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Contra el chantaje de los mercados

20 ag.

Desde los amigos de Serpal y su servicio de prensa alternativa, me ha llegado la entrevista que Gabriele Battaglia ha hecho a Andrea Fumagalli y que se ha publicado en PeaceReporter, traducida por S. Seguí. Dado el interés que los amigos y amigas de este blog han demostrado tener por el tema de la deuda, no dudo en reproducir el contenido más general de las declaraciones de Fumagalli, profesor de Economía Política en la Universidad de Pavía, investigador militante en el Colectivo UniNomade y miembro de la Red de San Precario porque ponen de manifiesto, una vez más, cómo la solidaridad que se reclamaba para la institución de los Eurobonos está lejos de ser una realidad en esta Unión Europea de aves de rapiña.

Sólo quisiera mostrar mi disconformidad con la respuesta sobre los estados del bienestar. No creo en ninguna “obligación” mecánica de desmantelarlos  para asumir el servicio de la deuda. A mi modo de ver, la reducción del Estado del Bienestar forma parte de la gran rapiña, del gran Saqueo del que nos habla Naomi Klein, y los Gobiernos que han visto crecer su Deuda Pública (obligados por el saqueo de las instituciones financieras)  podrían aumentar sus ingresos con impuestos progresivos o reducir otros gastos antes que destruir los servicios sociales,  de enseñanza o de salud. Pero es que no se trata sólo de avaricia especuladora. Se trata también de servir las políticas neoliberales aumentando más y más las desigualdades de riqueza y renta en favor de los poderosos… hasta el propio cataclismo del sistema.

¿Es la crisis actual la nueva manera que tiene el gran capital financiero de meter la mano en nuestros bolsillos?

Sí, siguiendo procedimientos que han estado funcionando ya durante al menos 15 años. Los mercados financieros están extremadamente concentrados: son una pirámide en cuya cúspide se hallan unos pocos operadores que pueden controlar más del 70 por ciento de los flujos financieras mundiales y dirigir e influir en los mercados. En la base, una miríada de pequeños ahorradores que tienen un papel puramente pasivo. Los grandes operadores son los llamados inversores institucionales, es decir, una docena de compañías, incluyendo bancos y firmas de inversión (sociedades de valores): JP Morgan, Bank of America, Citibank, Goldman Sachs, HSBC, Deutsche Bank, UBS, a depositar el dinero, Citycorp-Merrill Lynch, BNP-Paribas.

Se dieron cuenta por primera vez de su poder cuando se produjo el levantamiento en Chiapas, hace diecisiete años: el 2 de enero de 1994. Se estaba a punto de firmar el tratado de libre comercio entre EE.UU., Canadá y México (TLCAN): paridad de las monedas y libre intercambio de bienes y servicios, pero no de mano de obra (un poco como la Europa de Schengen). Se habían creado muchas expectativas y los bonos del gobierno mexicano habían conseguido ventaja. Se produce el levantamiento zapatista y en pocos días millones de dólares son desviados a los países del sudeste asiático, creando la acumulación de liquidez que luego provocaría la crisis del bath tailandés en 1996-97. En una semana, el peso mexicano se devaluó en un 30 por ciento y la Reserva Federal comenzó a comprarlos a fin de mantener alto el valor, pero después de un par de semanas tuvo que ceder: la especulación a la baja no tiene fin y el TLCAN salta. Es el primer caso en la historia en que el banco central más fuerte del mundo (en aquellos días lo era) ya no dicta su ley. Desde entonces, la Reserva Federal implementa políticas monetarias subordinadas a los mercados financieros, es decir, los bancos de inversión.

¿Por qué sucede esto?

Porque la especulación financiera está en la naturaleza de estos inversores. Se hacen prestar títulos de fondos de inversión o fondos de pensiones, los venden en el mercado –digamos a doce– apostando a la baja y contribuyendo con la venta a la baja misma. Luego vuelven a comprarlos, ahora a diez: ganan la plusvalía, es decir, la variación en el valor. Es el mecanismo de las “ventas cortas”, o “ventas al descubierto”. En la práctica, ya no se obtienen beneficios sobre los dividendos o los intereses de los bonos del gobierno, sino por medio de la pura especulación. Es evidente que estas operaciones están sólo al alcance de quienes disponen de una enorme liquidez; Goldman Sachs, por ejemplo tiene más que la Reserva Federal.

