Podría estar horas buscando en el María Moliner la mejor manera de describir esta rapiña continuada, este desgobierno que nos afecta la vida y puede acabar de forma trágica (poco a poco o de repente, como a la joven inglesa en el aeropuerto de Girona que con sólo 21 años y embarazada de entre tres y cuatro meses, falleció ayer sin que el Servicio de Asistencia Sanitaria de 24 horas, que se cerró en julio de 2012, pudiera prestarle asistencia). Podría darle vueltas a la cabeza sofocando la indignación para encontrar la palabra más acertada, pero no conseguiría la expresión feliz de Rosario Carmona sobre el descontrol de la sanidad en el Reino de España, en Catalunya… y cada lector o lectora, según donde viva, podrá ver si es adecuado añadirle el nombre de su Comunidad.
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El caso del medicamento retirado Agreal es para los amigos de SICOM televisión un símbolo de la falta de escrúpulos a la hora de comercializar medicamentos, y nos explica de manera evidente que el problema radica en la falta de regulaciones adecuadas a los derechos de la ciudadanía.
De acuerdo con declaraciones de expertos, desde los años 90 el medicamento no es considerado una herramienta de salud sino un producto de comercio, una mercancía, sin embargo (y a pesar de ello) en los Estados Unidos, en Gran Bretaña y en otros países, se vigilan las malas prácticas de los laboratorios y se hacen públicas multas millonarias cuando se demuestra (y sucede con cierta frecuencia) que han comprado médicos, han promovido sus productos para indicaciones que no estaban autorizadas, han pagado en especie (a veces muy substanciosa) para que prescribieran un determinado medicamento o convencieran a su hospital para que financiara un determinado fármaco.
En cambio, en España, denuncia en el video el Catedrático y Director del Instituto Catalán de Farmacología, J.R. Laporte, nunca hay multas por estas prácticas. Irónicamente avisa que él está muy contento, porque eso debe significar que aquí no hay mala praxis. Pero es imposible que en el país de la corrupción institucionalizada, de las puertas giratorias que son de hecho butrones de record Guiness, no haya habido nunca promoción ilegal, ni se haya comprado ningún experto… No sólo es imposible, sino que las poco recomendables recomendaciones de las “comisiones de sabios” sobre estos temas o parecidos lo demuestran de manera escandalosa. Basta con leer los curriculums de los “sabios” para entender que lo que son de verdad es un “lobby” dispuesto a decir lo que más convenga a sus patrocinadores. Por eso es tan feliz la expresión de Rosario, y no hay que darle más vueltas: “La sanidad está en manos de mangantes: ¡Me lo llevo!”