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Manuel Menor: Ya tenemos la LOMCE ¿qué viene ahora?

imageDespués de dos años de duro enfrentamiento del Gobierno Rajoy con gran parte de la Comunidad educativa a causa de la LOMCE, ¿qué pasará después de su aprobación el 28-N?

Hace dos años, antes de las últimas elecciones generales, el PP de Rajoy afirmaba que no tocarían la educación. Al menos, no con una ley como la que legalmente alumbran ahora, pero que ya preconizaban de tiempo atrás desde sus maneras en Comunidades como Madrid y desde la FAES. Pronto el dilecto ministro de Educación de Rajoy empezó a dejar señales de cómo bordaría su gestión. A la estrella de su hoja de ruta –una nueva ley, que en la práctica acabó en “orgánica”-, le añadiría pespuntes sustantivos para una reforma universitaria y festonearía la labor con un Estatuto Docente que embridara los “excesos” del profesorado para amoldarle a la ejecución ideal de la LOMCE. Dos años después, tras el paso alegre de esta ley por la Carrera de San Gerónimo –y con la mudez en que han quedado sumidos de momento los otros dos encajes-, no es improbable que estemos ante lo que Esopo fabuló como “el parto de los montes”.

De inmediato, viene ahora la puesta en práctica de este texto legal. Y, ya mismo, el conjunto de desarrollos consiguientes, órdenes y decretos ministeriales que expliquen más en detalle el qué de los cambios que prescribe en pro de la ansiada “mejora” educativa. Con el PIB educativo cayendo hasta el 3’9%, y los consiguientes recortes rondando, cumple luego a las Comunidades autonómicas adaptar esas pretensiones a sus peculiaridades competenciales –ahora restringidas- y a sus magros recursos. Y vendrán, ya en el curso 2014-2015, los primeros pasos de implantación en los centros educativos que, por lo pactado en el Senado, se prolongará durante tres años, uno más de los previstos en diseño.

imageSerá en el transcurso de esos tres años cuando se empiece a falsar o contrastar con la perspectiva del método científico experimental, hasta qué punto habrá merecido la pena al Sr. Wert haberse dejado alucinar con el cargo ministerial en Educación –por muy adornado que estuviera con Cultura y Deporte- para sacar adelante una ley que le complicará en adelante su presencia en público: ni siquiera el CIS ha logrado, con su famosa cocina demoscópica, sacarle de la cola de suspensos en que los encuestados han reincidido en situarle.

En paralelo, y como prueba de fuego para el ya casi amortizado ministro, quienes se han opuesto a su proyecto durante estos dos años seguirán tratando de que dure lo menos posible en la normativa vigente. De un lado, seguirá en el aire la idea extendida –y pactada entre la gran mayoría de los otros grupos parlamentarios- de que se trata de una ley que “nace muerta”. Esto significa, en primer lugar, que, en el caso hipotético de que el PP no alcanzara dentro de otros dos años la mayoría parlamentaria de que disfruta, “su” LOMCE estaría abocada –antes de haberse logrado implantar del todo en la vida escolar- a ser una reliquia del pasado. Sin que podamos saber si “mejoraría” la educación de los españoles, pasaría a ser una peculiar especie legislativa nonata sui generis. Sólo muy levemente habría aventajado a la LOCE auspiciada por Dña. Pilar del Castillo y D. José María Aznar: promulgada el 23 de diciembre de 2002, se quedó en nonata a secas. Con tal pedigrí, es muy razonable que el Sr Wert –y la Sra. Gomendio- avizoren lo pírrico que pueda ser que la LOMCE culmine este 28 de noviembre el trámite parlamentario entre los aplausos exclusivos de los suyos. Al referirse en la COPE (el pasado día 24) a lo “duro” de su trabajo, no sabemos si se refería con tal calificativo a la nada improbable futilidad de su paso por el Ministerio, causante, sin embargo, de tantas premuras, intemperancias, desplantes autoritarios, falta de tacto, sobreestimación de su excelente historial escolar…. Puede que de los malos presagios para su ley tengan culpa los defectos y manías de los demás. O también cabe que se haya confundido de país y de tertulia. Lo cierto es que nada propicia que “su” recién nacida ley esté blindada con un brillante futuro después de tan raudo y errático esfuerzo. Tampoco hay garantía alguna de que el PSOE, en caso de tocar poder en 2015, vaya a tomar como acción de Gobierno prioritaria la denuncia de los Acuerdos con el Vaticano: el laicismo escolar declarado en su reciente Conferencia política todavía tendría que haberse traducido previamente en programa de esas elecciones generales.
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​Si se confirmara en 2015 esa hipótesis electoral, el modo de derogar la todavía incompleta implantación de la LOMCE depararía a los ciudadanos –de todas las mayorías- una lección práctica de Educación para la ciudadanía o, si lo prefieren, en valores democráticos. Además de evidenciarse los embelecos a que conduce este afán legislador a golpe de pulsión populista -que no popular, científica e ilustrada-, nos sería dado ver desfilar de nuevo todo tipo de opinadores –legítimos, deslegetimados y neoconversos- en pro y en contra de fantasías ajenas a lo que humildemente necesitamos. Comprobaríamos, de paso, cómo el aparato legislativo es absolutamente flexible a cuanto ansiemos hacerle decir. Y de nuevo volvería a quedar intacta la imprescindible pasión, constancia y cuidado para que de una vez pueda ser verdad –y no sólo papel- cuánto nos importa la educación de nuestros hijos y de los ciudadanos como signo de calidad democrática a construir.