Todo esto es posible por dos razones: en primer lugar, la plena liberalización de los movimientos de capital, con la que el movimiento de dinero de un país a otro no cuesta nada y no tiene restricciones de ningún tipo; y, en segundo lugar, la ausencia de una unidad de medida del dinero. Mientras estuvieron en vigor las instituciones de Bretton Woods, es decir, hasta 1971, el dólar tuvo una relación de paridad fija con el oro, de 35 dólares por onza de oro. El dólar estaba vinculado a un bien. Tras el final de este sistema, el valor de la moneda se determina de una manera puramente virtual y lo deciden los mercados financieros, es decir, aquellos que tienen tanto dinero que pueden influir en éstos. Así se determina el valor del dólar, el euro y el yen, y también el de los valores denominados en esas monedas.

Estas plusvalías crean valor: por ejemplo, se estima que el 35 por ciento de los trabajadores de EE.UU. obtiene una parte de sus ingresos de estos mecanismos financieros. Lo mismo ocurre con los jubilados que dependen de los fondos de pensiones. Así que los mercados financieros desempeñan el mismo papel que una vez tuvo el Estado. El sistema de seguridad social se ha privatizado y depende de los mercados financieros.

Está claro que para ganar, estos mercados deben centrarse en las áreas en las que pueden generar ganancias de capital. En los años noventa, fueron las empresas de nuevas tecnologías; en el año 2000 fueron los títulos inmobiliarios; más tarde, la entrada de China en la OMC aumentó mucho la liquidez en circulación; con la crisis de 2008-2009 y la caída del mercado inmobiliario, ha sido la especulación sobre las materias primas (cereales, petróleo, etc.); y ahora la especulación se ha movido hacia la deuda pública, es decir, los sistemas de bienestar social.

En un plazo de seis meses, el Deutsche Bank vende el 88 por ciento de los bonos italianos en su poder, el valor de los títulos cae y el DB los vuelve a comprar a un precio inferior: al final, el banco alemán se encuentra con los mismos valores que antes y con las plusvalías. También me gustaría añadir que esto es normal. Vamos ya a dejarnos ya de repetir que los mercados financieros son neutrales: son una institución que mira por sus intereses económicos, como es natural en una sociedad capitalista. No tengo rencor hacia Goldman Sachs, que hace su sucio trabajo, pero sí lo tengo hacia las personas que lo presentan como un árbitro imparcial. Estos son los estafadores.

¿Qué sucede con los sistemas de bienestar social?

Se destruyen. Todos los países se ven obligados a tomar medidas para reducir la deuda a través del desmantelamiento del Estado del bienestar. En la práctica, cuando aumenta el déficit de un país, éste debe vender los bonos ofreciendo intereses más altos. Pero el aumento de los intereses a pagar sólo aumenta el déficit y la única salida es reducir el gasto, es decir, el bienestar social. En Italia, donde nadie quiere aumentar los impuestos, se recortan 6.000 millones a las autoridades locales, que se ven obligadas a aumentar el precio del billete del tranvía y a introducir el impuesto adicional sobre la renta de las personas físicas, llamado Irpef, metiendo con ello la mano en los bolsillos de los ciudadanos.

¿Cómo detener este mecanismo?

Es preciso atacar la raíz, es decir, el corazón del sistema financiero. Hoy en día, las instituciones financieras obtienen sus beneficios con los bonos de los gobiernos europeos, públicos. Bueno, usted tiene que hacer que estos bonos públicos se conviertan en confeti, a fin de crear pérdidas elevadas en sus balances. Eso es lo que hizo Islandia. El Deutsche Bank ha vendido los títulos italianos y ha tomado títulos alemanes; en la práctica, una sustitución de unos valores por otros, dirigiendo la especulación de un territorio a otro territorio. Si igualas a cero los bonos del gobierno; es decir, si el Gobierno italiano declara que ya no paga más intereses, se convierten en basura y todo el mundo vende. Es lo que ocurrió a Lehman Brothers con las hipotecas de alto riesgo, cuando se encontró con una porción significativa de sus activos a cero.

Europa puede cambiar los títulos de los estados individuales por eurobonos, ya que tiene el derecho de señoreaje, es decir, la impresión de dinero. Los coloca con una tasa de interés que no sea más de seis veces la de los bonos alemanes; por ejemplo, dos veces. Para el spread se fija un límite de 200 puntos. A las familias, que en Italia tienen ahora mismo sólo un 13,6 por ciento de los bonos del Estado, se les garantías en caso de incumplimiento un rendimiento equivalente al que habían firmado en el momento de la compra, digamos el 2 por ciento. El restante 86 por ciento de los valores es papel usado. ¿Los bancos quiebran? Bueno, entonces negociemos. Es preciso tener en cuenta que estas instituciones especulan sobre la quiebra del Estado, pero luego son los primeros que tienen miedo de ésta, porque los bonos son su gallina de los huevos de oro.

