcionan los ‘crímenes de la deuda’. Ahora, la violencia de la deuda es más sutil. Ya no es la ‘brutalidad visible’ del colonialismo, pero la violencia sigue siendo inherente al sistema. Sus armas son las organizaciones internacionales al servicio de las grandes multinacionales y las oligarquías del Norte: FMI, OMC, Banco Mundial, Unión Europea, los bancos privados… Brasil, año 1980. Los ‘expertos’ del FMI impusieron un severo ‘plan de ajuste estructural’, sinónimo de recortes brutales del gasto público (privatizaciones y ventas al extranjero de sus empresas y servicios públicos rentables, privilegios fiscales exorbitantes para las multinacionales, compras de armas forzosas, etc.) con la excusa de ‘relanzar’ el crecimiento. Brasil se sumió en una terrible crisis. Tuvo que suspender una campaña de vacunación nacional contra la rubéola. En 1984 se declaro una epidemia de rubéola que mató a decenas de miles de niños sin vacunar. La deuda los mató. En 2004, cada 5 segundos un niño de menos de 10 años moría a causa de la deuda.”
Pues desde que se publicó El odio a Occidente -y Ziegler lo sabe perfectamente- Europa ha seguido obnubilada por los mantras del FMI, el BCE y la UE, y no hemos hecho otra cosa más que devorarnos… Los más débiles, naturalmente, han caído antes. También han sido los más atacados, pero la verdad es que casi nadie ha salido en su defensa. Vivimos desarmados e hipmotizados por palabras totémicas (déficit, prima de riesgo, recortes, austeridad) y dejamos que cada vez más nos devore una deuda creciente y voraz, que se autolimenta de los intereses que genera, sin que nadie parezca capaz de encender las luces, romper el hechizo, cortar el nudo gordiano, y mandar a Merkel, Sarkozy, Durao Barroso, Mariano Rajoy –y a todos sus amos– definitivamente, a los vertederos de la historia.