Hasta 2015, en todo caso, la gran cuestión es qué vaya hacer toda la gente que en estos dos años pasados ha tratado de entrar en razonable diálogo con Wert y su equipo sin conseguirlo: sindicatos, organizaciones de padres, profesores y estudiantes, asociaciones de diversa preocupación, variadas plataformas y mareas ciudadanas que ven en la educación un punto estratégico de sus afanes. Es previsible que, al récord de manifestaciones y huelgas que ha acumulado el trámite de la LOMCE, hayan de sumársele todavía unas cuantas más, empezando por la del inmediato 30 de noviembre -a las doce horas, de la Puerta de Alcalá a Sevilla-, ya anunciada con el nombre de Marcha a Madrid… por una Escuela pública de todos y para todos.
​La calle va a seguir siendo escenario privilegiado para visibilizar el descontento que seguirá arrastrando esta “Ley Wert”. A pesar de que, precautoriamente y para garantizarse una mayoría silenciada y miedosa, de súbditos obedientes, muy pronto regirá una Ley de Seguridad Ciudadana desproporcionada, complementaria de lo que Gallardón ha hecho con el Código Penal y de cómo el Sr. Fernández Díaz está moldeando a la policía para que pueda equipararse a “los grises” de antaño. Parece como si, de consuno, quisieran que la calle oliera de nuevo al siglo XIX, en que nuestros militares -según se iba desmoronando el prestigio exterior de España- se dedicaron a cultivar el guerracivilismo interior, defendiendo “el orden” de unos pocos privilegiados.

image​En muchos centros educativos, también continuarán los actos de protesta y repulsa. La gama de acciones que algunos colectivos ya han anunciado es muy variada, con latidos distintos en cada Comunidad autónoma, especialmente en las de lengua propia. Por ello, tampoco es casual que, preventivamente, la propia LOMCE atribuya a todos los directores de los centros educativos facultades que, a título de prueba, lideraban ya algunas Autonomías para configurar una perfecta cadena de mando. Recrecido el autoritarismo organizativo –y sin que la Comunidad educativa de cada centro tenga nada que decir-, vigilarán a los profesores más díscolos, no las pedagogías más ineptas. La consiguiente punición reglamentaria de que dispondrán estos neocapataces desbordará el comisariado habitual que ya muchos ejercen, sin que se pueda ver todavía el alcance de la resistencia que la ”ley Wert” pueda seguir suscitando pese a todo. Difícil será que padres y profesores se convenzan de que no sobran políticos ajenos a los intereses educativos generales –y cientos de asesores concomitantes-, mientras se priva a los alumnos de imprescindibles guías para su aprendizaje.

En fin, el próximo tres de diciembre, la OCDE dará a conocer los resultados del último INFORME PISA, recabados en 2012 para conocer la evolución de competencias adquiridas por los alumnos de 15 años especialmente en cuanto a resolución de problemas matemáticos. Los promotores de la nueva ley ya han leído a conveniencia informes anteriores de esta organización internacional, incluido el del tres de octubre -conocido como PIAAC-, que analizaba las cohortes de adultos comprendidos entre 16 y 65 años. Su peculiar lectura ha servido de publicitario argumento a favor de “su” LOMCE cuando se estaba gestando. Ante los resultados que ofrezca ahora el último PISA –difíciles de precisar en un instante, por lo complejo y amplio de su información-, tendrán la tentación de reincidir de inmediato en lo que ya vienen diciendo. No obstante, la ocasión les deparará ahora dos opciones. La más previsible es que prosigan en esa vereda de la parcialidad y vuelvan a llenarse de razón, a posteriori, para revalidar la urgencia de “su” ley, tan suya que no han admitido enmienda alguna apreciable en su presentación parlamentaria. Seguramente imprimirán un tono solemne a sus análisis para que cunda en el imaginario colectivo el optimismo: “su ley Wert” erradicará la presunta inoperancia de todo lo anterior y “mejorará” enseguida -hasta lo sublime- las competencias de los españoles en comprensión lectora, matemáticas, ciencias, emprendimiento, competitividad, etc. Y para deslumbrarnos mejor, no mencionarán los serios daños colaterales que sí desarrollará meridianamente esta ley, nada agradables de contar a sus propios votantes por lo expeditiva y exquisita que ha quedado para certificar burocráticamente un determinado fracaso estudiantil, ajeno, por supuesto, al fracaso estructural de un sistema que quieren esclerotizar más.
​Hay, sin embargo, otra vía teóricamente posible. A costa de renunciar al escaparate, podrían empezar reconociendo que la “ley Wert” les venía al pelo por todas esas razones inconfesables y porque tal apaño reformista les salía prácticamente a coste cero. Pero que, una vez logrado el capricho de verla en el BOE, se avenían a quitar de en medio a Wert y, sobre todo, a consensuar de inmediato medidas para atajar los principales problemas que aquejan a la educación española… Esta segunda opción no está en el programa de lo previsible para el bien de España; me temo que aunque les recabara muchos votos entre sus decepcionados votantes.

