Los resultados electorales del pasado domingo representan un parte médico que acaba en pronósticos muy reservados sobre el estado del bipartidismo después de su “sonoro batacazo”. Así describía Rosa María Artal lo que es mucho más que un “accidente” y provoca que las constantes vitales del tándem PP-PSOE estén por los suelos: sumando sus votos se quedan por debajo del 49%. Nunca habían tenido menos aliento vital. Y descorazonado anda también una parte del equipo médico habitual como el periódico El País que quince días antes de las elecciones pronosticaba (sin mayor base científica, por lo que se constata) la recuperación del vigor del “bipartidismo ante las europeas”. Después de las elecciones, en cambio, ElPais imita la más apocalíptica de las Casandras al opinar que: “Los resultados dejarían un Congreso ingobernable en unas generales”…. Unos resultados que representan también para el propio periódico una amarga medicina ya que van a tener que informar (aunque sea bien) de Pablo Iglesias, cuyo nombre no apareció en sus páginas hasta el mismo día de las elecciones.
Vale la pena difundir el gráfico sobre el estado febril del bipartidismo, visto y tomado de InfoLibre por Comunidades Autónomas, después de las elecciones europeas:
Si no se cumplen las previsiones optimistas de Rajoy, tan a la gallega, en el sentido de que sus votantes pueden abstenerse, como en estas europeas, pero volverán a engrosar su granero cuando los necesite en las municipales o las generales y en manada suficiente para que de nuevo el PP maneje rodillos parlamentarios, reaparecerá lo que Jesús Maraña llama “ese monstruo de múltiples cabezas (financiera, política, institucional, mediática…) denominado gran coalición, del que en infoLibre ya se hablaba a principios de mes y que Felipe González confirmó en La Sexta para disgusto del aparato de Ferraz y para indignación de las bases socialistas. Con la excusa de “salvar España”, se adivina que unos cuantos ‘hombres de Estado” y acompañantes aspiran a salvar sus personales intereses o los de sus empresas.” Para ello confían en que la ciudadanía sufra una lobotomía y se olvide para siempre de la Caja B y sueldos B procedente de donantes contratantes de obra pública, como ya ha certificado el juez instructor de la causa por corrupción de Gürtel/Bárcenas. Olviden, como por suerte no hace Rosa María Artal, los hachazos dados por el PP a los servicios públicos. “Concretamente el daño inferido a la sanidad pública –que era de las mejores del mundo- ocasiona ya víctimas reales y los repagos han convertido la salud en producto de consumo sujeto a precio y vaivenes del mercado. Los daños ocasionados en los derechos laborales son prácticamente irreversibles. El tandem interior/justicia se ha empleado a fondo en modificar los códigos con leyes francamente represivas e involucionistas. Y de sus acciones contra la mujer baste de ejemplo la elección de un candidato machista de manual que, por cierto, sale ya tan campante para Europa en nuestra representación.”
Pero lo grave es, con la gran abstención, que “todo esto y más lo aprueban y secundan casi 4 millones de personas.(…) Las sectas destructivas no funcionan con lógica, les han programado para comportarse como soportes del líder al que siguen ciegamente. Para justificar sus atropellos con inverosímiles argumentos que en muchos casos ofenden a la inteligencia”.
Ojalá el hecho de que la Comunidad Valenciana encabece el retroceso del bipartidismo signifique ¡finalmente! que la corrupción empieza a pasar factura y que la descomposición que necesariamente perfunde ha carcomido las columnas vertebrales de los partidos ensobrados y vendidos. Vean si no el gráfico de la pérdida bipartidista, y recuerden Fabras, jaguares no vistos en garages y más efectos Gürteles…
Pero no basta, desde las izquierdas más o menos plurales o con vocación de serlo, que se alegren o se maravillen por sus mejores resultados. Porque son todavía muy insuficientes, y hay que avanzar a toda prisa. Nos va la salud (no sólo democrática, sino incluso personal) en ello. Nos jugamos el futuro de los por venir y un presente en la barbarie, amargo e indigno. Como escribe hoy Olga Rodriguez (con mención y dedicatoria muy encarecida para la gente de Izquierda Unida y Podemos):
“Este no es un momento de reclusión, sino de expansión. Es un contexto para aprehender los elementos consensuales de la sociedad civil, volcarlos en un discurso ideológico global y unificador y plasmar éste en un proyecto de toma de poder que no solo asegure el consenso, sino que sea la expresión de ese consenso. Para ello, más allá de las siglas hay que ir a donde está la gente y no esperar a que ésta vaya a las sedes de los partidos. El amplio espectro social que comparte intereses comunes, que defiende las pensiones, la dación en pago retroactiva o la sanidad pública de calidad, entre tantos otros derechos fundamentales, recibiría con ilusión y esperanza este otro modo de hacer política. En ese sentido, los resultados del 25M transmiten (para todo lo que no sea bipartidismo ni tinieblas) un mensaje importante y son de por sí un buen comienzo.”