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AVISO desde @_cafeambllet: No hay que caer en la trampa de hacerse de una Mútua!

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CLl- La sanidad es la partida más grande de la Generalitat. Le pregunto como economista: si la Generalitat no tiene dinero, no es inevitable recortar en sanidad?

AMC – Gestionar presupuestos es una tarea política y no un ejercicio contable como nos quieren hacer creer. Y eso lo digo como economista. Independientemente de que haya más o menos millones, los presupuestos no son partidas inamovibles y la clave es identificar bien las prioridades. En 2013 lo que se dedicó a pagar intereses de deuda es prácticamente el doble de lo que se ha recortado en sanidad.

CLl – Pero una parte de esta deuda es producto de haber construido hospitales y financiar servicios para los ciudadanos…

AMC – Debe quedar claro que el origen de la deuda es privada. Pero además, el informe sobre corrupción y sanidad del Global Corruption Report de Transparencia Internacional de 2006 advertía que cerca del 10 % del dinero que se mueven en el sector sanitario en los países desarrollados se ‘perdía’ en corrupción. Y no hemos mejorado. Un informe de la UE de 2014 advierte que el sector más vulnerable a la corrupción, después de la construcción, es el sanitario…

CLl – Y esto está en la deuda que tenemos que pagar…

AMC – Sí. Y también tienes que sumar los intermediarios, los sobrecostes injustificados, las puertas giratorias o el gasto en medicamentos hinchado por el monopolio de las farmacéuticas.

CLl – Entonces la solución pasa por no pagar la deuda?

AMC – La solución pasa por que los políticos hagan lo que tienen que hacer: poner ante todo las personas y auditar la deuda ilegítima. Están allí para servir al bien común y no para asegurar el cobro a los bancos o para rescatar autopistas. Este es el orden de prioridades y no al revés!

CLl – Pero alguna razón deben tener los gobiernos para asumir este orden de prioridades.

AMC – Estas prioridades están definidas desde finales de los años 80. El Consenso de Washington primero, y el de Bruselas después, establecieron estas reglas del juego que no son más que la aceptación de que las políticas económicas las marcan los poderosos y sus lobbies.

CLl – Y los gobiernos donde quedan?

AMC – Pues quedan en lo que estamos viendo: unos gobiernos títere al servicio de la banca, La Caixa y las multinacionales. Tanto da que Boi Ruiz o Mas Colell sean consejeros de una autonomía o ministros de un país independiente. El problema es que sirven a unos intereses determinados que no son los de la población de Cataluña .

CLl – Pero este gobierno tiene los votos de la ciudadanía…

AMC -.Este es el trabajo de todos los tertulianos y los intelectuales que están al servicio del poder. Con un nivel ínfimo en la mayoría de los casos, esta gente tiene todos los altavoces a su disposición y la mayoría de medios desprecian la ciudadanía.

CLl – Y eso hace que la gente vote gobiernos títeres?

AMC – Ayuda mucho. Estos formadores de opinión trabajan para que la gente no se dé cuenta, se confunda y, lo más efectivo, se crea que no puede hacer nada, que esto es lo que hay!

CLl – Pero esta gente son expertos, gente con estudios… hay colegas suyos del mundo de la economía…

AMC- Ser economista no presupone nada. Hace unos días estudiantes de economía de universidades de todo el mundo hicieron público un manifiesto donde piden más pluralismo en el programa. En las universidades está pasando lo mismo que a las televisiones: sólo se oye el discurso económico que interesa al poder. En Cataluña , por ejemplo, tenemos en Sala y Martin, que parece ser el único economista del país. Cuando lo encuentro en la televisión, cambio de canal.

CLl – Pero la gente dice que Sala y Martin explica muy bien!

AMC – Sí, pero lo importante es el contenido de lo que dice! Hay que ver a favor de qué intereses está. José Luis Sampedro decía que hay dos tipos de economistas: los que trabajan para hacer los ricos más ricos y los que trabajan para hacer los pobres menos pobres.

CLl – Y Sala y Martin…?

AMC – Sala y Martin es de los primeros. De los que llenan las universidades con el mismo discurso monolítico que ha hundido la economía. Por eso los estudiantes hacen un manifiesto! Saben que hay todo un mundo económico que les esconden. Incluso en la elitista universidad de Harvard han firmado el manifiesto.

CLl – De Harvard a los hospitales…

AMC – Es que es todo lo mismo. Hay que ver la economía, la investigación, la sanidad, la educación, el conjunto de los servicios públicos de manera global… y sobre todo, hay que ver la sanidad y la educación como inversión y no como gasto…

CLl – Y qué papel tiene el ciudadano que va a un hospital o a un CAP y no lo atienden?