​Después del 28-N, por tanto, más bien parece que este territorio de la educación todavía seguirá plagado de trincheras, excesivas causas de pelea y pocos materiales aptos para construir la casa común de todos, acogedora de la esencial diversidad de nuestros hijos e hijas. Pero por algún lado habrá que atajar el despropósito de esta manía estéril de legislar educativamente otra vez a la contra. Alguien deberá emprender otro camino y continuar pacientemente, porque merece la pena.

Manuel Menor, noviembre 2013

 

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Manuel Menor habla de la Ley Wert, @jordievole y el papel de los medios

wert-sesion-control--644x362En Salvados les gustaría entrevistar a Wert, para que explicara su gestión.

Lo dijo hace días Jordi Évole, antes de reiniciar el popular programa de laSexta. El tan mentado ministro podría haber aprovechado para contar por qué su Secretaria de Estado ninguneó la última huelga educativa, hasta hacer dudar de su existencia. O para explicar las bondades de la LOMCE.

En política, no sólo se ha de ser bueno, sino que, además, se ha de parecerlo, según cuentan que dijo César. Para el Barón d´Holbach –más emparentado ideológicamente con el perspicaz Maquiavelo-, el comportamiento de los que se movían en este medio ya era bastante más complejo en el Antiguo Régimen. Amigo de Ilustrados como Condorcet o Diderot –y también Adam Smith o David Hume-, desde su salón cercano al Louvre tuvo tiempo para ver en detalle cómo, para desempeñar su función, “el cortesano es a veces insolente y a veces vil; a veces de la avaricia más sórdida y la avidez más insaciable y otras de la más extrema prodigalidad, en ocasiones audaz como pocos y otras de la más vergonzosa cobardía, a veces de la arrogancia más impertinente y otras de la cortesía más estudiada”, todo en pro del Monarca/Estado, pese a que chocara contra la racionalidad y la virtud de los súbditos y, por ende, contra el presumible menosprecio de éstos. Sólo el buen cortesano “conseguía reducir al silencio esas voces inoportunas; sólo él era capaz de ese noble esfuerzo” incomprendido, como dejó escrito en El arte de trepar a la usanza de los cortesanos (1790).

Hoy todavía se ha vuelto todo un poco más intrincado. Se ha hecho todavía más difícil ejercer el politiqueo según el canon marcado por Holbach, pero no imposible. El pasado día 24, Wert dejó prácticamente sola a su segunda en el Ministerio para que explicara qué no estaba pasando en la calle y en las aulas. A él mismo le cuesta cada vez más seguir defendiendo que esta LOMCE es profundamente democrática; que en su gestación se ha mantenido un alto nivel de diálogo y apertura al consenso social; que con la organización de centros que propugna –con poderes prácticamente absolutos para los nuevos directores- va a mejorar sustantivamente el rendimiento de enseñantes y enseñados; que contribuye a una sociedad más justa y cohesionada; que, en adelante, el sistema educativo español excluirá y segregará mucho menos de lo que venía haciendo; o que, por tanto, no es una trampa decir que con esta ley “mejorará” notablemente la educación y la cultura en España. Después del 24-O, sus palabras suenan especialmente contradictorias con el sentir ciudadano. Y todavía más desde las adaptativas conveniencias e inconveniencias que se pudieron ver y oír ayer en la manifestación de la madrileña Plaza de Colón, indicativa de las distintas derechas de la derecha.

