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Porque el #sanichollo sólo es para los que hunden nuestra sanidad…

B2Ph-IWCUAAMIoWIntento todavía digerir el primer Estudio sobre la situación laboral de los médicos en España elaborado por la Organización Médica Colegial (OMC)- No puede ser más triste ni difícil de asumir: la mitad de los médicos de la sanidad pública están sin contrato indefinido, y 10.000 se han ido a trabajar al extranjero en los últimos cuatro años. El colectivo que ha realizado el Informe representa a los 52 colegios oficiales de médicos existentes en España y da muchísimos datos que demuestran hasta que punto han puesto en precario nuestra sanidad pública: está pasando a ser ya una especie en extinción el profesional que tiene “una plaza en propiedad” (aunque sería mejor decir un puesto de trabajo digno donde ejercer) mientras se van encadenando, entre la incertidumbre y el miedo, contratos temporales que invitan, nada sutilmente, a emigrar. La lógica de los buitres carroñeros es perversa: excluyendo a personas enfermas de la sanidad, también puede echarse personal médico del sistema de salud. Pueden seguir leyendo en dempeus, pero pueden también darle la vuelta con Médicos del Mundo que ayer protagonizó por las calles de Madrid un esperpento que dentro de nada puede ser muy real:

B2QvAv-IMAAq0ODPorque… ¿para qué necesitamos más médicos cuando está en oferta el “doityourself”? “Tu te subes a la ambulancia, y tu te atiendes”, “Sujeta tu propio gotero” o “2×1, comparte tu ambulancia y paga la mitad” son algunas de las ofertas de la campaña Sanichollo, lanzada por Médicos del Mundo. Las ambulancias con estos o parecidos mensajes recorrieron ayer las calles de Madrid siguiendo la línea de denuncia que pone el acento en las consecuencias de los recortes sanitarios en España, con un guiño a la moda del consumo low cost: “Sólo hoy, masaje cardiaco gratis”…

La campaña se articula en torno a la web www.sanichollo.es, que se define irónicamente como la página donde encontrar “las mejores ofertas para quienes se han quedado sin sanidad pública” y que presenta un aspecto similar al de las web de compras con descuento. El lema final, “para la salud no hay gangas”, consolida el mensaje de la campaña: ninguna de las ofertas de Sanichollo existe en realidad, pero aunque parecen inverosímiles, desgraciadamente los casos que hay detrás de cada una de ellas sí son reales. Míralos y avergoncémonos por cómo hemos dejado que nuestra sanidad se haya convertido en un “supersanichollo” para los personajes más indeseables de los negocios y la política.

HAY QUE PONERSE SERIOS

Nos dicen desde Médicos del Mundo: “Es el momento de reivindicar una sanidad pública de cobertura universal, ahora que todavía estamos a tiempo de cambiar las cosas. Porque para la salud no hay gangas ni las va a haber nunca”. Por eso continúan con esta acción-denuncia la campaña “Nadie Desechado” del 2013. Y yo estoy con ellos.

Sigue leyendo en Médicos del Mundo y en las redes #Sanichollo

Hashtag: #Sanichollo.
A través del perfil en Twitter de la asociación: @MedicosdelMundo.
A través de Facebook: https://www.facebook.com/medicosdelmundo.espana.
Página web de la campaña: http://www.sanichollo.es.

 
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Publicat per a 13 Novembre 2014 in Salut

 

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La “externalización” de la #sanidad pública y el asqueroso bocadillo de atún

Sabemos que la privatización de la sanidad se disfraza de múltiples formas y se pone todas las máscaras: concierto, fundación, derivación, externalización, concesión y “Programa” con todo tipo de apellidos, desde el PPP de Prestación Privada hasta el VISC+ de venta de historias clínicas. En Barcelona, unos meses atrás, se debatió sobre los límites de la intromisión de lo privado en la sanidad pública y un ponente valoró que la externalización de los servicios de limpieza, incluyendo lavandería y cocina, eran lo menos reseñable. Quizás, en una estrategia necesaria de recuperación del carácter 100% público de la sanidad, podían no figurar dichos servicios. A otras asistentes les parecía fundamental no hacer exclusiones y recordaron cómo las compañeras de lavanderías privatizadas de Madrid no sólo habían perdido su puesto de trabajo o reducido su sueldo, sino que con razón se quejaban de la insuficiente limpieza “externalizada” de sábanas y toallas. Y se recordó también la importancia de una nutrición adecuada y fiable para la recuperación, mencionando una tortilla de color verde, sospechosamente mohosa, que se había corrido por las redes al servise en un Hospital de Navarra recientemente privatizado.
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Hoy recupero los argumentos de aquel encuentro, porque la comida insalubre es como la muerta de la curva que reaparece en todos los hospitales en vías de privatización, demostrando hasta qué punto (también con las externalizaciones de los servicios de cocina) nos jugamos la salud. Las denuncias de personal sanitario, pacientes y familiares sobre el deterioro del servicio y la calidad de la alimentación en las cocinas privatizadas de los hospitales públicos se han recogido en el magnífico trabajo de Martín Cúneo  y publicado en Diagonal
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Cena proporcionada por Mediterránea de Catering en el hospital público Morales Meseguer, en Murcia. Foto tomada por familiares de una paciente con cáncer.
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.Con la excusa de que la comida no tiene nada que ver con la sanidad, la Comunidad de Madrid pretende avanzar en la privatización de las cocinas en los hospitales públicos. Así lo denuncia el Sindicato Asambleario de Sanidad de Madrid (SAS Madrid), que ha lanzado un estudio y una campaña para enterrar esta generalizada idea.La privatización de la alimentación en los hospitales públicos, detalla el informe, se inició en julio de 2012, con la ley 4/2012, por la que el Gobierno de Esperanza Aguirre decretó la progresiva privatización de 26 servicios “no sanitarios”, entre ellos las cocinas. Desde entonces, la Comunidad ha entregado al sector privado los servicios de limpieza y lavandería, entre denuncias de gestión deficiente, despidos y rebajas salarias de hasta el 45%. Precisamente para evitar que esta “ola privatizadora” continúe con las cocinas, el SAS ha iniciado una campaña para destacar la importancia de la nutrición en la salud de los pacientes.Sin ir más lejos, según el estudio Predyces, el 23% de los pacientes ingresados en un hospital español se encuentra en riesgo de desnutrición. La malnutrición, defienden desde el SAS, compromete la recuperación del paciente, condiciona la tasa de reingresos prematuros, produce una mayor “susceptibilidad a la infección” y contribuye a aumentar la tasa de muerte y de enfermedades.

Según el SAS, la “mercantilización” de las cocinas no sólo pone en peligro “la calidad del proceso asistencial”, sino que no significa necesariamente un ahorro. Según un informe de la Cámara de Comptos de Navarra, de junio de 2014, sobre la externalización de las cocinas del Complejo Hospitalario de Navarra, si se hubiese mantenido el sistema público, se habría producido un ahorro de 676.314 euros.
Según el SAS, la “mercantilización” de las cocinas no sólo pone en peligro “la calidad del proceso asistencial”, sino que no significa necesariamente un ahorro

En el caso de la Comunidad de Murcia, la revista Interviú, bajo el título Precios “gourmet” para hospitales públicos, la empresa Mediterránea de Catering, subcontratada en varios hospitales públicos de esta comunidad autónoma, cobraba 4,60 € por un litro de leche, 3,6 € por una infusión y 3,40 € por un zumo.

Según destaca el SAS, también la calidad de la comida se ve comprometida. Los sistemas de control aplicados sobre el Complejo Hospitalario de Navarra han finalizado en tres expedientes sancionadores a la empresa adjudicataria por un importe de 75.000 euros después de que en 34 inspecciones se detectaran 84 anomalías relacionadas con la higiene, las temperaturas y los materiales empleados, según el informe de la Cámara de Comptos de Navarra.