AMC – Lo primero es no permitir que le den largas o que lo pongan en una lista de espera eterna. Y otra cosa importante: no caer en la trampa y no hacerse de una mutua!

CLl – Pero si el consejero Boi Ruiz ha dicho que es lo que hay que hacer!

AMC – El consejo, que lo ponga donde no le moleste. Y el consejero, que dimita. La gente debe exigir que se le atienda como es debido en la sanidad pública. Si te haces de una mutua les estás siguiendo el juego y admites que ellos han ganado. Y además, es un peligro para la salud pública: sólo la sanidad pública puede mejorar los determinantes de salud de la población.

CLl – Pero las mutuas sí que atienden a los enfermos

AMC – Sí, siempre que tengan dinero y siempre que no estén muy enfermos. Las mutuas son empresas que buscan beneficios. Sabes aquel dicho que dice que los bancos son como quien te deja un paraguas cuando hace sol y te lo pide -con intereses- cuando empieza a llover? Pues lo mismo ocurre con las mutuas, la mayoría en manos de la banca.

CLl – Si mañana fueras consejera de sanidad , que es lo primero que harías?

AMC – No lo tengo entre mis planes! Pero lo primero que hay que hacer es descontaminar la sanidad pública de la privada. Hay que sacar todos los parásitos que la están carcomiendo y hacer limpieza de consorcios, fundaciones, intermediarios. ¡Ah! Y acabar con las puertas giratorias que transitan los altos cargos de la pública a la privada y viceversa. Esto no es saludable y sale muy caro!

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Boi Ruiz, el cuenta-cuentos, malo para nuestra salud

Ruiz-PADROSA Escribe Antía Castedo sobre las fabulaciones de Boi Ruiz en el Parlament: por lo que entiendo, el conseller siguió navegando en aguas turbulentas, en el río de mentiras que afectan gravemente la salud de las personas. Ha llevado sus medidas de recortes y privatización tan lejos que se vió obligado a admitir que el incremento en el número de personas y tiempo demora en las listas de espera en intervenciones tan vitales para la salud como las de cirugía cardiaca ya son insufribles: Un total de 760 enfermos esperaban en junio en Cataluña una cirugía del corazón, frente a los 580 del mismo mes de 2012, lo que supone un aumento del 31%. Y todavía recuerdo cuando se ufanaron de cerrar los quirófanos por la tarde cuando los médicos que dirigían los servicios hablaban no sólo de la necesidad vital que suponía mantenerlos abiertos, sino del poco coste que representaba tener disponible personal magníficamente formado y entrenado el doble de tiempo por mucho menos de la mitad de dinero…. ¿Estupidez? ¿Mala gestión? No: destrucción programada del prestigio y universalidad de la sanidad pública para que unas clínicas privadas, con resultados mucho peores, puedan engordar su cuenta de explotación. Aunque sus beneficios tan ilegítimamente logrados signifiquen daños irreparables para la salud e incluso pérdida de vidas humanas.

Para estos pequeños napoleones de las privatizaciones como Boi Ruiz y Pedrosa, a grandes males (provocados por ellos mismos y su compromiso con la sanidad privada) “grandes” remedios: así, el anuncio de los “Planes de choque” que Boi confía al gran defraudador de la sanidad pública, Josep Maria Padrosa, presidente del Servicio Catalán de la Salud (CatSalut), a pesar de las presuntas incompatibilidades que protagoniza y que han reavivado las críticas sobre las puertas giratorias entre la sanidad pública y la privada. Como no conviene olvidar y Antía Castedo nos recuerda en su artículo, Padrosa era el apoderado de seis empresas privadas que en 2012 facturaron al CatSalut más de 14 millones de euros, lo que podría vulnerar varias leyes y ha provocado la apertura de una investigación por parte de la Oficina Antifraude de Cataluña (OAC).

Que las puertas giratorias son de hecho un enorme butrón tolerado por la Consellería de Salud lo demuestra que Ruiz y Padrosa, de conjunto y en unión, amigos y residentes en Barcelona, comparecieron ante la comisión de Salud del Parlament para reiterar lo que la Plataforma de Afectadas por los Recortes Sanitarios (PARS) habían denunciado el pasado mes de junio. Pero tienen respuesta y cara para todo. Y así, si Padrosa era apoderado de seis empresas, se cree libre de toda culpa al declarar que “no lo sabía”. Al parecer, se ve afectado por un síndrome de disfunción perceptora que afecta a personas inoculadas por virus de cohecho y corrupción, como por ejemplo la imposibilidad de Ana Mato para ver el Jaguar en su garage.