En los tiempos que corren, no se arriesga casi nada por no atenerse al famoso apotegma de César. El testimonio de bondad de una controvertida gestión depende de la vox populi de proximidad. Contar con mayorías –la parlamentaria y “la silenciosa”- indicativas de aceptación habitualmente acrítica es suficiente para presumir de buen hacer. Al menos, eso practica -entre otros- el grupo parlamentario que todavía arropa al Sr. Wert. Y mejor todavía si se tiene a favor –eso debió pensar también el día 24-0 la Sra. Gomendio antes de grabar su vídeo y desinformar de cuanto estaba sucediendo mientras peroraba- una gran parte de la opinión publicada o emitida. Para saber que es realmente así, basta ver 24H, de TVE –esta televisión pública que tanto da que hablar cuanto menos dice-, para ver cómo casi siempre mantienen, entre los opinadores convocados a hacer la ola en ese programa, un constante cuatro a uno proclive a las tesis, actividades y proyectos gubernamentales, proporcionalmente indicativo, por otra parte, del comportamiento habitual que la prensa escrita y digitalizada suelen sostener.

Cuando de tal modo se expresan los medios existentes por tierra, mar y aire de esta España de hoy, mejor no equivocarse: parece coherente no dar pábulo, en el abierto programa de Jordi Évole, a que alguien pueda deducir que este Gobierno navega en la sinrazón, y más en una reforma como la educativa, de tanta trascendencia para las generaciones más jóvenes. Siendo la última, no se compadecería bien que viniera a la última en cuanto a bondades sin cuento y que el propio Wert no acertara a contarlas debidamente. Haber sido alumno “excelente” le ha prevenido frente a las incontroladas emboscadas que le pudiera tender el periodista catalán. La duda es, de todos modos, cómo es que a José Manuel Lara le interesa que vuelva a emitirse ahora Salvados, con más medios incluso que hace cinco meses. El también amo de Antena3 y La Razón –entre otros muchos medios- había adelantado ante Wert el pasado 21 de agosto: “Quiero que La Sexta sea una televisión de centro-izquierda respetuosa con la derecha, pero todavía no lo es. Estamos en ello”.

MANUEL MENOR

 
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Publicat per a 31 Octubre 2013 in Serveis Públics

 

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Wert es pernicioso para la educación y malo para nuestra salud

Wert manda callarHoy me ha sobresaltado la imagen de Wert en Los desayunos de la 1 hablando, entre otras cosas igual de fundamentadas, de lo poco que cobraban los ministros. No le iba en el sueldo, argumentaba él, los sinsabores que le ha producido tanta negociación y tanto pacto como ha venido trenzando (en el país del “nunca jamás”) sobre la reforma educativa. En cuanto he encontrado el mando a distancia (que siempre se esconde cuando más lo necesitas) he apagado el televisor. Ni siquiera ánimos me han quedado para cambiar de canal. Para qué. He preferido recordar lo mejor, lo más auténtico del Dr. Monzón hablando de personajillos como Rajoy y Wert. Y se la recuerdo porque en esa asignatura proscrita por los de los sobres y llamada “educación para la ciudadanía”, esa lección que da Wyoming iría para matrícula de honor.

Y esta noticia de 20minutos.com acaba de aportar los datos necesarios para que cada lector o lectora decida si tienen razón los estudiantes que niegan su mano a Wert, o al público del Real que le abuchea, o para las nauseas que tantas personas que nos hemos dedicado a la enseñanza sentimos cuando no podemos escapar del radio de su cinismo. Se dice que Moncloa va a dedicar recursos a mejorar su imagen… mejor dediquen la partida a subir los importes de las becas, y cuelguen definitivamente a este casi-ministro apolillado y mentiroso en el desván definitivo.

“El ministro de Educación, José Ignacio Wert, opina que no es una “exigencia exagerada” haber aumentado del 5,5 al 6,5 la nota mínima para obtener una beca universitaria y asegura que quien no es capaz de obtener una media de 6,5 “no está bien encaminado y debería estar estudiando otra cosa”.

Así lo ha explicado en una entrevista en TVE, en la que ha añadido que a los estudiantes que tienen beca “no es que les paguemos los estudios, es que les pagamos por estudiar”. También ha dicho que el 6,5 que contempla el el borrador del real decreto sobre becas está por debajo de la media de rendimiento de los estudiantes universitarios.

“Yo no niego que pueda existir la posibilidad de que un estudiante de pocos recursos y que se esfuerce no llegue a ese 6,5; ahora, en ese caso la pregunta que hay que hacerse es, ¿está bien encaminado o tendría que estar estudiando otra cosa?”, ha dicho Wert.

A su juicio, considerar que un universitario no va a poder optar a una beca con los nuevos requisitos (contar con una nota media de 6,5 frente al 5,5 que se pedía este curso y al 5 anterior) “es asumir que hay una dificultad objetiva o una imposibilidad de sacar un 6,5” cuando la media del 1,5 millones de estudiantes universitarios está por encima de esa nota, ha asegurado.