Otro ejemplo: la privatización de las cocinas y la cafetería del Hospital de Villajoyosa (Marina Baixa), en junio de 2009, supuso, detalla el informe del SAS, “no sólo la reducción de la plantilla sino una importante rebaja de la calidad que dio lugar a numerosas quejas”.

Otra muestra de la degradación del servicio en las cocinas privatizadas tiene forma de sandwich: la foto de dos rebanadas de pan bimbo con un poco de atún saltó a las redes gracias a la familia de una paciente con cáncer en el hospital público Morales Meseguer, en Murcia. La concesionaria era una vez más Mediterránea de Catering, una empresa que recientemente se ha hecho cargo, denuncian desde el SAS, de la alimentación de los pacientes del hospital Infanta Leonor de Vallecas.

 
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Publicat per a 27 Setembre 2014 in Salut

 

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También Portugal reivindica: “A Saúde é um direito, não um negócio”

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Portugal también se moviliza en defensa de la sanidad, y de manera especial al cumplirse los 35 años de existencia del Serviço Nacional de Saúde. Y no es extraño que uno de los gritos y reivindicaciones de estos días sea idéntico al de otras Mareas blancas de la Península: “A Saúde é um direito, não é um negócio”. También en Portugal poco importan los derechos humanos a los hombres de negro o a los políticos que imponen los brutales recortes en nombre del “superior derecho” (?) a aumentar la desigualdad, el miedo, la desposesión y la explotación en nombre de la troika antipersonas.

Cuando el Serviço Nacional de Saúde (SNS) completa los 35 años de existencia, organizaciones políticas, sindicales y ciudadanas portuguesas consideran que defender esta importante conquista de Abril es un imperativo nacional. Sólo con el SNS se puede garantizar, en el presente y en el futuro, el acceso de toda la población a los cuidados de la medicina preventiva, curativa y de rehabilitación, sea cual sea su condición económica. Los éxitos y mejoras en las condiciones de vida y salud de la población que se han conseguido conseguido con el SNS se deben en gran medida a la vocación y conciencia democrática de sus profesionales, a todos los niveles, identificados con los intereses, derechos y necesidades de la gente.

imageCon ocasion del 35 aniversario del SNS, el PCP ha editado un documento en el que también reafirma que «a Saúde é um direito, não é um negócio» y que «defender el SNS» significa «garantizar el acceso a la atención sanitaria universal». Y explica:
«La lógica economicista de la gestión de la Salud que se proyecta en las decisiones de cierre de servicios de proximidad, privatización de servicios, en la creciente promiscuidad entre lo público ynlo privado, en los compromissos con los grandes grupos privados da Salud, han tenido como consecuencia la transferencia de una parte significativa de la prestacion de cuidados a los grupos privados, con pérdida de calidad en la atención y aumento de costes para las familias».

Y resumen en 10 puntos las consecuencias más evidentes de la política de saqueo en favor de los intereses privados que sufre la sanidad portuguesa (comparen hasta qué punto son las mismas para la mayoría de habitantes de la Península):

# Más de um millón de portugueses carecen de médico de familia;
# Cierre de decenas de servicios de proximidad (centros de Salud; SAP y servicios de urgencias, de maternidad, entre outros);
# Recortes en las ayudas o en los servicios de transporte de enfermos no urgentes;
# Tiempos de espera para cirugía y consultas da especialitas muy por encima de lo que se reconoce como garantía de seguridad;
# Cierres de instalaciones sanitarias que obligan a desplazamientod de dezenas decenas o incluso centenares de quilómetros;
# Déficit de profesionales a todos los niveles, agravado por su desvalorización social, profesional y salarial;
# Dificultades crecientes para tener acesso a los medicamentos de los hospitales.

Noticia vista en Avante.pt

 
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Publicat per a 28 Juny 2014 in Europa, Salut

 

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Por la sanidad pública y universal #Obrimplantesillits

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Cuenta Jessica Mouzo Quintáns que un nuevo alarido en defensa de la sanidad pública retumbó en la mañana de ayer entre los muros de varios hospitales catalanes. Centenares de trabajadores y pacientes secundaron con concentraciones y paros a las puertas de los centros sanitarios una retahíla de demandas para resarcir la empobrecida situación de la sanidad pública. El cierre de camas y las largas listas de espera a consecuencia de la política de recortes que ha aplicado el Departamento de Salud desde 2011 centraron las denuncias de los afectados.

Auspiciados por las plataformas en defensa de la sanidad pública, entidades sociales y asociaciones de vecinos, cuatro hospitales catalanes capitanearon la jornada de protestas. Usuarios y empleados del hospital Arnau de Vilanova de Lleida, del Verge de la Cinta de Tortosa (Tarragona), del Hospital de Mataró y del Vall d’Hebron de Barcelona coparon las respectivas entradas de sus centros sanitarios y exigieron la reapertura de las plantas cerradas de los hospitales. Además, una quincena de personas ocuparon la quinta planta de traumatología del Vall d’Hebron, cerrada desde hace dos años. “Se trata de una acción simbólica y silenciosa porque estamos dentro de un hospital y no queremos molestar a los pacientes”, explicó Josep Martí, ex director médico asistencial del centro y activista de las plataformas en defensa de la sanidad pública.

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También en el hospital de Bellvitge se encerraron por la tarde una veintena de personas. El área de infecciosos, en la planta 12, fue tomada por los trabajadores y de acuerdo con la veintena de pacientes ingresados, para evitar el cierre de las 24 camas que el hospital tenía previsto clausurar hasta el final del verano. “En Bellvitge hay plantas cerradas y derivamos a los pacientes a hospitales como el Moisès Broggi de Sant Joan Despí o a centros 100% privados, que es el objetivo final de la Generalitat”, apuntó Manuel de los Riscos, delegado sindical de CGT en el hospital.

Los trabajadores del hospital Doctor Josep Trueta de Girona y del Hospital Germans Trias i Pujol (Can Ruti) de Badalona participaron en la jornada de protestas empapelando sus respectivos centros sanitarios con octavillas y carteles que denuncian los recortes en la sanidad catalana.

Las plataformas y entidades en defensa de la sanidad pública denunciaron que el presupuesto de Salud ha pasado de 9.874 millones de euros en 2010 a 8.289 millones en 2013, un 16% menos. Este recorte, explicaron los convocantes de las protestas, ha provocado “un aumento del 60% en las listas de espera quirúrgicas de los 14 procedimientos en garantía” y más precariedad laboral en el sistema sanitario. “Abriendo las camas cerradas en Bellvitge, Can Ruti y Vall d’Hebron, que son 500, con una estancia media de siete días, y cerrándolas en agosto, se podrían ingresar 23.500 pacientes más al año”, ha apostillado Martí. Según los convocantes de las protestas, en tres años, el Clínic ha cerrado 74 camas; Bellitge, 260; Vall d’Hebron, 130; Can Ruti, 115; y el Sant Pau, 106.

Las plataformas en defensa de la salud pública aprovecharon para denunciar también que, mientras a los hospitales públicos se les recortan los presupuestos en los últimos tres años “entre un 10% y un 15%”, los centros privados con afán de lucro “como el IDC/CAPIO, del que forman parte el General de Catalunya, el Sagrat Cor y la Clínica de Sabadell, se les ha aumentado el concierto de 71,1 millones a 127 millones, es decir, un aumento del 78,6%”.

Visto en El Pais

 
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Publicat per a 21 Juny 2014 in Salut, Serveis Públics

 

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Ser tratado como un Rey (por la sanidad pública o por @_cafeambllet )

Recordando lo aprendido de Vicente Romano, el profesor que nos enseñó comunicación y socialismo según decía Pascual Serrano y que nos dejó hace pocos días, hoy tenemos todos hecha la agenda, dispuesto el orden del día. Los grandes propietarios de los medios de comunicación y los directores por ellos escogidos (o impuestos desde más altas y palaciegas instancias) tienen la capacidad de seleccionar y publicar, de dar a conocer a los demás los aspectos de la realidad más acordes con sus intereses, y hoy ponen todos los focos en un sólo punto, borbónico por más señas, haciéndonos creer que en esa familia se funden y representan todos nuestros intereses y necesidades. Por suerte, los medios no puedan moldear cada opinión, pero “sí pueden enmarcar la realidad perceptiva en torno a la cual se forman las opiniones”. Y hoy se esfuerzan con ahínco, intentando establecer los límites del discurso y la comprensión de la ciudadanía.