Y Boi Ruiz, a su vez, cae en episodios de falta de conciencia: defiende al director del CatSalut con cuentos de Blancanieves para excusar su manifiesta incompatibilidad en cualquier estado democrático (léase idoneidad en el caso de la sanidad catalana y española): Debeis saber, niños y niñas, que “todo el mundo que viene a la Administración pública llega desde algún lado y va a algún lado”… Sí, señor Boi cuenta-cuentos: sabemos muy bien de dónde vienen ustedes (de la sanidad privada) y a dónde van: a destruir lo mejor de la sanidad pública para que los servicios más rentables beneficien a la sanidad privada, aunque ese saqueo cueste enfermedad, dolor y vidas.

La guinda final la puso Boi Ruiz al dar, con retraso, los datos de las listas de espera del mes de junio, que ha vuelto a aumentar: de 70.814 personas en diciembre pasado a 79.376 personas en las listas de la desesperación en seis meses. Finalmente, nos dice la periodista de El Pais, el consejero no quiso responder a las denuncias realizadas por grupos de profesionales sobre la manipulación de las listas de espera en algunos hospitales. “Todo el mundo sabe que hay una lista A y una B”, le espetó la diputada de la CUP Isabel Vallet. Y de la lista B había un buen ejemplo en urgencias el pasado miércoles: 81 pacientes esperando en urgencias para poder ser ingresadas.

La sanidad catalana dificilmente podía caer en peores manos. El tándem Boi Ruiz-Pedrosa es letal para la sanidad pública y para nuestra salud.

 
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Publicat per a 18 Octubre 2013 in Salut, Serveis Públics

 

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El Borbón a la Quirón: nosotras SANIDAD PUBLICA!

Marea Blanca

Mientras hoy de nuevo la marea blanca inundaba Madrid este domingo desde la Plaza de Cibeles a la Puerta del Sol celebrando la paralización del proceso de externalización de seis hospitales, el Borbón, asesorado por su equipo de médicos y cortesanos, ha optado por ser operado (de nuevo) en la misma Clínica privada en la que se originó el problema que ha derivado en infección. Cuando los que viven en el Olimpo del 1% nos quieren dejar sin sanidad pública, poca clase tendría que ahora el Rey borboneara la Quirón San José y le hiciera el feo muy feo de optar por el Centro Hospitalario La Paz, público al 100% (por ahora, y que dure) y desde cuyas instalaciones se puede asistir a conciertos tan oportunos como reivindicativos de la Orquesta Solfónica:

Las distintas plataformas convocantes de la Mesa en Defensa de la Sanidad Pública celebran manifestaciones el tercer domingo de cada mes con el lema “Sí se puede”, pero la de hoy ha sido especialmente festiva, con esos lemas que no gustan, al parecer, ni al Gobierno ni a la Monarquía:

“la sanidad pública no se vende, se defiende”
“Sanidad 100 X 100 pública y universal”
“Somos médicos, somos pacientes, defendemos la sanidad pública”.

La marcha de este domingo, además de ser un éxito de convocatoria, ha estado marcada por la decisión del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, lo cual ha supuesto una inyección de ánimo y confianza aunque Lasquetty (inasequible al desaliento) todavía no se esconda, con los escorpiones y los reptiles, bajo las piedras. El ambiente no estaba tampoco exento de cierto humor negro: varios miles de manifestantes han realizado el recorrido amenizado por distintas bandas y con canciones como la de “Sí se puede, a por ellos, con tu salud harán caja o tu ataúd”.

imageLas marchas sirven de intercambio a los distintos colectivos vecinales para dar a conocer sus distintas iniciativas. Por ejemplo, se ha anunciado la I Carrera en defensa de la Sanidad Pública “Corre por tu salud”, que partirá el domingo 29 de septiembre del Hospital Infanta Cristina de Parla (Madrid). Dado el estado de la cadera del Rey, y a pesar de que será operado el próximo martes (sin listas de espera) en centro privado por médico privadísimo, no se espera que el Borbón (que como se ve asistió a los entrenos) participe en la carrera.

Pues eso, lo dicho: el Borbón a la Quirón mientras el común de los mortales, la ciudadanía harta de expolios, seguimos defendiendo, con más fuerza y convencimiento que nunca, la sanidad pública y universal, como derecho humano libre de saqueos, de gaviotas depredadoras y de fondos-buitre.