“Puede haber 1, 2 ó 5 estudiantes que no puedan optar a la beca” pero la pregunta que hay que hacerse es si es “lógico” que “además de pagarles los estudios”, dado que las administraciones educativas sufragan más del 70% de los estudios universitarios de todos los alumnos, según datos de ministro, “les paguemos por estudiar”, ha insistido.

Los rectores universitarios pidieron la semana pasada al titular de Educación que retirara el borrador con las nuevas exigencias para los alumnos, pero el ministro dijo tras reunirse con ellos que su postura “no ha variado”. Los rectores opinan que este borrador puede provocar una pérdida de derechos constitucionales adquiridos, como la igualdad de oportunidades, y que la aplicación de los nuevos requisitos académicos junto con el cambio de modelo en la asignación económica pueden conducir “a un efecto excluyente y disuasorio tanto para el acceso como para la continuación en los estudios superiores”.

Wert ha insistido (en sus mentiras) en que el gobierno de Mariano Rajoy “ha dedicado más que ningún otro gobierno en la historia de España” dinero para becas, añadiendo que en 2012 el presupuesto para esta partida “superó en un 8% o 9% el gasto del año anterior”.

No obstante, según los datos de los presupuestos de 2012, la partida de becas y ayudas a estudiantes del proyecto de presupuestos de 2012 del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte fue de 1.265 millones de euros, lo que supuso una bajada del 11,6% (166,4 millones menos) respecto a los de 2011, en que fueron 1.431,4 millones de euros.”


Para una excelente crtítica de la propuesta Wert, vayan a este análisis de Manuel Menor.

 
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Publicat per a 24 Juny 2013 in Ciència, Serveis Públics

 

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Manuel Menor habla de Wert y las cosas bien hechas

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El amigo Manuel Menor me mandó hace unos días este texto “adaptado” del básico que corre por la red:

Despés de un breve paréntesis interglacial (Riss-Würm), el período glaciar WÜRM, del Pleistoceno, está entrando en una fase de conjunción recidiva con la sub-fase WERT, paralela al cambio climático general y del cuarto período glaciar… (sembrado por la OCDE y la CEOE). La mutación que se prevé es mucho más que estructural y no se puede hacer nada: la geología es la geología. Nuestro destino estaba escrito en el corazón de las TIC y no nos habíamos dado cuenta. Mira si no el teclado de tu ordenador: (Q) WERT (Y) y observa cómo esa preciosa “E” (de “España”, mi “querida España nuestra…”) lleva incrustada ya una fatídica “€” del condicionante Euro, determinante de todo desvelo reformador.

Como verás, todo esto viene de muy atrás…. de mucho antes de la gloriosa Ley General de Educación de 1970 y, por supuesto, de la no menos querida LOGSE…… Debíamos habernos dedicado a la mineralogía o a la meteorología: hubiéramos estado más acertados. Por algo había tanta añoranza melancólica incrustada en las circonvoluciones cerebrales de los simios más excelsos: el “Homo antecessor” de Atapuerca ya tenía depresiones con el curriculum…., demasiado moderno para las culturas líticas.

Y hoy, en tono mucho más serio, recibo este artículo suyo:

          La LOMCE y las cosas bien hechas

 
Manuel Menor Currás

Puesto que de lo que se trata es de “mejorar” el sistema educativo, no vamos a recelar que la LOMCE esté hecha con la sana intención de dejar este aspecto de la vida colectiva en una posición muy mejorada respecto a cómo sus gestores actuales lo recibieron. Teniendo en cuenta, por otra parte, que entre las proclamas del Sr. Rajoy, está la de buscar “las cosas bien hechas”, no cabe desconfiar tampoco de que lo que  este proyecto de ley que presenta Wert, venga a ser el canon de lo que, a sus ojos y a los de quienes le sustentan en el cargo, deba ser la “buenaeducación”.

