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La red global y sus títeres

¿Quién estaba detrás de Mariano Rajoy, manejando el ritmo y la intensidad de los hachazos que anunciaba entre los aplausos de diputados asociales? ¿Quién tenía al pinganillo mientras radiotransmitía la mutilación de  los derechos de ciudadanía,  atentaba contra las posibilidades reales de recuperación económica y demostraba (que no reconocía) que la soberanía nacional española es, en manos del gobierno del PP,  poco más que una piltrafa?

Mientras iba escuchando todas las justificaciones rebosantes de sandeces de un Jefe de Gobierno que nunca debió serlo, recordaba los textos que han pasado recientemente por mis manos sobre The network of global corporate control  que puede descargarse, siguiendo el link anterior, desde la Universidad de Cornell.

Los autores inician su presentación afirmando que “la estructura de la red de control de las corporaciones transnacionales afecta la competencia del mercado global y la estabilidad financiera”. Y esta afirmación, que parece muy obvia, desarticula de hecho todos los supuestos básicos sobre los que se basa el modelo económico (el capitalismo).  Aunque Rajoy engole la voz e intente sacar pecho,  el control de la economía mundial, y el crecimiento  (incluso el supuesto “crecimiento negativo” que mencionó el mentecato) está en manos de esas mismas corporaciones transnacionales, como lo están también  (aunque se quiera,  cuando menos, disimular)   las políticas  antidemocráticas de recortes de derechos laborales y servicios públicos.

Reservando todavía una muy débil esperanza para el mandatario francés F. Hollande, un ejemplo especialmente impactante lo podemos encontrar en la completa entrega y rendición en el tema de la “deuda soberana”. Que la Constitución determine límites al déficit y a quién se debe pagar primero el servicio de la Deuda nos da una idea del golpe de Estado en las instituciones,  y de la relación de desigualdad  -e incluso de sumisión- que existe entre las TNC y los Estados. Y es precisamente esta innoble actitud de sumisión y desigualdad  de los políticos occidentales al poder económico la que quieren que se contagie a la ciudadanía. Si los representantes elegidos se comportan como mansos corderos camino del sacrificio, ¿cómo se atreve la ciudadanía a decir NO, a decir BASTA, a devolverles los improperios?

La concreción de un capitalismo con características globales que actúa y defiende sus intereses en más de un Estado no encuentra obstáculos a sus desmanes porque los distintos gobernantes de cada Estado en la Unión Europea y en especial en la eurozona -véase Rajoy- se prestan de buen grado a esta relación masoquista de sumisión.  El enorme poder concentrado de las TCN consigue que los gobiernos sigan dedicando, ahora con mayor acento en Europa,  enormes sumas de dinero público para salvar sus bancos y sus grandes empresas de la quiebra. Y lo hacen a costa de los presupuestos de políticas de bienestar social para las mayorías no sólo por motivos económicos, sino ideológicos.  Y lo hacen a costa del apoyo que necesita la población víctima de las crisis-estafas en lugar de apoyar alternativas productivas descentralizadas y de pequeña escala (como la pequeña y mediana empresa real, la agricultura campesina, las cooperativas de trabajadores urbanos, etcétera) porque quieren aplastar también las alternativas que  pueden hacer frente a las múltiples crisis-estafas desde las raíces, cambiando las causas desde la raíz,  y no transformando los síntomas de la enfermedad en nuevas fuentes de negocios.

Perdida la soberanía monetaria y transferido ese poder al BCE (que puede financiar a los bancos, pero tiene prohibido por sus estatutos financiar a los Estados) los países de la eurozona, y en especial los países con problemas estructurales y graves dificultades financieras como España, Irlanda, Grecia, Italia y Portugal, pueden optar por repensar y cambiar las poíticas (cosa imposible cuando se trata de Gobiernos peleles) o deben ponerse de “rodillas” para financiar incluso su deuda interna. La débil estructura democrática de los políticos en el Gobierno les ha hecho presa fácil de las imposiciones y depredaciones, que por si fuera poco se refuerzan con la acción de las organizaciones internacionales (FMI/BCE/BCE), dominadas por estas mismas corporaciones. Si se les hubiera escapado algún resquicio de control y Syriza hubiera llegado al gobierno en Grecia, la lucha de David contra Goliath nos hubiera tenido que interpelar todavía con mayor fuerza por cuanto suponía un cambio evidente en el control del poder político (sin ir acompañado por el momento y por desgracia, por ningún cambio substancial en el poder económico).

Metodología del estudio y desarrollos posteriores

«The network of global control» no es el único estudio serio sobre este tema fundamental, pero la investigación de Stefania Vitali, James B. Glattfelder y Stefano Battiston, del Instituto Federal de Tecnología de Suiza (publicado en la revista científica PLoS ONE el 26/10/11) destaca por su rigor. El estudio analiza las redes corporativas globales y las relaciones entre ellas, para lo cual se basa en la interpretación de información de la base de datos Orbis al 2007, que registra más de 30 millones de actores económicos en el mundo.