 
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Publicat per a 22 Setembre 2013 in Salut

 

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La sanidad pública (privatizada) reclamo turístico en la almoneda de los derechos

“Los servicios privados aumentan en los hospitales públicos”. Un gran (y muy útil) reportaje de Antía Castedo para la edición de Catalunya de El Pais que explica el canibalismo en el sector de la sanidad y cómo empeoran las condiciones de vida y trabajo de sus profesionales mientras se configura el doble nivel sanitario: una sanidad pobre, para pobres, y otra sanidad con mayores recursos y sin listas de espera para quienes puedan pagar que la sanidad es ya una mercancía y no un derecho universal. La sanidad pública de Catalunya convertida en un “atractivo” turístico más, como las obras de Gaudí o las Ramblas de Barcelona, todo ello muy bien justificado por los bonzos del neoliberalismo que nos condenan a listas de espera imposibles, o a pagar las cuotas de una mútua o una factura inasequible para la mayoría de bolsillos si queremos ser atendidos. Nunca debería poderse llevar a cabo la mercantilización de una necesidad tan básica, que concierne nuestra salud y nuestra vida, si nos respetáramos como sociedad civilizada. Estamos retrocediendo a los tiempos de la beneficiencia mientras nos venden (nos mienten) que eso es la modernidad. Estamos arrojando al abismo nuestra sanidad pública, siguiendo los pasos del sistema USA (que incluso los dirigentes más sensibles del Partido Demócrata abominan). Y en un gobierno de culpables, Boi Ruiz destaca por su empeño y compromiso en convertir lo que es un bien público de calidad, un servicio fundamental, en un atractivo de feria.  Puede ser que los jueces no acepten una querella contra él… pero desde el sentido común más básico, desde el más elemental sentimiento de justicia, su política tiene mucho delito. Y más temprano que tarde, tendrá que rendir cuentas (con todos los saqueadores de la salud)  por lo que nos están haciendo.

BRuiz_JMPique.jpg.crop_displayEn las ferias de turismo de países exóticos ya no solo se promocionan hoteles, operadores y destinos. También lo hacen los hospitales públicos catalanes. Es el caso del Hospital de Palamós —presidido por la alcaldesa de la localidad, la socialista Teresa Ferrés— cuyos directivos acudieron recientemente “de prospección” a un certamen de Moscú.

Aunque no hay datos oficiales, las fuentes consultadas coinciden en que cada vez más hospitales financiados por la Generalitat se apuntan al carro de la atención privada. La doble puerta de entrada se extiende al abrigo de los recortes, que mantienen plantas y quirófanos cerrados a pesar de las dolorosas listas de espera del Servicio Catalán de la Salud (CatSalut). Estos recursos “infrautilizados” se venden ahora al que lo paga de su bolsillo.

Aunque no el primero, el ejemplo más conocido es el del Hospital Clínic, un centro de referencia internacional que abrió en el año 2000 Barnaclínic, empresa de asistencia privada que utiliza instalaciones y profesionales del hospital. En 2008, Barnaclínic facturó 12 millones de euros. De ellos, ocho revirtieron de nuevo en las arcas del hospital. Pero los directivos del centro, menos reticentes en otros tiempos, se han negado ahora explicar el funcionamiento de la doble vía de atención. Lo mismo ha ocurrido con cerca de otra decena de hospitales consultados —muchos presididos por cargos públicos— que eluden dar explicaciones, algunos con el argumento de que se trata de un tema sensible sobre el que no hay que “hacer demagogia”.

Sin embargo, la preocupación sobre si estas nuevas iniciativas pueden afectar a la equidad va pareja con el auge de las mismas. “El conflicto de intereses es claro si los mismos médicos que atienden en la pública también cobran de la privada”, afirma Carme Borrell, doctora en Salud Pública y miembro del Centro de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública (Ciberesp). El Hospital de Sant Pau, que ha empezado a atender a pacientes por la privada, ha operado ya de varices a al menos dos personas que se han saltado, previo pago, los 8,4 meses de espera media para esta dolencia que marcan los datos del CatSalut. Los portavoces del hospital argumentan que, en tiempos de recortes, es necesario buscar “nuevas vías de financiación”.

El interés por abrir esta puerta no es nuevo –algunos concertados llevan décadas atendiendo a pacientes privados o mutuas— pero sí ha resurgido en los últimos tiempos. A pesar de los interrogantes que suscita, esta convivencia público-privada no está regulada, más allá de lo que establece la Ley General de Sanidad: “Las normas de utilización serán iguales para todos”. Solo hay códigos éticos y recomendaciones voluntarias de las propias entidades.