El habilidoso y locuaz ministro ha sido capaz de desviar nuestra atención hacia la cuestión lingüistica catalana, como si ese fuese el centro de su propuesta y en ese pulso quisiera dejar clara una firme determinación de sacar adelante sus extraordinarias ideas sin que nos enteráramos bien de cuáles fueran ellas. Contando, además, con el auxilio indudable de la aquiescencia absoluta de las doce autonomías en que gobierna su partido, ha podido orquestar perfectamente que esta propuesta de ley tiene todas las características de una buena ley, que acabará poniendo orden y sentido donde sólo hay incongruencia y desatino. He seguido con atención qué decían en la nueva TVE al respecto y me quedé demasiado informado de que era una buena ley y de que, salvo la oportunidad del asunto lingüistico –que algún tertuliano de 24 horas veía incoherente en ese momento de los avatares políticos, día cuatro de diciembre de 2012-, no merecía sino asentimiento. Digo mal: uno de los contertulios sí sabía de qué iba la ley, pero su voz quedaba aislada y, con el tiempo y espacio muy limitados, quedó como una flor exótica ante los otros cuatro participantes. En los kioskos, el amplio eco que tiene desde ese glorioso día el calificativo “imprescindible”, aplicado a este proyecto, es igualmente extenso, en proporción similar. Una coincidencia que recuerda bastantes salas de profesores en que he estado, donde toda discrepancia con la socorrida apreciación rutinaria de qué mal está esto, qué desastre de clase acabo de sufrir, era de inmediato sofocada. Digo “era” en tiempo pasado, meramente porque desde hace veinte días he pasado el limbo de los jubilados, no porque estime que la sociología del profesorado actual se haya vuelto de repente coherentemente crítica con los fallos estructurales que tiene el sistema educativo español. En todo caso, cuesta creer que los derroteros de “buenaeducación” que estos días tienen tan ocupados a los medios –a contrapelo de lo que suele suceder en este  sector informativo- sean tan apasionantes, capaces de oscurecer y eclipsar logros anteriores que los especialistas –y la propia OCDE- suelen reconocer al breve tiempo transcurrido desde los setenta y ochenta para acá.

Desde la legitimidad democrática que le da a Wert el respaldo de una mayoría parlamentaria y al margen de cómo la estén usando y de qué otros medios o triquiñuelas se estén valiendo para imponer -que no dialogar, consensuar o pactar, sus planteamientos-, lo que cabe, ante todo, a la ciudadanía en general es tratar de percatarse de cuáles sean las pautas de “mejora” que propone este ministro.  A sabiendas de que la verdad o calidad de un proyecto no depende de la cantidad de votos –libres o condicionados- que lo sustentan. A todo ciudadano le conviene racionalizar lo que ahora se está anunciando como “mejora” del sistema educativo de sus hijos, y más cuando, a todas luces, parece que vaya a ser norma de la educación española en poco tiempo. Este ejercicio, por otra parte, si pudiera estar libre de argumentaciones ad hominem, ayudaría en la responsabilidad compartida que tenemos todos de hacernos cargo de los aciertos, pero también de las inoportunidades y equivocaciones que pueden caer sobre el presente-futuro de toda la sociedad española.

Es curioso que, en educación, todo el mundo sepa más que nadie, incluso ahora mismo en que tantas dudas nos asaltan hacia casi todo. Prueba fehaciente de ello es la enorme altura científica que –en asuntos educativos- se reconoce a los reunidos en la mentada Conferencia de las Autonomías, donde el ministro dio muestras de lo mucho que sabe de “educación”. Seguramente por eso nos hemos ido enterando sobre la marcha de sucesivos borradores de este proyecto hasta el momento mismo de su acomodaticia y superficial casi aprobación definitiva en esa sesión, previa a su tránsito-debate-o-lo-que-fuere en el Congreso. El diccionario que usan en este Ministerio actual para decir que ha habido “diálogo”, “aportaciones valiosas” y “debates previos” en torno a un “libro blanco” o un “diagnóstico” coherente y contrastado, debería ser conocido por todos: la manipulación de estas palabras exige, al menos, un Ficcionario, apto para calificar lo que vaya a suceder con esta ley en su tránsito por la Cámara Baja.  Por otro lado, si habían llegado en la época de Gabilondo a pactar un 70% de cuestiones básicas -como han reconocido algunos participantes de ambos bandos-, ni sabemos qué tanto por ciento de aquello se traduzca actualmente en esta última edición de proyecto LOMCE, ni menos, por qué se hubiera abortado aquella iniciativa. Cabe deducir, pues, que la primera característica de la “buenaeducación” que se propugna ahora tenga que ver, ante todo, con el secretismo ministerial (y autonómico), capaz de dirimir por sí mismo, sin luz ni taquígrafos, qué sea conveniente para votantes y no votantes.  Ello nos sitúa –en términos históricos- en pleno “despotismo ilustrado”, anterior a la Revolución Francesa o, si lo prefieren, en desarrollos políticos poco homologables con la democracia.