Los investigadores seleccionaron 43.060 de las mayores empresas en 116 países y encontraron que 737 concentran el 80 % de las ventas de todas las transnacionales. Pero a nivel de conexiones hay un núcleo de 1.318 empresas que tienen dos o más interconexiones, con un promedio de 20 vínculos entre sí. Estas 1.318 empresas, con sede en 26 países, mayoritariamente anglosajones, controlan el 60 % de los ingresos globales, a través de acciones en empresas globales de manufactura, energía y otros productos básicos.

Así pues, un conjunto de 1.318 grandes corporaciones poseen o controlan, en conjunto, alrededor del 60 % de la economía mundial, apropiándose de la parte del león de la plusvalía producida por los trabajadores de todo el mundo. También los 50 mayores grupos transnacionales (TNC de acuerdo con la definición de la OCDE) controlan el 39,78% de la red de participaciones cruzadas que permiten el dominio de la economía mundial.

Como araña en la red, de esas 1.318 empresas, hay un núcleo con una densidad de interrelaciones mucha mayor. Se trata de las 147 empresas que detentan el 40 % de los ingresos.  La gran mayoría son instituciones financieras, entre las que se encuentran nombres muy conocidos como Barclays Lpc, Axa, JP Morgan Chase & Co, Merrill Lynch & Co Inc, Deustche Bank, Bank of America, Walton Enterprises LLC (la firma inversora del capital de la familia Walton, dueños de la empresa más grande del mundo: el supermercado WalMart), ING Group, BNP Paribas. La número 50 en la lista es significativamente la china Petrochemical Group Company, que denota el ascenso de los capitales chinos a este grupo exclusivo de corporaciones que tienen las riendas económicas y financieras del planeta.

En resumen,  si 1.318 grandes corporaciones controlan el 60 % de la economía mundial, apenas 147 empresas transnacionales controlan el 40 % del volumen total de ventas de todas las transnacionales del globo. El dato más sorprendente no es que sean pocas —existían ya estudios mostrando el alto grado de concentración corporativa—, sino que están estrechamente interconectadas a través de acciones y participaciones entre ellas, constituyendo una “superentidad” global que ejerce un control enorme sobre mercados, producción y políticas nacionales e internacionales. Además, como hemos sabido, las tres cuartas partes de estas 147 superpoderosas son bancos e intermediarios financieros, que a su vez tienen un importante porcentaje de acciones en las mayores empresas de capital productivo. Y una de las más gritonas, exigentes y desacomplejadas por lo que a respetar la legalidad se refiere, es Goldman Sachs.

Desarrollos posteriores

Aunque el estudio está hecho sobre datos del 2007, previos a romper la ola de crisis financiera que acabó con algunas de las empresas referidas en el estudio, la estructura de la red se mantiene y consolida, y es una información clave para entender también las políticas “públicas” que se promueven frente a las crisis financiera, alimentaria, climática y ambiental.

Como podemos leer en “una especie en peligro”, sin tocar la especulación financiera que causó la crisis.  ni modificar los nocivos modelos de consumo y de producción contaminantes (bases de la civilización petrolera y de la devastación ambiental y climática), se promueven nuevas fórmulas para aumentar la penetración de los mercados financieros en la naturaleza (mercados de carbono, de servicios ambientales, de biodiversidad, etcétera).  Se promueve una mayor explotación de la naturaleza y los recursos a través de nuevas tecnologías, como por ejemplo, el uso extendido de biología sintética para procesar biomasa como fuente de combustibles, de fármacos y sustancias industriales.  De forma irónica, los gobiernos conceden subsidios a las  corporaciones que abren nuevas fuentes de mercantilización de la naturaleza y sus funciones, buscando supuestos (falsos)  remedios a las crisis que ellas mismas provocaron. El todo del frause  se conoce como “economía verde”. O como dijo Obama parafraseando a F. Roosevelt frente a la crisis de 1929, se trata de un “green new deal” (nuevo acuerdo verde), donde todos son escenarios de ganar-ganar. Claro que las ganancias-ganancias están siempre referidas a los mismos, y en el peor de los casos, y por no significar ni propuesta ni alternativa real,  le llegan incluso de rebote a  Sheldon Adelson y a su devastador proyecto de Eurovegas. 

Un texto interesante al respecto puede ser  “Quién controlará la economía verde” . En otro sentido, y como investigación a tener en cuenta, el economista portugués Eugénio Rosa estudia en “Los grupos empresariales ‘portugueses’ y las grandes empresas transnacionales” la relación de los grandes grupos empresariales en Portugal .

 
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Publicat per a 15 Juliol 2012 in Ciutadania/Política, Europa

 

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