Uno de ellos es el elaborado por el ente público que actúa como patronal Consorcio de Salud y Social de Cataluña (CSC), que creó hace meses un grupo de trabajo con gerentes de una quincena de sus asociados. Entre los hospitales financiados por la Generalitat hay entidades privadas sin ánimo de lucro, de titularidad municipal y empresas públicas y consorcios participados por la Administración catalana. El resultado fue un documento consensuado de recomendaciones en el que se establece que los “recursos adicionales” generados por la actividad privada deben reinvertirse en la institución; el acceso y la priorización de las listas de espera deben ser transparentes; los circuitos deben diferenciarse de los de la prestación pública y los precios de los servicios deben incluir la parte correspondiente a los costes de amortización de las instalaciones y equipos.

El propio CSC ha implantado esta vía en el Centro Integral de Salud Cotxeres. El gerente, Josep Serrat, cree que el modelo “no es cuestionable”, aunque reconoce que no es fácil controlar su funcionamiento, entre otras razones porque “dentro de la consulta no se pueden poner cámaras”. En el código ético del centro se acepta que los médicos podrán informar de la opción privada “en el contexto de su actividad asistencial pública”.

Los incentivos para derivar a los pacientes a la vía de pago no son desdeñables. Un cirujano cardiovascular cobra poco más de 200 euros si opera para la sanidad pública fuera de su jornada laboral, mientras que se puede embolsar miles de euros si lo hace para la sanidad privada, reconoce José Luis Pomar, cirujano cardiovascular del Clínic. “Antes de los recortes era fácil en la pública programar intervenciones y encontrar huecos, pero ahora no puedo meter a nadie hasta septiembre si no es muy urgente”, explica.

Los sindicatos creen que el nuevo escenario acabará perjudicando todavía más al paciente público que no pueda pagar la privada. “Si abres esta posibilidad, nunca se invertirá en mejorar los hospitales públicos. Se está creando una sanidad para ricos y otra para pobres”, critica Carme Navarro, secretaria de Sanidad de Comisiones Obreras.

“Se cierran camas para luego contratar los servicios con los privados”, asegura Àngels Castells, economista de Dempeus por la Salud Pública. “¿Cómo puede ser que haya listas de espera y al mismo tiempo recursos infrautilizados?”, se pregunta. Una respuesta posible es la de Guillem López Casasnovas, catedrático de Economía de la UPF y miembro del Centro de Investigación en Economía y Salud. En un informe de la Fundación Víctor Grífols de 2006 elaborado por Casasnovas, Victòria Camps y Àngel Puyol, los autores afirman que el problema es de oferta, no de demanda. Si las fundaciones y consorcios no rentabilizan su actividad, acabarán incurriendo en déficit. Los porcentajes de penetración de la sanidad privada en los hospitales financiados mayoritariamente por el CatSalut son, de momento, modestos. La que más factura es la Fundación Puigvert y esta vía no alcanza el 20% del total de sus ingresos. Pero el nuevo escenario ya ha generado duras críticas de la patronal de hospitales privados (ACES), que se queja de competencia desleal. La otra patronal concertada, La Unió, que ha propuesto que la cartera de servicios públicos se reduzca a lo básico, también es favorable a la actividad privada.

Casasnovas cree que lo importante es que la Administración ejerza un control efectivo y que haya transparencia. Josep Vendrell, de ICV, duda de que esto sea posible en las condiciones actuales. “Lo que no puede ser es que el CatSalut se limite a pagar y no intervenga”, critica Vendrell. ICV ve urgente que está cuestión se regule y se fijen unos criterios obligatorios. Para ello, prepara una propuesta que presentará en el Parlament.

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“Renunciar” a la lista de espera

El documento de recomendaciones del Consorcio de Salud y Social de Cataluña (CSC) elaborado por consenso por una quincena de sus asociados contiene al final un anexo con dos plantillas para entregar a los pacientes que decidan entrar por la puerta de la privada en vez de por la pública. El paciente, al firmar el documento, “solicita su baja voluntaria de la lista de espera” pública para la misma intervención. Varios hospitales utilizan documentos similares, que hacen firmar a los pacientes antes de ser intervenidos o tratados.

En el caso de los procedimientos médicos, el paciente se compromete a que, si por alguna razón decide al final ser atendido en la pública, “los criterios de accesibilidad serán los vigentes en el momento de la solicitud del nuevo cambio”. Es decir, que se incorpora a la lista por la cola. La idea, según una fuente del sector, es “defenderse si hay acusaciones de lista de espera doble”.