Este anacronismo nos lleva a otro que, si en todos estos años de presunta transición no hemos sabido obviar, ahora se acentúa aún más. En Mayo de 2011, José María Maravall contaba a ESCUELA: “Cuando llegué al Ministerio, en la primera visita que me hicieron los obispos me trajeron unos textos en unas hojas de papel cebolla: habían redactado decretos, con todo el articulado completo, a los que solamente faltaba mi firma; claro, se fueron sin ella” (nº 3907, pg. 35). Cuantos hayan vivido atentos a todo lo ocurrido hasta hoy saben que nunca se han ido del entorno del poder político. Lo de los “valores éticos y morales” versus “religión”, la supresión de la esquelética “Educación para la ciudadanía” (LOE) –o “para la convivencia”, que se decía en vísperas de la LOGSE-, la separación-subvención de niños-niñas como signo de prestigio, las maniobras para potenciar subvenciones a las escuelas FERE-CECA y CECE, la instrumentación de la “demanda social” por parte de CONCAPA, junto a la inestimable ayuda estratégica de ministros y consejeros cualificados, son elementos concurrentes en la letra y molde “espiritual” de este proyecto legislativo –no todo es mera tecnocracia. Como lo que pautó el Vaticano II pronto se les quedó en letra muerta, pugnan por revitalizar el paradigma del Vaticano I y Pio IX. Más todavía, ¿por qué no volver al Concordato de 1851? La época de Bravo Murillo tiene, además, muchos nostálgicos en este Gobierno: “orden, paz y propiedad” todavía puede ser lema de un gobierno de  registradores y allegados. La bendición de la jerarquía católica es lo que más necesita el sistema educativo para “mejorar” su “eficiencia”.

A su vez, esto nos remite a otra característica definitoria de este proyecto en que “las cosas bien hechas” pasan por reconocer a la Naturaleza lo que por sí misma da, con los desajustes y desequilibrios que, en cuanto a la vida humana en sociedad, comporta si no se pone en valor la intervención cultural… y política. Oyendo lo que dicen nuestros gestores actuales de la educación y leyendo lo que en la LOMCE quieren legislar respecto a reválidas, itinerarios educativos y variadas cuestiones curriculares concernientes al qué y cómo enseñar en un centro -y con qué grado de exigencia, como si todos los críos llegaran en iguales condiciones ”naturales” aptas para el proceso de aprendizaje-, se le viene a uno al recuerdo una intervención de Romero Robledo en 1902, apenas iniciándose nuestra limitada legislación social: “No es verdad que las clases obreras vivan en la estrechez y en la miseria… ¿Es que creéis, por ventura, que los salarios no bastan a satisfacer sus necesidades?… ¿De qué viven sino del exceso de salarios –en Madrid y en otras partes, en la industriosa Cataluña-, cafés, tabernas, tiendas, sitios de recreo, a los cuales no van las clases acomodadas?… Si esos sobrantes de salarios se consagrasen al ahorro y no a la dilapidación en el consumo, se mejoraría la situación de las clases trabajadoras” (Diario de Sesiones del Congreso de Diputados, 25/ 04/ 1902, nº 20, pg. 22).  Pues qué quieren que les diga: hacia ahí volvemos también con la “buena educación” que aquí y ahora se proyecta. Como si no hubiera pasado nada en estos últimos 110 años tan complicados.

Estamos aprendiendo en carne propia de la vulnerabilidad de muchas conquistas sociales, también en la educación pública. La situación es especialmente propicia para que crezca la idea de que no es rentable mejorar a la sociedad en cuanto a exigencia compasiva  con sus elementos más vulnerables. Abundan, incluso, quienes consideran más provechosa la destrucción de los espacios públicos prestigiosos de que, a trancas y barrancas, nos habíamos dotado. Quienes patrocinan esta LOMCE –a punto de entrar en el Congreso como una las “cosas bien hechas” de este Gobierno- no debieran olvidar los motivos egoístas que indujeron a la creación de las primeras leyes sociales y, después de 1945 -en la Europa de postguerra- al pacto del “Estado de Bienestar”. El último baremo del CIS de ayer mismo sacaba a relucir que el 52,5% de los españoles consultados estaba poco o nada satisfecho con la Constitución, al tiempo que seguía destacando de manera muy relevante a los políticos como problema. Galbraith les preguntaría premonitorio: Con esto “¿se puede hacer que el futuro sea más seguro y mejor para todos” (Una sociedad mejor, 1996, pg. 27).

Madrid, 6/ 12/ 2012
 

 
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Publicat per a 7 Desembre 2012 in Serveis Públics

 

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Nos roban el presente y el futuro #HastaCuando #14N