También deseo, como Pascual Serrano, que Vicente Romano esté “en compañía de Bertolt Brecht, firmes y disciplinados como buenos comunistas, pero siempre burlándose y rebeldes ante todo el que les quiera gobernar sin justicia”. Una falta de justicia que los medios del stablishment se esfuerzan por legitimar, insistiendo machaconamente (y muchas veces demasiado zafiamente) en moldear la opinión. Por suerte, tampoco lo consiguen con todos, aunque no tienen por qué hacerlo. “Basta con legitimar ciertos puntos de vista y deslegitimar otros. Y el resultado es un pensamiento único, uniforme, acrítico, y, por consiguiente, la falsa conciencia” como decía Romano.

imagePor eso conviene destacar a los insumisos, hacer acopio de anticuerpos y crearse los antihistamínicos naturales. Y hoy quiero hablar de dos ejemplos de resistencia frente a la uniformidad, muy diferentes entre sí, pero iguales en sano descaro. El primero, lo ha puesto en práctica Jose María García, un hombre enfermo de L’Hospitalet que era atendido en el Hospital Clínic de sus dolencias y ahora, en la “reorganización” privatizadora debe acudir a la puerta privada de Barnaclínic y abonar casi 200€ si quiere seguir siendo tratado por su “equipo médico habitual”. Por eso José María ha lanzado una recogida de firmas en change.org y pide (hoy, precisamente) SER TRATADO COMO UN REY. Por la sanidad pública, naturalmente. Una sanidad pública que si no fuera mordida y desmembrada por los cuervos privatizadores podría tratar de manera universal a todas las personas enfermas como auténticos ciudadanos, que debería equivaler, como mínimo en el siglo XXI, a ser miembro de realeza. Y vale la pena apoyarle. (Por motivos muy semejantes a los que mueven la protesta de José María, desde diversos colectivos se ha puesto en marcha una prometedora macroreclamación de la que podeís informaros y a la que podeis uniros aquí).

Y la segunda fuente, prácticamente inagotable, de anticuerpos antiborbónicos (y más) la encontrarán en el número 3 del cafeambllet mensual que ya está difundiéndose en papel por Catalunya pero que también pueden bajarse (en catalán y en castellano) en la web de cafeambllet. Y ayuden, subscribiéndose o colaborando, en la medida de lo que puedan, a que siga editándose esta pócima de salud pública y personal.

Y un último consejo: hoy no miren televisión: Dispuestos a investigar la REAL (y cruda) realidad, provéanse de lupa y escudriñen esta contraportada, que también hará historia:

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Publicat per a 19 Juny 2014 in Mitjans de Comunicació, Salut

 

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AVISO desde @_cafeambllet: No hay que caer en la trampa de hacerse de una Mútua!

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CLl- La sanidad es la partida más grande de la Generalitat. Le pregunto como economista: si la Generalitat no tiene dinero, no es inevitable recortar en sanidad?

AMC – Gestionar presupuestos es una tarea política y no un ejercicio contable como nos quieren hacer creer. Y eso lo digo como economista. Independientemente de que haya más o menos millones, los presupuestos no son partidas inamovibles y la clave es identificar bien las prioridades. En 2013 lo que se dedicó a pagar intereses de deuda es prácticamente el doble de lo que se ha recortado en sanidad.

CLl – Pero una parte de esta deuda es producto de haber construido hospitales y financiar servicios para los ciudadanos…

AMC – Debe quedar claro que el origen de la deuda es privada. Pero además, el informe sobre corrupción y sanidad del Global Corruption Report de Transparencia Internacional de 2006 advertía que cerca del 10 % del dinero que se mueven en el sector sanitario en los países desarrollados se ‘perdía’ en corrupción. Y no hemos mejorado. Un informe de la UE de 2014 advierte que el sector más vulnerable a la corrupción, después de la construcción, es el sanitario…

CLl – Y esto está en la deuda que tenemos que pagar…

AMC – Sí. Y también tienes que sumar los intermediarios, los sobrecostes injustificados, las puertas giratorias o el gasto en medicamentos hinchado por el monopolio de las farmacéuticas.

CLl – Entonces la solución pasa por no pagar la deuda?

AMC – La solución pasa por que los políticos hagan lo que tienen que hacer: poner ante todo las personas y auditar la deuda ilegítima. Están allí para servir al bien común y no para asegurar el cobro a los bancos o para rescatar autopistas. Este es el orden de prioridades y no al revés!

CLl – Pero alguna razón deben tener los gobiernos para asumir este orden de prioridades.

AMC – Estas prioridades están definidas desde finales de los años 80. El Consenso de Washington primero, y el de Bruselas después, establecieron estas reglas del juego que no son más que la aceptación de que las políticas económicas las marcan los poderosos y sus lobbies.

CLl – Y los gobiernos donde quedan?

AMC – Pues quedan en lo que estamos viendo: unos gobiernos títere al servicio de la banca, La Caixa y las multinacionales. Tanto da que Boi Ruiz o Mas Colell sean consejeros de una autonomía o ministros de un país independiente. El problema es que sirven a unos intereses determinados que no son los de la población de Cataluña .

CLl – Pero este gobierno tiene los votos de la ciudadanía…

AMC -.Este es el trabajo de todos los tertulianos y los intelectuales que están al servicio del poder. Con un nivel ínfimo en la mayoría de los casos, esta gente tiene todos los altavoces a su disposición y la mayoría de medios desprecian la ciudadanía.

CLl – Y eso hace que la gente vote gobiernos títeres?

AMC – Ayuda mucho. Estos formadores de opinión trabajan para que la gente no se dé cuenta, se confunda y, lo más efectivo, se crea que no puede hacer nada, que esto es lo que hay!

CLl – Pero esta gente son expertos, gente con estudios… hay colegas suyos del mundo de la economía…

AMC- Ser economista no presupone nada. Hace unos días estudiantes de economía de universidades de todo el mundo hicieron público un manifiesto donde piden más pluralismo en el programa. En las universidades está pasando lo mismo que a las televisiones: sólo se oye el discurso económico que interesa al poder. En Cataluña , por ejemplo, tenemos en Sala y Martin, que parece ser el único economista del país. Cuando lo encuentro en la televisión, cambio de canal.

CLl – Pero la gente dice que Sala y Martin explica muy bien!

AMC – Sí, pero lo importante es el contenido de lo que dice! Hay que ver a favor de qué intereses está. José Luis Sampedro decía que hay dos tipos de economistas: los que trabajan para hacer los ricos más ricos y los que trabajan para hacer los pobres menos pobres.

CLl – Y Sala y Martin…?

AMC – Sala y Martin es de los primeros. De los que llenan las universidades con el mismo discurso monolítico que ha hundido la economía. Por eso los estudiantes hacen un manifiesto! Saben que hay todo un mundo económico que les esconden. Incluso en la elitista universidad de Harvard han firmado el manifiesto.

CLl – De Harvard a los hospitales…

AMC – Es que es todo lo mismo. Hay que ver la economía, la investigación, la sanidad, la educación, el conjunto de los servicios públicos de manera global… y sobre todo, hay que ver la sanidad y la educación como inversión y no como gasto…

CLl – Y qué papel tiene el ciudadano que va a un hospital o a un CAP y no lo atienden?

AMC – Lo primero es no permitir que le den largas o que lo pongan en una lista de espera eterna. Y otra cosa importante: no caer en la trampa y no hacerse de una mutua!