Según una portavoz de CSC, el documento de recomendaciones parte de que “la actividad privada no puede ser una forma” de saltarse la lista de espera. “El acceso a la vía privada se puede iniciar de forma espontánea o porque la persona que está inscrita en la lista de espera decide tratarse de forma privada y, consecuentemente, sale de la lista”, afirma esta portavoz. El Hospital de Olot es uno de los que utiliza este mecanismo. “De las últimas 10 intervenciones privadas, solo dos pacientes estaban en lista de espera”, explican en el centro.

Si una persona está incluida en la lista del CatSalut, lo que debe hacer para ahorrarse la espera es firmar ese documento y pagar la intervención por la vía privada dentro del hospital público. Todavía le queda otra opción: recurrir a un hospital privado, donde no le harán firmar ningún documento.

 
 

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Magdalena Bandera, ciudadana indignada

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Magdalena Bandera mandó a Dempeus per la Salut Pública la carta que ha publicado en su blog y que quiero también reproducir en Punts de Vista. Ha trabajado como periodista en La Vanguardia, El Periódico de Catalunya y Público. En su faceta de escritora, es también autora de libros como “Hijos de guerra” (DeBols!llo, 2002), “Turbadísimos” (Martínez Roca, 2002), “33 tristes traumas” (Plaza & Janés, 2001), “Haciendo aguas” (DeBols!llo, 2000), “El síndrome de mi Estocolmo” (Plaza & Janés, 1999), “39 veces la primera vez” (DVD, 1999) y es coautora de ““No a la guerra” (RBA, Ara llibres, 2003) y las antologías de relatos “Lo del amor es un cuento” (Ópera prima, 1999), “Las manos muertas” (Círculo de Lectores), “Lavapiés” (Ópera Prima, 2001), “30. Que la vida iba en serio” (Martínez Roca, 2003). Prólogo del libro “Los diarios de Bagdad”, de Nuha Al-Radi (Lumen/La Rosa dels Vents, 2003).

Dice Magdalena en su carta, con fecha del pasado 2 de marzo:

“Sé que tengo cáncer de mama desde hace cinco meses. Todo va bien y el tumor reaccionó a la medicación satisfactoriamente desde el primer momento. Pero todo podría ser mucho más sencillo ahora si me lo hubieran detectado 10 meses antes, cuando fui a hacerme una ecografía para controlar mis quistes. Desde entonces, he acudido a tres médicos más -en total, dos privados y dos de la Sanidad pública-, porque sabía que algo no funcionaba bien. Su respuesta siempre fue que me tocaba sufrir, “los quistes son así”, y vieron innecesaria –o cara- hacerme una mamografía. Un cúmulo de negligencias y listas de espera, y supongo que una dosis de mala suerte, ha hecho que mi cáncer llegara a ser “localmente avanzado”.

Pero el momento clave fue julio del año pasado, cuando descubrí que tenía un ganglio axilar muy inflamado y corrí al médico de la Seguridad Social. Según el facultativo que me atendió, era “probablemente benigno”. Ante mi insistencia, encargó una ecografía que debían hacerme cuatro meses después, maldita lista de espera. “Te la harán cuando probablemente ya no lo tengas”, predijo el doctor.

Uxue Barkos anunciaba el lunes que debe retirarse de la vida pública para superar el cáncer de mama que padece. La semana pasada fue Esperanza Aguirre. De repente, al oírlas, todo se remueve. Es un sentimiento de solidaridad inmediato y muy profundo. Los primeros días que siguieron a mi diagnóstico solía pensar a menudo cuando veía a alguna chica joven “por favor, que no te pase, que no te pase”. Es la misma fuerza que siento cuando voy a quimioterapia.

Hasta ahora, no sabía nada sobre esas sondas que te inyectan en el cuerpo. Una bolsa tras otra. No las había visto jamás y a fecha de hoy desconozco cuánto cuestan. Bromeo diciendo que deben de ponerle droga, porque siempre estoy ansiosa por recibir cada nuevo “chute”. Desde el principio, pude ver cómo, día tras día, se reducía mi tumor. El mismo que durante el verano, después de mi visita a propósito del ganglio afectado por el cáncer, creció hasta hacerse enorme.

Finalmente, acudí a Urgencias el 8 de octubre y ahí empecé a tener algo de buena suerte: encontré a alguien que hacía bien su trabajo y no me obligaba a esperar más. Me atendió mi doctor perfecto, Xavier Encinas, quien aceleró todo el proceso en cuanto vio mi inflamación. Consiguió incluso que el laboratorio, que iba a cerrar por el puente del 12 de octubre, pusiera en marcha un viernes a mediodía (“a última hora de su jornada laboral”) el proceso para analizar la biopsia.