Muchos políticos que parecen tener en sus manos las riendas del sistema (y me refiero ahora concretamente a Botella y a Rajoy) sólo entreven la realidad e intuyen, entre graves contradicciones, que algo no va cómo debería cuando la gravedad de la situación les golpea en la cara con toda la fuerza. Es el caso de las muertes de jóvenes en el Madrid Arena o el suicidio de ayer de Amaia. Por un momento, parece que el horror a las consecuencias del modo de proceder habitual de sus empresarios “amigos” (Diviertt o La Caixa) maximizando sus beneficios, como es lógico y bendecido, turbe su habitual placidez. Cuando el pueblo de Madrid, o de Barakaldo, o de Granada, está demostrando, de mil y una maneras, que está llegando a sus límites, que el abandono o la dureza de las condiciones de vida de las políticas públicas y el incumplimiento o estricta aplicación de las normas (que tanto da, porque el mal está en las leyes y sus reglamentaciones) no alivian, sino que agravan la insostenibilidad y empujan a las personas a la máxima desesperación, parecen salir por un momento de su ensimismamiento y bajarse de su nube … Entre los rictus de su máscara, ruegan a la Virgen por las familias que han sufrido la peor de la pérdidas (y por mantenerse en su cargo) o piden “ceses temporales” de los desahucios, con un séquito de condiciones, cuando lo que habría que hacer es dimitir ya, e impedir con medidas tajantes que los bancos y cajas se apoderen, con una crueldad que incluso produce escalofrios en la fría Unión Europea, de los hogares de las personas. ¡Serán antes jueces y funcionarios los que se levanten en insumisión y no sigan echando fuera de sus casas a la gente humilde!

Incluso a la Báñez se le acentúan los síntomas de estupor, y pide “flexibilidadf” a diestro y siniestro ante un ERE de sus amigos de IBERIA que va aprovocar nuevos desahucios, nuevos sufrimientos, nuevos desgarros. Pero en lugar de sentarse y escuchar a la gente de la PAH y Stop Desahucios, en lugar de reconocer que la Reforma Laboral es un abuso digno de ser llevado al Código Penal y derogarla, en lugar de parar las privatizaciones de la sanidad, se den donde se den, PP y PSOE siguen reuniéndose entre ellos para hablar de lo divino y de lo humano, y prometer en el vacio mientras retrasan tomar cualquier decisión, en sus vetustos limbos donde no se siente ni padece. Porque no se engañen, no están ahí….siguen vagando por sus Spas de superlujo en Sintra, o en las romerías donde se esconden “tan a gustito” bajo el capote supuestamente capoteador de la Virgen, o por los Registros de la Propiedad que rinden, de manera adicional a los ingresos oficiales, un millón de euros al año…

Oía ayer en La Sexta Columna cómo diversos economistas hacían vaticinios sobre la duración de la crisis para España. Aunque alguno de los entrevistados sabía perfectamente que el capitalismo es el sistema de los grandes desequilibrios en el que las crisis son inherentes, y que cada vez es más una caricatura de sí mismo, también cayó en el juego macabro de las predicciones…. Sin embargo, ahora no se trata de vaticinar más. Sólo es aceptable jugar con un bola de cristal si acaba por arrojarse contra las puertas de las instituciones financieras y se evita al hacerlo un suicidio más. La Sexta Columna ofreció en la segunda parte del programa la imagen más optimista de la España que no está en venta, que investiga, exporta, crea… Una España que necesita fuertes agarres con el exterior para poder aportar algo de aire puro a la asfixiante atmósfera que respiramos.

Pero también para esta gente que investiga han encontrado el veneno adecuado: el ministro Wert, auténtico esterilizador de una España que podría desarrollarse hacia un futuro algo más risueño. Maestro de la frivolidad y el doble lenguaje, patrocinador de las corridas de toros mientras estudiantes y profesores reciben las cornadas del exilio, la precariedad y el paro. Políticos de la catadura de los citados demuestran a las claras que no sólo es urgente que este gobierno desaparezca, sino que este sistema está agotado desde su raíz, porque siguen siendo mayoría las personas que, sufriendo como nunca, los votan y reeligen. Por falta de luz, por falta de expectativas, por falta de futuro…. Y los políticos utilizan sus votos para justificar el incremento de las desigualdades, las enfermedades, la incultura, la desesperación. También CiU se añade a la gran ceremonia de la confusión, de la irrealidad, y promete sueños de la razón para auparse -y con ellos, a sus amigos de siempre, los “sospechosos habituales”- sobre las espaldas de la gente que debe aguantar sus renovadas estafas. El nuevo desvarío responde ahora al nombre de SAREB.

Algunos economistas que publican libros y disfrutan de minutos de antena siguen hablando de la crisis como si de una enfermedad se tratara y cuya recuperación depende de su evolución “natural”. Sin embargo, mantienen la perversa lógica de debilitar el estado de defensas del enfermo con nuevas toxicidades políticas y sociales, y siguen aconsejando someter al cuerpo exhausto a mayores sangrías… Al lado de la cama, de forma grave, se ponen a “vaticinar” cuando se producirá el “exitus”.

Algo queda más claro cada día que pasa: es de una frivolidad grotesca hacer “vaticinios” sobre la crisis. Lo que hay que hacer es decir basta, y darle la vuelta a la estafa. Porque hay que recuperar nuestro futuro. Como en Islandia.


Sobre el #11N, ver La Ratera

 
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Publicat per a 10 Novembre 2012 in Ciutadania/Política

 

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