CLl – Pero si el consejero Boi Ruiz ha dicho que es lo que hay que hacer!

AMC – El consejo, que lo ponga donde no le moleste. Y el consejero, que dimita. La gente debe exigir que se le atienda como es debido en la sanidad pública. Si te haces de una mutua les estás siguiendo el juego y admites que ellos han ganado. Y además, es un peligro para la salud pública: sólo la sanidad pública puede mejorar los determinantes de salud de la población.

CLl – Pero las mutuas sí que atienden a los enfermos

AMC – Sí, siempre que tengan dinero y siempre que no estén muy enfermos. Las mutuas son empresas que buscan beneficios. Sabes aquel dicho que dice que los bancos son como quien te deja un paraguas cuando hace sol y te lo pide -con intereses- cuando empieza a llover? Pues lo mismo ocurre con las mutuas, la mayoría en manos de la banca.

CLl – Si mañana fueras consejera de sanidad , que es lo primero que harías?

AMC – No lo tengo entre mis planes! Pero lo primero que hay que hacer es descontaminar la sanidad pública de la privada. Hay que sacar todos los parásitos que la están carcomiendo y hacer limpieza de consorcios, fundaciones, intermediarios. ¡Ah! Y acabar con las puertas giratorias que transitan los altos cargos de la pública a la privada y viceversa. Esto no es saludable y sale muy caro!

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Por todas las víctimas de recortes y privatizaciones: Yo, HOSPITAL CLÍNIC y sanidad pública 100%

Leo en el blog de Dempeus que este jueves se instalará la segunda mesa informativa y recogida de reclamaciones de la campaña “Jo trio Clínic, jo trio 100% públic”. Sí que hay camas, però no se ponen a disposición de las personas enfermas. Sí que hay dinero, pero se deriva a la privada.

Este jueves, 12 de junio, de las 10 de la mañana hasta las 6 de la tarde, en la puerta principal de Villarroel, firmemos por un Hospital Clínic y una sanidad 100% públicos!

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Y recordemos lo que pasa, por desgracia, cuando los recortes y las privatizaciones cuestan vidas. Recordemos, como hacía El Pais el pasado día 8, que María del Carmen Mesa Nozal, de 65 años, deambuló por cuatro hospitales catalanes y esperó 65 horas a ser atendida debidamente de un aneurisma (derrame cerebral) que le costó la vida.

M. Carmen Mesa quizás fue la primera, pero los recortes y las privatizaciones ya son cosa de todos. Lo demostramos porque su triste fallecimiento convocó a una veintena de organizaciones y entidades sociales de toda Catalunya que presentaron un escrito en el Juzgado de Instrucción número 9 de Barcelona que investiga para poder ejercer la acción popular. Se trata de una iniciativa penal popular sin precedentes en el que estas entidades, como representantes de la sociedad, comparecen ante la justicia para denunciar los recortes y el deterioro que está sufriendo la sanidad pública catalana y exigir responsabilidades en una IPP, que se presentó en el auditorio de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona con la asistencia de más de 400 personas y una pancarta con el lema: Hagamos salud: Boi y Mas a los tribunales.

imageRepresentantes de las asociaciones que suscriben la IPP leyeron un decálogo en el que se denuncian los recortes y a sus responsables políticos. Natalia Fuertes, la hija de María del Carmen Mesa, concluyó el acto agradeciendo el apoyo de las entidades y se guardó después un minuto de silencio en recuerdo de todas las personas que puedan haber fallecido a causa de los recortes…

Ahora, un informe encargado por la juez que investiga el caso ha confirmado lo que los familiares sospechaban y denunciaron: que el retraso en la atención sanitaria fue decisivo en la muerte y que el retraso en la operación se explica por los recortes sanitarios aplicados por el Gobierno de Artur Mas. Por eso atribuyen un delito contra los derechos individuales de los ciudadanos y otro de denegación de asistencia sanitaria. El abogado Núñez prueba con documentos que los quirófanos de Vall d’Hebron no funcionaban por las tardes (cuando fue ingresada Mesa), lo que provocó un “colapso asistencial” que impidió prestarle ayuda urgente.(…) El Juzgado de Instrucción número 9 de Barcelona admitió la querella y la investigación está a punto de concluir.

Para acabar con estas situaciones, mantengamos vivo el espíritu de la Iniciativa Penal Popular luchando contra las listas de espera, contra los recortes, cierre de camas y quirófanos. Y digamos también, con la gente de Tancada Clínic y del Hospital Clínic en lluita, que sólo estamos en el principio de la lucha porque nosotras queremos una sanidad 100% pública.

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Publicat per a 11 Juny 2014 in Salut, Serveis Públics

 

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La privatización en la sanidad catalana, “tacita a tacita”

Un año atrás Antía Castedo escribía que los servicios privados estaban aumentando en los hospitales públicos catalanes: desde el pago por un sillón por acompañar a un familiar enfermo, hasta cobrar por dar habitación individual. Aunque pasa el tiempo y seguimos sin datos oficiales, se ha ensanchado la doble puerta de entrada a la sanidad pública, mientras se mantienen o incrementan el número de plantas y quirófanos cerrados a pesar de las dolorosas listas de espera del Servicio Catalán de la Salud (CatSalut). Y como se ha demostrado más de una vez, los recursos “infrautilizados” se venden al que lo paga de su bolsillo.

imageEn los últimos meses las noticias que redundan en la destrucción de la sanidad pública, desde la maltrecha y casi olvidada prevención hasta la investigación, se multiplican: por ejemplo, las amenazas de despidos en el Instituto de Investigación del Hospital de Sant Pau (Barcelona) para enjuagar parte del déficit de la entidad. O el proceso de transformación iniciado en Lleida en el sistema sanitario público que puede significar la privatización de todos aquellos servicios susceptibles de representar una buena fuente de negocio. En este sentido, se anunció que se quería “unificar bajo la titularidad de un único ente todos los dispositivos asistenciales de la región sanitaria de Lleida”, pero no coló: Unas 1000 personas se manifestaron en Lleida en defensa del sistema sanitario público y contra la fragmentación del ICS.

Tacita a tacita, los directivos del Hospital Clínic se siguen negando a explicar el funcionamiento de la doble vía de atención, y en otros, como la Mutua de Terrassa o el Hospital del Vendrell, simplemente si caes en manos de los médicos más desaprensivos, tienes que pasar por caja si no soportas los dolores o el temor de formar parte de unas listas de espera desesperantes.

Todos estos procedimientos afectan la equidad y nuestros derechos. Lo denunciaba Carme Borrell, doctora en Salud Pública y miembro del Centro de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública (Ciberesp): “El conflicto de intereses es claro si los mismos médicos que atienden en la pública también cobran de la privada”. Pionero de estas prácticas de doble entrada fue el Hospital de Sant Pau, que atendió a pacientes por la privada, operando de varices a personas que se han saltado, previo pago, los 8,4 meses de espera media para esta dolencia que marcan los datos del CatSalut. Los portavoces del hospital argumentaron en su momento que, en tiempos de recortes, es necesario buscar “nuevas vías de financiación”.

Y la cosa irá a peor porque la noticia (tristísima) que nos llega vía Presupuestos y publicó Roger Tugas en ARA, es que ya pagamos más por atender la Deuda Pública que por Salud:

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Necesidades de financiación para satisfacer la deuda (leer el saqueo) de las instituciones financieras que dejan sin atender las necesidades básicas de la población. Se cierran camas para luego contratar servicios con los privados, camas a las que los pacientes pueden llegar previo pago (eso ya no es REPAGO, es ROBO descarado) y utilización fraudulenta de los recursos públicos.

