A Vicente Martíñez-Pujalte hay que agradecerle su poca credibilidad, porque da un tono jocoso a la ceremonia de la confusión que el PP está celebrando día tras día. Si nos dejamos, sin embargo, todo el montaje tóxico puede provocar serios efectos secundarios no sólo en nuestros bolsillos, sino en el correcto funcionamiento de nuestras neuronas. La joya de ayer fue su desfachatez en presentar al fanático del intrusismo en competencias ajenas, Miguel Angel Fernández Ordoñez (MAFO para sus amigos que cada vez son menos) obligando a Rato a hacerse cargo de Bancaja cuando ya estaba al frente de Caja Madrid (que tampoco era precisamente, per se, una perita en dulce contable). Que Martínez Pujalte lance estos dardos indica que Miguel Angel Fernández Orodoñez está ya al final de una carrera equivocada como Gobernador del Banco de España. Lo suyo era más bien vocación de Presidente de la Patronal española, insistiendo de froma cansina en flexibilidad laboral y rebajas de salarios, mientras que el que fuera Presidente de la Patronal, Gerardo Díaz Ferran, tenía al parecer (y para desgracia de sus trabajadores y clientes) vocación de defraudador. Recordemos que tras la compra de Aerolíneas Argentinas por Marsans, la Fiscalía de la Audiencia Nacional solicitó una pena de prisión de dos años y cuatro meses para los ex dueños de Marsans, Gerardo Díaz Ferrán y Gonzalo Pascual, y el ex presidente de Air Comet, Antonio Mata y una indemnización conjunta de 99 millones por un delito contra la Hacienda Pública tras la compra de Aerolíneas Argentinas.
Y así podríamos seguir con el juego de los disparates, sillas musicales, e intercambio o usurpación de competencias, de manera que nadie parezca ser el responsable de nada.
En estos momentos, la mentira (o semi-verdad) que todo el mundo se traga es que la asunción de pérdidas de Bankia por parte del Estado (no habría que utilizar el concepto de NACIONALIZACIÓN en vano) es que se trata de una medida “imprescindible” para mantener la estabilidad del sistema financiero. Y lo mejor: que no se puede dejar caer el cuarto gran banco del Estado: un Banco que si llegó a ser el cuarto del país es, según Martínez Pujalte, porque a Rodrigo Rato le engañó su amigo MAFO. Ahora el PP insiste, de forma machacona que es lo mejor para accionistas, clientes y el resto del sistema bancario. Claro, el mantra es ese: se trata del cuarto banco de España. Pero la realidad, creo yo, es más bien que se trata del primer banco del PP
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Quizás lo que hay que salvar, de hecho, es que no se llegue a saber nunca del todo lo que oculta el gran agujero negro de Bankia: que estamos en manos de malos gestores, y que mucha gente todavía sigue premiando con su voto los desmanes de los jerarcas peperos de la Comunidad Valenciana y Madrileña (Tamayo y Saez aparte) y a quienes deberían ser mantenidos muy lejos (quizá bajo llave, cerrojo, barrote y candado) de los bienes públicos…
En resumen, y desde el punto de vista de la salud mental, lo que me gustaría transmitir lo expresaba de forma magnífica, burleta y muy triste Juan José Millás en El Pais el pasado 27 de abril. Bajo el título de “un sindios”, decía:
“Desde que los ministros de Rajoy, en especial Montoro y Ana Mato, decidieron explicar didácticamente los porqués de la demolición del Estado, entendemos las cosas mucho mejor. He aquí un resumen, claro como el agua, de sus argumentos: Se pone precio a la sanidad para que continúe siendo gratuita y se expulsa de ella a determinados colectivos para que siga siendo universal. Se liquidan las leyes laborales para salvaguardar los derechos de los trabajadores y se penaliza al jubilado y al enfermo para proteger a los colectivos más vulnerables. En cuanto a la educación, ponemos las tasas universitarias por las nubes para defender la igualdad de oportunidades y estimulamos su privatización para que continúe siendo pública. No es todo, ya que al objeto de mantener el orden público amnistiamos a los delincuentes grandes, ofrecemos salidas fiscales a los defraudadores ambiciosos y metemos cuatro años en la cárcel al que rompa una farola. Todo este programa reformador de gran calado no puede ponerse en marcha sin mentir, de modo que mentimos, sí, pero al modo de los novelistas: para que la verdad resplandezca. Dentro de esta lógica implacable, huimos de los periodistas para dar la cara y convocamos ruedas de prensa sin turno de preguntas para responder a todo. Nadie que tenga un poco de buena voluntad pondrá en duda por tanto que hemos autorizado la subida del gas y de la luz a fin de que resulten más baratos y que obedecemos sin rechistar a Merkel para no perder soberanía. A no tardar mucho, quizá dispongamos que los aviones salgan con más retraso para que lleguen puntuales. Convencidos de que el derecho a la información es sagrado en toda democracia que se precie, vamos a tomar RTVE al asalto para mantener la pluralidad informativa. A nadie extrañe que para garantizar la libertad, tengamos que suprimir las libertades.”