Por eso escribo hoy. Soy periodista y prefiero evitar la primera persona en mis textos. Llevo meses dándole vueltas a abrir un blog con informaciones sobre el cáncer de mama. He estado a punto de colgarlas muchas veces, pero me vencía la emoción. Hoy es otra cosa. Hoy me mueve la indignación, como diría Stephane Hessel, y no escribo ni como periodista ni como enferma de cáncer, sino como una ciudadana que desde siempre cree en la educación y la sanidad públicas.

Una ciudadana que hoy ha sentido rabia de veras por primera vez desde que enfermó al oír que el conseller de Salut de la Generalitat de Catalunya, Boi Ruiz –antiguo jefe de la patronal de los hospitales-, ha decidido que los quirófanos cierren por la tarde. Ayer la noticia era que acaba de eliminar el compromiso de que las listas de espera para las operaciones no sobrepasen los 180 días. Sus recortes también afectarán a los medicamentos más caros y el catálogo de servicios no incluirá ningún fármaco ni prestación nueva si no hay presupuesto. ¿Anunció esa barbaridad Artur Mas durante su campaña electoral? Yo jamás se lo oí decir.

Ya tengo asignada fecha para mi operación y ahora mismo llevo más del 60% de las sesiones de quimioterapia previstas inicialmente. Si todo va bien, debería de haber superado el 50% del tratamiento total. Los porcentajes, los dichosos pronósticos, son muy importantes para alguien que tiene cáncer. A menudo los traducimos en esperanza. Es una multiplicación infernal que no conduce a nada, por eso la evito. Pero sí hay otros números que no quiero obviar: los del presupuesto que cada gobierno destina a la Sanidad pública. El catalán ha confirmado que reducirá el suyo en un 10%, mil millones de euros.
En su nota de prensa, critica además que entre los años 2003 y 2010 los presupuestos de salud de Catalunya crecieran en un 76,5%. Pero el gobierno conservador de Mas no es la excepción.

Nos sublevan los controladores aéreos, contribuimos a la criminalización de los funcionarios y perdemos el tiempo “espiando” a los medios de comunicación neoliberales. Pero no hacemos nada por defender lo que es de todos y pagamos entre todos, incluido los millones de españoles que ahora están en paro. Nos creemos a pies juntillas que tenemos uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo, pero lo cierto es que hasta ahora sólo tenemos cubiertos los mínimos. Y la cosa va a empeorar mucho.

cancer__resizeEn estos momentos, por ejemplo, la Seguridad Social no ofrece, en la inmensa mayoría de los casos, la atención psicológica necesaria para afrontar una noticia de tal impacto ni para afrontar la dureza del tratamiento. Tampoco especialistas en nutrición para los enfermos de cáncer. Yo he tenido que buscarlo y pagarlo por mi cuenta y, gracias a esa asistencia, estoy minimizando los efectos secundarios de la quimioterapia a corto y medio plazo, y he aprendido qué alimentos son adecuados para luchar contra esta enfermedad. Pronto buscaré el modo de hacer públicas todas esas “recetas”.

Por desgracia, en nuestro sistema, psicología y nutrición pueden considerarse “lujos”. Lo que ya no es comprensible es que, en buena parte de los hospitales, como en el mío durante todos estos meses, no exista la figura del cirujano plástico para los casos que requieren una reconstrucción tras la extirpación de una mama. Cuando pregunté por todos los servicios disponibles, me dijeron que había “recortes”. A veces, esas operaciones llegan a tardar varios años cuando se derivan a otro centro, “hasta seis”. Al oírlo, no di crédito, pero no reaccioné. Durante los primeros meses apenas si he podido hacer otra cosa que concentrarme en lo que yo llamo “producir células buenas” como una tricotosa y cuidarme.

Durante todo este tiempo, apenas nunca he usado la palabra lucha. Ni enemigo, ni bicho, ni todo ese léxico bélico que acompaña a esta enfermedad mortal. Asumo que mis células se han vuelto locas y hay que poner cordura. Sin rencor ni rabia por los errores médicos que han cometido conmigo. He tenido bajones y llanteras, pero hasta ahora ninguno me ha paralizado. Desde que comprobamos que no había metástasis (por los pelos) y mi médico pronunció la frase “eso es importante para tu futuro”, supe que tenía que descansar y disfrutar más que nunca.