¿Cómo puede ser que haya listas de espera y al mismo tiempo recursos infrautilizados? Pues porque se trata de que entre puertas giratorias, listas de espera inhumanas y cierres inesperados de centros, quirófanos y camas, nos rindamos, dejemos de defender nuestra sanidad, y aportemos nuestros últimos recursos, si los tenemos, a pagarnos mútuas o médicos desaprensivos para así pueda financiar Mas-Colell, más holgadamente, la Deuda inmoral. Y con estrecheces, recortes y mayores desigualdades, miel sobre hojuelas para Boi Ruiz, el enemigo número uno de la sanidad pública en Catalunya.

Debemos someter a auditoría esta Deuda ilegítima que no para de crecer y engulle los servicios públicos más imprescindibles, y negarnos a pagar todas las partidas impropias o un servicio de la Deuda draconiano. Sólo así podremos recuperar nuestra sanidad y nuestros derechos. Y con ello, nuestra SALUD y nuestra DIGNIDAD DE CIUDADANÍA.

 
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Publicat per a 15 Abril 2014 in Salut

 

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Médicos del Mundo se moja por la sanidad universal… ¿y tú? #NadieDesechado

imageCon motivo del Día Internacional de la Salud, que se celebró el 7 de abril, desde Médicos del Mundo hicieron público el informe “Dos años de reforma sanitaria: más vidas humanas en riesgo”. Y piden tu firma para que NADIE PUEDA SENTIRSE DESECHADO.

El informe muestra que las medidas que han tenido que adoptar las comunidades autónomas para ejecutar el Real Decreto-ley 16/2012 son muy heterogéneas y están descoordinadas, con lo que contribuyen a hacer más profundas las desigualdades en salud entre los diferentes territorios del Estado.

El documento analiza detalladamente los mecanismos ideados por cada región para lidiar con las dificultades de aplicación de la reforma sanitaria. Unas medidas que no son más que “parches” que intentan paliar el importante caos y el grave sufrimiento que ha generado la legislación.

Esta reforma estructural del sistema sanitario se justificó en términos de austeridad. Sin embargo, dos años después, la sociedad española desconoce el ahorro supuestamente producido.

Durante los dos años transcurridos desde su aprobación, diferentes mecanismos de derechos humanos europeos y de Naciones Unidas vienen advirtiendo al gobierno español sobre las consecuencias de los recortes en políticas sociales y, específicamente, sobre el impacto de la reforma sanitaria en los colectivos de población más vulnerables.

Un “menú” variado e incompleto

10 comunidades autónomas han dispuesto medidas para proporcionar atención sanitaria a las personas inmigrantes en situación administrativa irregular sin recursos.

8 de ellas en forma de “programa complementario” para el colectivo de personas no aseguradas ni beneficiaras sin recursos y dos reconociendo el derecho a la atención sanitaria de igual manera que el resto de la población residente (Andalucía y Asturias).

Entre el resto de comunidades se han definido condiciones de acceso a la atención médica -sin emitir tarjeta sanitaria- en determinados supuestos y con criterios diferentes entre unas y otras.

Como resultado, encontramos un menú diverso de regulaciones de la cobertura sanitaria que varía considerablemente de unas regiones a otras.

Otra característica de la mayoría de los “programas especiales” creados por las comunidades autónomas es la escasa efectividad que están teniendo. Por ejemplo, sólo 1.470 personas han logrado cruzar con éxito la travesía burocrática necesaria para beneficiarse del programa gallego; apenas 500 han accedido al programa aragonés y sólo 145 al canario, una cifra ridícula si tenemos en cuenta que 48.000 personas perdieron su tarjeta sanitaria en las islas.

También la prestación farmacéutica es regulada de manera desigual entre las distintas comunidades, limitándose por lo general a cubrir únicamente algunos supuestos.

Miles de personas enfermas sin atención médica ni farmacéutica

Las personas que están sufriendo la exclusión sanitaria se encuentran en una situación deenorme desamparo, no solo por no recibir asistencia médica cuando la necesitan, sino también porque no están siendo informadas adecuadamente de sus derechos y de las distintas alternativas que las autonomías han puesto en marcha para paliar los efectos más negativos del Real Decreto-ley.

Siguen produciéndose denegaciones de asistencia sanitaria a menores de edad y mujeres embarazadas -cuando ésta es obligatoria-; facturaciones de la asistencia en urgencias -aunque debe ser gratuita y universal-; y numerosos casos de incumplimiento de las normas de las que se han dotado las propias comunidades para minimizar los efectos adversos del cambio legislativo.

En realidad, toda la población está sufriendo las consecuencias de este injusto cambio de modelo. Las personas inmigrantes con y sin permiso de residencia y las personas con nacionalidad española han de hacer frente a copagos en los medicamentos.

La situación de precariedad económica de muchas familias hace que los copagos constituyan una barrera infranqueable para el acceso a los fármacos, impidiendo con ello el seguimiento de tratamientos que podrían poner fin a sus enfermedades o al menos disminuir su gravedad.

En cuanto a la violencia de género, y teniendo en cuenta que según datos de 2011, su incidencia entre mujeres extranjeras doblaría la que sufren las españolas, la reforma sanitaria significa un grave retroceso en la estrategia contra este delito, al impedir el acceso a la atención primaria, donde se detectan muchos de los casos.

Igualmente, resulta prácticamente imposible la detección temprana de enfermedades con riesgos para la salud pública si cientos de miles de personas que viven en España no acceden a la atención primaria.

Conclusiones y recomendaciones

Desde Médicos del Mundo pedimos al Gobierno español que restituya el modelo sanitario acorde con el principio de universalidad de la asistencia sanitaria y para respaldar esta reivindicación estamos recogiendo firmas de ciudadanos y ciudadanas a través de un sencillo formulario en la página web de la campaña Nadie Desechado. Nos encantaría contar con vuestra colaboración: ¿habéis firmado ya?

Por su parte, las comunidades autónomas, de manera transitoria hasta recuperar la universalidad del Sistema Nacional de Salud, deben poner en marcha acciones para hacer efectivo en su territorio el pleno cumplimiento y respeto del Derecho a la Salud:

poner fin de manera inmediata a las prácticas de facturación por la atención de urgencias a las personas inmigrantes sin tarjeta sanitaria;
garantizar de manera efectiva la atención sanitaria a menores de edad y mujeres embarazadas;

garantizar el acceso a los servicios de salud y prestación farmacéutica tanto para las personas inmigrantes excluidas del Sistema Nacional de Salud como para las nacionales que encuentran en el copago una importante barrera de acceso;
divulgar ampliamente de forma adecuada y hacer cumplir las medidas diseñadas a todo el personal adscrito al sistema de salud autonómico.

COLABORA CON MÉDICOS DEL MUNDO A DEFENDER LA SANIDAD PÚBLICA Y UNIVERSAL, DONDE NADIE PUEDA SENTIRSE NI SER DESECHADO

 
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Publicat per a 8 Abril 2014 in Drets Humans, Salut

 

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Sanidad pública vs. Dictadura sanitaria

imageEn Catalunya, aproximadamente el 30% de los presupuestos de la Generalitat se destinaba a la sanidad. Hasta los presupuestos de 2012, no existe otra partida mayor. Pero la administración final de este presupuesto público —que se origina en los impuestos recaudados a la ciudadanía— depende en gran medida de un complejo sistema llamado mixto, que nos pretende vender la colaboración del sector público de sanidad con el privado a través de los “conciertos”. Sin embargo, lo importante es quién lleva la iniciativa en este proceso y, especialmente, darnos cuenta de que este sistema que nos dicen que es el “tradicional” de Catalunya es muy poco neutral y equitativo. El subsidiario de la sanidad pública no es el sector privado, sino todo lo contrario.

La adjudicación a dedo y de modo oscuro de contratos a fundaciones, agencias y otras formas que se rigen por el derecho privado y de difícil seguimiento es una auténtica embestida de la sanidad privada contra la sanidad pública —hasta ahora puntera en todo el mundo—, no sólo en calidad, investigación y atención a las personas enfermas, sino también como culminación de un derecho universal a la sanidad que nos situaba en el primer nivel de la civilización y del cumplimiento de los derechos humanos.