Si en lugar de comprar bonos de deuda pública para mantener alto el precio –como lo ha hecho con Italia– el BCE los ignora y los sustituye por eurobonos, protegiendo al pequeño inversor, se acaba aquí con el especulador. Técnicamente se puede hacer, pero faltan las condiciones políticas, que requerirían la creación de un presupuesto único y un sistema fiscal europeo único, una única política económica y social, y una sola presupuestaria. Este es el impasse de Europa. (…)

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Ver también, sobre esa Europa, las entradas en los blogs Kabila y La Ratera.

 
3 comentaris

Publicat per a 20 Agost 2011 in Economia crítica, Europa

 

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3 responses to “Contra el chantaje de los mercados

  1. marisol

    20 Agost 2011 at 17:05

    Desde luego que no, Àngels: desmantelar el estado del bienestar en aras de las políticas de reajuste que nos presentan los mercados es permitir que se conduzca al pueblo al matadero, lo cual sería soportar demasiada carga o que nos tomaran por burros y más, que diría Shakespeare. Por más que me miro y remiro el tema de los bonos, mis ojos vuelven una y otra vez la mirada hacia Islandia. El pueblo islandés, sin hacer apenas ruido, exceptuando, eso sí, unas cuantas caceroladas bien sonadas, se cerró en banda a cargar con el peso de la bancarrota financiera; hicieron caer al gobierno en pleno y forzaron unas nuevas elecciones generales con un gobierno que les apoyara y permitiera la formación de una asamblea constituyente que recogía las lecciones aprendidas con la crisis. He encontrado estos datos en el siguiente enlace: http://nosinmibici.com/2011/01/23/2073/; los encuentro muy refrescantes y se los recomiendo a todo el mundo, aunque me sigo preguntando qué piensan hacer con la bolsa, cuando está demostrado que funciona parasitando los beneficios ajenos; prescindir olímpicamente de la bolsa también sería bastante estimulante, ¿no crees?

     
  2. Jesus Sanchez-Marin

    20 Agost 2011 at 20:03

    Hola Àngels! Hem enllaçat el teu blog a la web de les Meses de Convergència a Catalunya. Estaria bé si ens pots enllaçar tu també

    http://www.assembleasocialdecatalunya.cat

    Gràcies i salut!

     
  3. Adriana Gonzàlez Miguel

    20 Agost 2011 at 23:39

    Ja sé que per la majoria de gent, sóc massa dràstica, o radical, però, sincerament arriba un moment, que una comença a plantejar-se, quina classe de farsa estem interpretant entre tots plegats. Si com molt bé sabem tots, qui mana en aquest món, són els mercats financers, fins el punt d’haver convertit les nostres democràcies actuals, en dictadures financeres, és a dir, dictadures dels diners.
    Perquè, cada quatre anys els anomenats partits polítics, ens presenten uns programes electorals, on ens diuen que faran i desfaran, si en realitat, només faran allò que els que estan darrera dels mercats, els deixaran fer.
    El meu desencant polític és tan gran, que jo crec que a les eleccions s’haurien de presentar els mercats, amb els seus programes d’especulació, presentant la veritat esgarrifosa de quins països estaran condemnats a morir de fam, a quins els collaran, perquè retallin les prestacions socials, fins a extrems de regressions a l’edat mitjana, a qui els oferirem totes les garanties, perquè, són fonts d’energia i d’ingressos segurs, etc.., és a dir, la veritat pura i dura.
    Jo sóc una persona normal, que vaig lluitar, perquè aquest país, tingués una democràcia, que cada quatre anys he complert amb les meves obligacions com a ciutadana.
    Prou farsa!!!!!! Des de fa anys anem tots a votar amb un pes esgotador a l’esquena, l’anomenat “vot útil”. Útil, per a qui?. Pel meu país?. Pels nostres joves? Pels treballadors? Per l’educació? Per la medicina pública? Per………….., no pararia de preguntar, per a qui…………….. i crec, que desgraciadament sempre em sortirien els mateixos.
    Jo una societat democràtica, vull poder exercir el meu dret al vot, però vull saber que voto i que el meu vot sigui per aconseguir unes finalitats fixades en un programa, no vull ser una estadística…,ni un formatget de colors a la televisió.
    Estic farta de què els polítics, els bancs, les borses, els diners, les religions i tants i tants,
    etcs……., ens continuïn deshumanitzant. I ens facin oblidar que volem un món just. Què el planeta Terra, “no té amo”, que la natura és de tots i per tant, els seus fruits estan fets per compartir i per a fer-nos a tots la vida una mica millor.
    No puc seguir, perquè, sóc una persona malalta i el meu cervell ja no dóna per anar més enllà.

     

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