Por suerte, yo he podido hacerlo, porque desde hace más de tres años no soy autónoma. Tengo un contrato de trabajo que me permite estar de baja hasta curarme y mi empresa paga el 100% de mi salario. Pero soy plenamente consciente de que vivo en el país de los mileuristas y del 20% de la población en paro. Tampoco olvido que cuando era free-lance tuve una hepatitis A que me obligaba a escribir artículos a pesar de tener los ojos amarillos como patatas y el cuerpo agotado.

Dicen que el cáncer te cambia y probablemente lo sabré dentro de algún tiempo, porque estoy decidida a salir de ésta. En cualquier caso, lo que noto es que me está radicalizando. No me da miedo usar esa palabra. Desde que empezó mi desfile por aparatos de diagnóstico de última tecnología –¿hasta qué punto afectarán los recortes diseñados por los políticos con mutua privada a la adquisición de esas máquinas?-, más convencida estoy de que debemos ser más activos que nunca y decir “no” a muchas cosas. La pasividad ante la pérdida de derechos sociales y económicos es una de ellas. Estamos obligados a “indignarnos”, a reclamar a qué queremos que se destinen nuestros impuestos, más allá de la casilla de la Iglesia. ¿Por qué nadie plantea el debate de los presupuestos participativos?

Puedo perdonar los errores médicos pero no las listas de espera que crecerán en el futuro. Tampoco las declaraciones del vicepresidente primero del Gobierno español. Hace unas semanas, Alfredo Pérez Rubalcaba se atrevió a justificar la adopción de las medidas neoliberales de su gobierno diciendo que la austeridad “son las becas, las pensiones, las camas de los hospitales y las resonancias magnéticas del mañana”.

Con eso no se juega. Las listas de espera matan muchas esperanzas. De vida.”

Magda Bandera  2 de marzo de 2011


Fuente: Magdalena Bandera

 
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Publicat per a 9 Març 2011 in Gènere, Salut

 

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El escandaloso deterioro de la sanidad madrileña

sanidad-esperanza.jpgMe entero en el blog de Dempeus per la Salut Pública que según denuncia el sindicato UGT, la presidenta de la Comunidad Madrileña ‘castiga’ a casi dos mil pacientes, por preferir la sanidad pública. Los privados doblan el coste por cama pero, aún así, Espe-rancia Aguirre ha lanzado una fuerte campaña de marketing a favor de los hospitales privados que tantos problemas e irregularidades presentan.

Puede leerse también en Nueva Tribuna que la privatización de la sanidad avanza tan deprisa como crecen los retrasos para determinadas intervenciones quirúrgicas.  En sólo cinco años, la salud de un tercio de la población -dos millones de madrileños- ha pasado a ser gestionada por empresas privadas.

Por su parte, Juan Luis Martín, responsable de políticas sectoriales de UGT en Madrid, sostiene que el coste de las camas en manos privados duplica el coste del modelo tradicional, que las listas de espera superan en realidad los tres meses y pueden dispararse hasta los seis meses en el caso concreto de los pacientes que no quieren ser intervenidos en hospitales privados… y a pesar de las promesas electorales de la Presidenta de reducirlas, se ha alcanzado un pico histórico en el número de pacientes en lista de espera, según UGT. Y añaden: “Alguien no ha empleado adecuadamente los 396 millones gastados en los últimos cinco años” que se cierran con 51.000 pacientes en listas de espera. Por otro lado, los recortes de personal -2.600 efectivos menos que en 2008, según el balance final del año pasado-, empeorarán aún más la calidad de la asistencia.

Y UGT sigue informando de que otros servicios privatizados –como la gestión de citas- dejan también datos inquietantes, como el call center o servicio telefónico que atiende a los pacientes al demandar cita con su médico. Indra -la empresa de servicios española que opta a prestar este servicio- ha rebajado de 40 a 26 millones de euros su oferta para prestar este servicio, hoy en vías de privatización, pero lo realmente increíble es que ha sido la propia empresa la que dice que no necesita los 40 millones previstos por el Gobierno Aguirre en las bases de este concurso público. Y este “ahorro” le parece absolutamente creíble a UGT porque el sindicato afirma que si este servicio se prestara por medios públicos, costaría dos millones de euros menos de lo ofertado por la propia empresa Indra..

Pero, quiera lo que quiera la Presidenta, y a pesar de la destructora deriva privatizadora, un 67 por ciento de los ciudadanos y ciudadanas sigue prefiriendo la sanidad pública antes que la privada según los datos del Barómetro sanitario manejados por UGT.

Pueden seguir leyendo el demoledor informe en Nueva Tribuna.

 
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Publicat per a 22 Abril 2010 in Salut

 

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