Hoy, cuando se pretende reducir el debate la sanidad pública vs la sanidad privada es necesario decir alto y claro que de lo que estamos hablando no es sólo de quién gestiona el dinero público, sino de los intereses que se sirven con esta gestión. Dicho de otro modo, cuando hablamos de sanidad privada tendríamos que hablar de aquel sector que, con sus propios medios, y buscando su máximo beneficio, se dedica a la atención de las personas enfermas, que acuden a ella de forma voluntaria, a través de un precio. Y cuando hablamos de sanidad pública, tendríamos que entender aquel sector sanitario de accesibilidad universal que desde su función sirve al bien común, responde a unos valores democráticos, que busca el máximo beneficio social, y que, por lo tanto, más valdría no enturbiar ni confundir, sino preservar y defender… —todo lo contrario de lo que está sucediendo. Porque, de hecho, de lo que estamos hablando es de que, con consejerías de salud como la de Boi Ruiz, se le fomenta a la sanidad —y de manera descarada— la gestión privada de dinero público.

Nadie nos ha preguntado a los ciudadanos y a las ciudadanas si estamos de acuerdo con ceder el control del 30% del presupuesto —de alguna manera equiparable al 30% de la soberanía— a empresas que tienen como objetivo único y prioritario ganar dinero. Si no estamos dispuestos a permitir que un dictador decida autocráticamente qué se hace con el dinero de todos, ¿por qué deberíamos permitir que empresas sin ningún control ciudadano gestionen el 30% de los recursos de todos los ciudadanos?

imageHoy, cuando en Catalunya hace ya demasiados años que estamos con el tira y afloja sobre el futuro de nuestra sanidad —y nos hemos movilizado contra los cierres de los servicios continuados de urgencias, los REpagos indignos, la tasa de la vergüenza de un euro por medicamento—, es necesario reenfocar el debate y decir claramente que la dicotomía no es sanidad privada vs sanidad pública. Sin olvidar que los determinantes sociales de la salud son fundamentales —como lo son también las causas que los originan—, el debate es el de sanidad pública vs dictadura sanitaria, entendiendo este último concepto como la incapacidad del pueblo de ejercer su soberanía en la gestión de su sanidad. Una incapacidad especialmente manifiesta cuando los servicios —y los presupuestos— sanitarios son gestionados de forma privada.

Desde este marco de debate, y asumiendo los discursos de las fuerzas antagónicas en juego, podemos sintetizar los posicionamientos alrededor de la gestión sanitaria del presupuesto sanitario público del siguiente modo:
Público: (universal, de accesibilidad garantizada, no excluyente)
1 / Participación ciudadana.
2 / Orientación al servicio.
3 / Control democrático.

Privado: (excluyente por precio)
1 / Gestión profesionalizada.
2 / Orientación al beneficio.
3 / Consejos de administración.

Participación ciudadana vs gestión profesionalizada

Gestionar un sistema sanitario es una tarea compleja. Es un sistema que mueve un enorme volumen de dinero; que, a la vez, está integrado por multitud de subsistemas; que requiere un despliegue logístico extraordinario, y que debe afrontar una cantidad de demandas casi infinitas y multiformes. Y lo que es más importante: el sistema no puede fallar. Gestionar un sistema sanitario requiere pericia y conocimientos técnicos. Por lo tanto, no resulta extraño que en los últimos años hayan proliferado en nuestro país todo tipo de cursos, seminarios y másteres sobre gestión sanitaria. Teniendo en cuenta la complejidad del sistema, tendría que ser una muy buena noticia que esta gestión esté en manos de profesionales bien formados. Pero ¿es esto así, en la realidad? ¿Tenemos verdaderamente motivos para estar confiados y tranquilos?

La parte más preocupante del caso es que esta profesionalización ha creado una élite de expertos que se comportan como ‘tecnócratas sanitarios’ que presentan sus tesis como si procedieran de más allá del bien y del mal, de un modo muy similar a lo que sucede en materia económica. Pero en realidad, tras las palabras eficiencia y gestión —que pretenden ser tan neutrales y asépticas— se esconden criterios mercantilistas de claro sesgo de clase, que están expulsando de la sanidad a las personas más débiles y desfavorecidas. Hablamos de las personas inmigradas, pero también de las que sufren enfermedades crónicas, complicadas o muy caras de atender y que, además, ahora tienen niveles de renta, condiciones de vida o trabajo muy precarios. Y hablamos también de sesgo de género, en la medida en que las responsabilidades de atención que el sector público abandona recaen de nuevo, en gran medida, en las mujeres.

En cambio, los cuadros más altos de esta élite que sale de las altas escuelas de administración suelen tener un marcado perfil ideológico que se pretende neutral. Dos ejemplos en Catalunya son ESADE e IESE, inequívocamente alineados con posicionamientos neoliberales. Así, la pericia en aspectos técnicos va siempre bien acompañada de posicionamientos claramente liberales, como el ataque constante a la intervención del Estado (en un doble lenguaje engañoso, ya que son los primeros en saber cómo beneficiarse de las ayudas, subvenciones y contratos del Estado), la reiterada petición de la abolición de los procesos de fiscalización gubernamentales y la relajación de los marcos reguladores del sector.

Para acabar de redondear la situación de privilegio de estos expertos, se ha relegado a la ciudadanía y a sus representantes al mero papel de oyentes de sus lecciones. Enredándonos en palabras, jugando de forma interesada con los conceptos, arrugan la nariz y miran por encima del hombro al común de los mortales. Nos quieren hacer creer que lo que ellos hacen es demasiado complicado y demasiado importante para que la gente que paga impuestos (y paga, por lo tanto, su trabajo) pueda opinar…

Como hemos dicho antes, teniendo en cuenta la complejidad de gestión que representa un sistema sanitario, la idea de que éste sea gestionado de manera profesional tendría que ser una muy buena noticia. Pero lamentablemente no es así. Los expertos pueden haber hecho másteres carísimos y disponer de herramientas de gestión de última generación, pero hay que ver cuál es el objetivo de su trabajo: ¿una mejor atención?, ¿una mejora en la calidad del servicio al enfermo?, ¿un ahorro en el gasto que repercuta en la ampliación de la cartera de servicios? Por desgracia, la evidencia demuestra que muy raramente es así; en general, son parásitos que piratean al sector público.

Durante los últimos 30 años, la “tecnocracia sanitaria” no ha parado de ganar terreno en el mundo entero. Lo que ha sucedido en la sanidad catalana y en la británica son dos ejemplos de cómo esta supuesta élite de gestión ha tenido unos intereses muy diferentes a los de los ciudadanos que financian el sistema. En algunas ocasiones, ha podido conseguir ahorros económicos, pero no se ha parado a valorar el coste social —pagado en términos de exclusión—, de salud e incluso de vidas de estos ahorros. Mientras tanto, la ciudadanía ha ido quedando relegada al lugar de espectador-consumidor.

Orientación al servicio vs orientación al beneficio

Imaginemos que el equipo gestor de un hospital consigue, gracias a sus conocimientos, ahorrar un millón de euros mediante un nuevo modo de gestionar, por ejemplo, los residuos hospitalarios. Teniendo en cuenta que este hospital se financia con dinero público, el ahorro de este millón de euros podría ser una muy buena noticia para el ciudadano y la ciudadana que pagan sus impuestos. Pero lo que tenemos que hacer acto seguido es mirar adónde va a parar este millón de euros ahorrado por los gestores. Si se trata de un hospital público gestionado por una empresa privada (a la que pagan una cantidad fija anual para atender a la población de referencia), este millón de euros ahorrado va a parar a la cuenta de resultados de la compañía. Si es un hospital concertado de Catalunya gestionado por una entidad “sin ánimo de lucro”, este millón de euros ahorrado no se devolverá a la Generalitat en un sobre que diga «Nos ha sobrado esto, no lo necesitamos. Gracias.», sino que este millón de euros que se ha ahorrado en el proceso de gestión de residuos irá a parar a otro capítulo de ahorro de ese hospital, y no siempre a favor de la gente enferma a la que atiende. Es más que probable que el abanico de salarios se abra de manera que los sueldos y ventajas del personal de dirección se incrementen, mientras que la gente que realiza los trabajos menos cualificados —pero absolutamente necesarios— ve cómo disminuyen sus salarios, se congelan las plantillas o, incluso, pasan a subcontratación, perdiéndose antigüedades y otros derechos adquiridos.

