Se multiplican estos días las acciones contra la propuesta de Sheldon Adelson. Hasta el momento, todos los argumentos que he leído o escuchado en contra de Eurovegas me parecen acertados. Sólo quisiera añadir algunos más desde la vertiente de la salud, tanto desde el punto de vista más restringido como el más global, en el mismo sentido de la organización ciudadana a la que pertenezco, Dempeus per la Salud Pública:
Desde el enfoque más limitado, el “estilo de vida” que nos propone Eurovegas, lo es todo menos saludable. La propuesta de una sociedad donde se fomenta el consumo de alcohol, donde se abre un paréntesis legal a la prohibición del consumo de tabaco en lugares públicos, donde se estimulan las conductas adictivas (y en la que la menor de ellas sería al juego) incluso a menores de 18 años, donde no se sabe cuando es de día ni de noche (pretendiendo engañar nuestro reloj biológico con luces artificiales permanentes que quieren hacernos olvidar nuestro cansancio y la necesidad de descansar) es una propuesta enferma. La falta de pautas saludables de vida se acompaña con la ausencia de legislación laboral a la que el personal asalariado pueda acogerse. Pero además, las propuestas tipo Eurovegas, como es bien conocido, significan un campo abonado para las mafias que sólo se atienen a sus propias leyes asociales, y para la trata de personas (en especial mujeres). Prostitución y neo-esclavitud: unas propuestas degradantes, en las antípodas de la salud pública.
Desde un punto de vista social, el atentado a la salud pública se extiende al engaño a los campesinos titulares de los terrenos, ofreciéndoles unos precios irrisorios que representan una estafa. El hachazo en la vida cotidiana que puede suponer Eurovegas para estas personas que viven de la tierra no tiene nada de saludable. No sólo Adelson y su gente compran suelo a precios de superganga, sino que destrozan el territorio y la vida cotidiana de muchas personas. Si se instalaran en el delta del Llobregat, además, se cargarían lo poco que queda de un ecosistema único, ya muy expoliado por las infraestructuras de comunicación necesarias a un neoliberalismo que no nos lleva sino a la barbarie…
La extensión de “zonas francas” para la explotación va configurando un modelo en el que consiguen introducirse cada vez más empresarios (los que promueven estos “puestos de trabajo” dependientes) pero a costa de la auténtica soberanía de los pueblos. Pueden izar sus banderas Eurovegas, o Monsanto, sobre territorio catalán, o español, o mexicano, o del país que sea… Los gobiernos pierden capacidad de gobernar en su propio territorio a medida que los Adelson de turno compran (a veces muy barato, como pretenden hacer en España) su derecho a la tierra y a la vida de las personas que han “conquistado” con sus tratos más o menos oscuros, y sus contratos mercantiles o laborales… En estas parcelas crecientes donde la sociedad se desintegra, la única Carta Magna es la que protege la maximización del beneficio de la sociedad anónima.
Finalmente nos queda la vergüenza colectiva de que los políticos que deberían procurar el bien común, se jacten de hincar su rodilla ante presuntos mafiosos. Hacen la nefasta pedagodía del sometimiento, de darse los primeros codazos en el trueque de la historia, dignidad y valores de una sociedad por abalorios que rompen de verdad cualquier posibilidad de soberanía, de auténtica autonomía (o de independencia). Y así, devuelven a las personas que les votaron de buena fe a los tiempos coloniales de la servidumbre, en un retorno al futuro que debemos impedir por nuestra salud y nuestra vida.
La propuesta de creación de “paraísos del juego” que en realidad sólo lo son para la fiscalidad, y en los que todo es mentira, incluso el azar (la banca siempre gana, y en más de un sentido) se cobra su peaje en vidas humanas. Los enclaves como Eurovegas no funcionan ni siquiera en su lugar de origen. Según estudios realizados en los Estados Unidos, Las Vegas sería la cuarta ciudad més estresante de los USA, y aunque con datos no recientes, “el riesgo de suicidio entre los habitantes de Las Vegas es un 50% mayor que entre los habitantes de cualquier otro lugar (1 entre 10000 en Estados Unidos). Además, los visitantes de Las Vegas tienen el doble de riesgo de suicidarse que si se quedan en su casa o visitan otro lugar. Y con sólo marchar de Las Vegas, disminuye el riesgo de suicidio en un 20%; incluso quien vive en Las Vegas pero trabaja en otro lugar nota estos efectos beneficiosos. (…) No es ajeno, además, el llamado efecto del “jugador que pierde” en una ciudad que crece muy rápidamente y desestructura familias y amistades, aislamiento social, fragmentación, falta de cohesión social”.
Consigamos que no nos alcance el “efecto del jugador que pierde” ganando como sociedad y librándonos de los Adelson que pretenden ser nuestros dueños.