En ninguna de estas dos opciones existe nada ilegal, pero nos podemos hacer la pregunta de si no hay mucho de ilegítimo. En cualquier caso, es la base del sistema que nos presentan como el único posible y que, sólo por el hecho de ser el que es, consigue siempre mejores resultados que la gestión pública, cooperativa o social. En el caso del hospital privado se asume la búsqueda de beneficio empresarial, y en el caso del hospital concertado catalán, una total autonomía de gestión: hasta el punto de no tener que dar cuentas de nada al municipio (en caso de que se trate de un ente municipalizado), ni al Parlament, ni incluso —difícilmente—, al Síndic de Comptes (ved el caso de Ramon Bagó). Y no hablemos ya de tener que responder a las preguntas de periodistas o de la gente movilizada…

En la inmensa estafa de la concertación a oscuras, de espaldas a la ciudadanía, cada hospital puede destinar los recursos del modo que le parezca más adecuado. Y hasta se pueden permitir, sin coste adicional, pequeñas trampas: la letra pequeña de los conciertos que obliga a compensar por supuestas pérdidas no demostradas (caso de la Comunidad de Madrid).
Vale la pena decirlo alto y claro, porque nos jugamos la salud: la capacidad de la ciudadanía (y del gobierno que la tendría que representar) para decidir el destino del fruto del posible ahorro en la buena gestión es nula: en el caso del hospital privado que ha contratado algunos de sus servicios (demasiadas veces sacándolos de la sanidad pública para justificar despidos, cierre de servicios, de quirófanos o, incluso, de plantas enteras de hospitalización), porque forma parte del acuerdo: «Yo te doy tanto por habitante y todo lo que te puedas ahorrar, te lo quedas»; en el caso del hospital totalmente concertado, porque mientras el centro cumpla con el servicio pactado con la administración, el cómo se gestiona el dinero es indiferente, y es tan indiferente como las condiciones de trabajo de la gente que atiende a las personas enfermas, los colapsos en las urgencias, la desatención que puede suponer para casos muy graves el alargamiento de las listas de espera, la calidad de la comida que se sirve a los pacientes, la falta de instrumentos o, incluso, de medicamentos, el ritmo de vértigo con el que se trabaja en algunos quirófanos… Todas estas cosas juntas pueden representar errores difíciles de resolver. Sería necesario que se hiciesen públicas las tasas de morbilidad y mortalidad por hospitales públicos, concertados o privados para tener una idea más clara de lo que estamos denunciando en este punto, aunque el estudio reciente hecho por la Federación de Servicios Públicos (FSP) de la UGT País Valencià sobre la Comunitat Valenciana estremece: unas 2.700 personas han muerto cada año desde que el “modelo Alzira” coloniza la sanidad valenciana (ved informe de la UGT Cuestión de vida o muerte, 2013).

Cada vez más, los problemas derivados de esta gestión privada de los servicios sanitarios están plenamente documentados. Por un lado, tenemos el problema de cómo se consigue el ahorro, y, por otro, el de adónde va a parar este ahorro. En el caso de hospitales públicos gestionados por una empresa privada, vemos que la presión para maximizar el ahorro se hace incluso a cambio de ofrecer un servicio peor. No es una hipótesis. Y estábamos advertidos: Frank Dobson, miembro del parlamento británico por la demarcación de Holborn y St Pancras y ministro de Sanidad del gabinete de Tony Blair (de 1997 a 1999), explica el descenso social por la privatización de la sanidad en Gran Bretaña, que ha culminado con el escándalo del Mid Staffordshire Hospital —con la muerte evitable de entre 400 y 1.200 persones entre los años 2005 y 2009—, que obligó a David Cameron a pedir disculpas en el parlamento por las «espantosas negligencias» cometidas en el hospital público —pero “gestionado” por una fundación privada que daba prioridad, según el informe de la inspección, «a objetivos económicos por delante de la calidad del servicio».

Para Dobson, a pesar de los problemas que tenía, el National Health Service (NHS) realizaba un buen trabajo, y cada vez lo hacía mejor. Pero su futuro se puso en peligro con la introducción de las “fuerzas de mercado” y los proveedores movidos por el ansia de beneficios privados. Aunque algunos políticos y miembros de los lobbies del sector privado de la sanidad vayan diciendo que la privatización del sistema de salud en Gran Bretaña es un éxito, no hay nada más lejos de la verdad. Gran Bretaña contrata a hospitales privados, al estilo de clínicas quirúrgicas privadas, para encargarse de las operaciones baratas, de menor riesgo, y para pacientes en general acomodados. Para decirlo sin tapujos, se quedan con las intervenciones que dan beneficios y dejan en los hospitales del NHS a las personas con menos posibilidades económicas y todas las intervenciones complejas. Sin embargo, las operaciones en estos hospitales privados cuestan una media de un 11% más que en los hospitales públicos. Y a estas compañías que trabajan para conseguir su beneficio se les garantiza un flujo de financiación. Así, si sus contratos especifican que atenderán a 5.000 pacientes anuales y sólo atienden a 4.500, a los hospitales privados se les sigue pagando la atención de 5.000 pacientes. Y mientras que se garantizan los ingresos de los hospitales del sector privado, a los hospitales públicos se les obliga a competir –y no sólo con los de la privada, sino también entre ellos. Para esto, el gobierno británico ha introducido el pago por resultados —lo que los políticos llaman «financiación centrada en el paciente». El resultado ha sido una confusión: la sanidad británica se ha encarecido y los hospitales han recortado servicios importantes para la población para reducir los déficits de su mala gestión. Pero los problemas no se acaban aquí, porque con la introducción de la financiación centrada en el paciente y en las fuerzas de mercado se ha incrementado la proporción del presupuesto de sanidad destinado a burocracia desde el 4% hasta, aproximadamente, el 15%. Y aunque es absurdo, tiene su lógica: si el dinero se centra en el paciente se debe poner en funcionamiento todo un sistema que siga las huellas de los pacientes y del dinero… Preparar las licitaciones cuesta dinero. Se tiene que pagar a los abogados y contables, incrementar la burocracia. Los hospitales deben hacer muchos cálculos, llevar el registro y codificar los costes de cada paciente, emitir facturas (aunque sea en la sombra, como puede pasar en los hospitales de Girona)… La competencia que se tenía que estimular entre hospitales sólo consigue poner impedimentos a las mejoras y obstaculizar la difusión de nuevas ideas. Y lo más triste: el personal sanitario tiene que dividir su tiempo entre tratar a los pacientes (que es a lo único que debería dedicarse) y hacer todo el papeleo. Y así se desatiende a las personas. Y así se paga un precio demasiado elevado en vidas humanas.

La privatización del NHS y el desastre final descubierto en el hospital de Staffordshire se unen a la barbarie de los hospitales del País Valencià. Y sin embargo, cuando se inició el proceso se presentó como una solución para mejorar la eficiencia, reducir costes y listas de espera. Pero la realidad es demasiado dura y cara de pagar. El daño que causa un sistema de salud privatizado, fragmentado, afecta a toda la sociedad en su conjunto.

¿Y qué sucede en Catalunya?

Tampoco en los hospitales concertados catalanes podemos apreciar ningún beneficio derivado de una supuesta competitividad. Al contrario. Las hipotéticas mejoras, que podrían comportar nuevos y mejores contratos para más personal sanitario, para atender mejor a los pacientes…, pueden ir a parar —y en muchos casos van— a las cuentas de resultados de empresas privadas propiedad de algún amigo. O a las contabilidades B de los corruptos que el sistema conlleva. También en Catalunya, los asesores tecnócratas han sido los que traspasan sin vergüenza alguna las puertas giratorias que confunden el sector privado y el público de la sanidad, y defienden los intereses de las empresas, inversores, corporaciones, laboratorios o industrias farmacéuticas y químicas en la sanidad pública. Durante este año 2012, hemos podido verlo —y sufrirlo— en Catalunya. Hemos visto cómo, en el año 1995, un gestor de una entidad sin ánimo de lucro (Ramon Bagó) cerraba la cocina del hospital de Mataró y la adjudicaba a su propia empresa (el grupo SEHRS). Hemos visto cómo este mismo gestor recibía contratos irregulares por valor de 12 millones de euros de manera irregular. Hemos visto cómo –quizá con el dinero ahorrado gracias a una gestión mejor– un responsable sanitario contrataba informes falsos a la empresa de otro gestor por valor de 800.000 euros. Hemos visto cómo –quizá con el dinero ahorrado gracias a una gestión magnífica– dos hospitales comarcales se gastaban 330.000 euros en alquileres, comisiones, viajes y restaurantes, de los cuales nadie ha podido ver ni una sola factura… Hemos visto tantas cosas, que podríamos llenar unas cuantas hojas más como ésta.

Y a pesar de todas estas evidencias, y llevados por un momento de bondad, supongamos que –tal como ellos mismos pregonan– esta élite en gestión sanitaria tiene la varita mágica de la gestión. Aceptemos, por un momento, que sus conocimientos “de experto” consiguen ahorrar en la prestación de servicios sanitarios. ¿Qué beneficio obtiene el ciudadano de esta supuesta excelencia si, después, los ahorros conseguidos, en vez de repercutir en la mejora de los servicios, se apartan de la gestión de lo que es público, de todas y todos, y van a parar directamente a la cuenta de resultados, o a las empresas privadas, o a las contabilidades B, o a los bolsillos de los amigos, de sus intereses y de la sanidad privada? También en Catalunya, gracias a su docta gestión, las listas de espera se han disparado como nunca, y empeoran las condiciones de vida de la gente que espera entrar en un quirófano. Además, en Catalunya tenemos, desgraciadamente, víctimas de los “ahorros” y de los recortes de la estafa. Lo pueden negar desde la Conselleria de Salut, pero también —como en Valencia— acabarán saliendo cifras y nombres… La lástima es que ya no se podrá evitar el desastre.

Y, por otro lado, ¿qué incentivos tienen estos “expertos” para hacer su trabajo y recomendar, por ejemplo, el desmantelamiento del Institut Català de la Salut? (Hablamos del informe de la consultora PWC, hecho según Boi Ruiz gratis et amore). ¿Qué esperan, a cambio de su asesoría, de sus informes? ¿El reconocimiento de la ciudadanía? ¿La aprobación boquiabierta del Parlament? ¿O, en cambio, el premio es el ascenso, el privilegio, una sensación de poder —que, desgraciadamente, hace que las cosas empeoren— y la presunta comisión furtiva? Estas preguntas nos llevan a la tercera disyuntiva…

Consejos de administración vs control democrático

¿Quién vigila el trabajo de nuestros “expertos”? ¿Quién marca los objetivos de los “expertos” y controla que su gestión sitúe la salud de la ciudadanía en el centro del sistema? ¿A quién tienen que dar cuenta de sus actos y de las consecuencias sociales de éstos? En Catalunya, un diputado del Parlament, la máxima representación del poder popular, no tiene ninguna potestad ni autoridad para pedir explicaciones sobre lo que hacen los gestores de los hospitales concertados. Por ejemplo, si un diputado pregunta por la cuantía de los contratos recibidos por un empresario estrechamente ligado a CiU, la respuesta es: «Estos hospitales no dependen directamente de la Generalitat y, por lo tanto, no disponemos de esta información». Es decir, que la mitad del mayor presupuesto de la Generalitat —la que corresponde al sector concertado— está totalmente fuera del control ciudadano. Y no hablamos de comités de barrio ni de asambleas revolucionarias al estilo chavista. No. Hablamos del Parlament de Catalunya, que, gracias a la privatización de la gestión sanitaria, se convierte en un envoltorio sin capacidad fiscalizadora real y —lo que es aún peor— sin capacidad alguna para imponer directrices ni objetivos. De este modo, nos damos cuenta de que la “política sanitaria” ya no se decide ni en los ayuntamientos ni en los parlamentos, sino en los consejos de administración de entidades donde el interés general aparece siempre —si aparece— después del interés de accionistas o de los empresarios amigos que tienen que recibir su contrato anual.

Para escapar de cualquier control, incluso se escabullen de la Sindicatura de Comptes, porque, si el síndico más honesto consigue superar los “amiguismos” políticos y las sociovergencias que todo lo tapan, se puede encontrar con una formidable muralla legal: el servicio del hospital concertado o contratado puede ser público, pero el contrato se ha firmado acogiéndose al derecho privado. Y, en ese caso, únicamente el Tribunal de Cuentas (otro órgano de dudosa eficacia y escasísima transparencia) pueda quizá decir algo —tarde y, probablemente, mal–, con la tara, además, de que “atenta contra nuestra soberanía”. Porque lo que queda claro en sanidad es que nuestro derecho a decidir, el ejercicio del derecho de autodeterminación, como lo entiende la sociovergencia, pasa necesariamente por el hecho de que el mal gobierno de Catalunya pueda maltratar y privar de sus derechos a nuestros enfermos y a nuestras enfermas. Y si os cuesta creerlo, sólo tenéis que ver en la hemeroteca los aspavientos que se hicieron cuando el Tribunal Constitucional, desde Madrid, derogó, con argumentos que no son los nuestros, el euro por medicamento…

Tendencias deseables

Evidentemente, la actual gestión directa de los servicios sanitarios —representada en Catalunya por el ICS— presenta importantes deficiencias en materia de transparencia. Pero mientras que la capacidad ciudadana de fiscalizar y controlar la gestión que se realiza en el ICS es muy, pero que muy, limitada, controlar lo que se hace en el sector concertado es totalmente imposible. En lo referente a la eficacia —mantra de los “expertos” sanitarios—, es cierto que al sector netamente público le queda mucho camino por recorrer y muchas mejoras por interiorizar. Pero no es menos cierto que es prácticamente imposible medir esta “eficacia” en los centros concertados, que escapan totalmente de la fiscalización de gestión y de resultados de las instituciones democráticas, cosa que convierte en un dogma de fe la mejor gestión que hacen nuestros expertos.
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Pero más allá de esto, hay un aspecto en el cual un sistema de gestión directa, de gestión pública de lo público, siempre será mejor que el más eficaz de los equipos de gestión privada: y es que pase lo que pase, se produzcan los problemas que se produzcan, éstos siempre podrán ser discutidos, debatidos y solucionados de manera democrática, ciudadana y soberana.

Para conseguirlo, sólo nos es necesario ahondar más en el funcionamiento democrático de las instituciones y, sobre todo, necesitamos una ciudadanía empoderada, participativa y que crea de verdad que la política debe velar por sus necesidades, mejorar el ejercicio de sus derechos y responder con claridad y sin excusas delante del pueblo. Nuestra sanidad no tiene sólo que vendar nuestras heridas, sino que debe ayudar a cohesionar a nuestra sociedad, a mejorar la equidad, a reducir las diferencias.

Albano Dante
Fundador y director de la revista Cafèambllet
Àngels Martínez Castells
Presidenta de Dempeus per la salut pública
Publicado originalmente en catalán en Perspectives de Espai Fàbrica. Traducción: Nàdia Subirana

 
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Publicat per a 2 febrer 2014 in Salut

 

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